Los puestos de elección popular
- Amed A. Arosemena A.
La República de Panamá posee un sistema democrático que ha servido de tribuna para que los ciudadanos tengan la libertad de escoger a sus gobernantes de manera independiente y soberana.
Teniendo en cuenta que la democracia es una forma de organización de grupos, cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda exclusivamente a la voluntad colectiva, la elección es un proceso de toma de decisiones utilizado en las democracias modernas donde los ciudadanos votan por los candidatos de su predilección.
Antes, los únicos que tenían la oportunidad de ocupar los puestos de elección popular eran los ciudadanos de familias pertenecientes a la oligarquía criolla. La creación de la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimientos y el Consejo Nacional de Legislación rompió en cierta forma el esquema tradicional y permitió a los líderes naturales de la época, quienes eran realmente los más idóneos para representar a las diversas comunidades a lo largo y ancho del territorio nacional, ejercer la representación de los 505 corregimientos del país en aquel entonces.
Sin embargo, con el pasar de los años los puestos de elección popular se encuentran prácticamente en el ojo de la tormenta, pero a la vez, resultan ser los más codiciados por miles de ciudadanos, lo que ha servido para malas interpretaciones y dar rienda suelta a los aspirantes sin fundamento; algunos so pretexto de poder defender las causas comunes de la población y otros con el afán de obtener o mantener su "status quo".
Comparto totalmente la premisa de que cada pueblo tiene a los gobernantes que se merecen. En este sentido, debemos estar anuentes sobre todo, aquellas personas interesadas por ocupar un cargo de elección, a tal nivel que no llegan a escatimar presupuesto alguno. Es en este punto donde los electores debemos estar precavidos con respecto a quiénes son los candidatos de los diversos colectivos políticos y cuáles son sus verdaderas pretensiones.
El voto popular debe estar supeditado exclusivamente al bienestar colectivo mediante la elección de personas que posean el nivel académico acorde con las expectativas ciudadanas en los problemas de gran connotación.
Un claro ejemplo lo observamos en algunos candidatos al cargo de diputado que no tienen la mínima idea de la responsabilidad que implica ser un parlamentario. Estamos de acuerdo con que el carisma y la popularidad son atenuantes para una candidatura, pero tampoco podemos pretender que personas ajenas a los asuntos nacionales quieran jugar a política.
Hoy observamos desde presentadores de televisión, conductores de la radio, músicos, entre otras personalidades de la farándula criolla, pretender llegar a ocupar una curul en la Asamblea Nacional. No estamos atentando contra ninguna candidatura en particular, pero consideramos inadmisibles las candidaturas mediáticas porque apelamos al sentido de responsabilidad ciudadana que implica el cargo de Diputado de la República.
En resumen, la democracia permite a todos los ciudadanos expresar sus inconformidades en cualquier momento sin cortapisas ni represiones.
El escritor austríaco Stefan Zweig fue muy atinado al señalar que la primera muestra de una auténtica vocación política lo es, en todo tiempo, que un hombre renuncie desde el principio a exigir aquello que es inalcanzable para él. Esta reflexión debe hacer entender a todas estas personas que desconocen los temas nacionales, a que primero adquieran una ideología y pongan en práctica la misma, para luego tomar la decisión de someterse al escrutinio público en aras a ocupar con dignidad y responsabilidad un puesto de elección popular.
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