Marchemos hoy por un sendero luminoso
Publicado 2000/04/30 23:00:00
- Rolando Sterling
La ruta hacia nuestra liberación nacional se está convirtiendo en llamas. El sendero por el cual hemos estado dirigiendo nuestras actividades, durante muchos años, por la justicia social, al menor costo posible, está dejando de ser luminoso.
La clase obrera-campesina e indigenista se enfrenta actualmente a la discriminación y a la conspiración oligárquica patronal y al desempleo, aliados del hambre, de la pobreza y la angustia social.
En estos momentos tenemos por delante las intenciones manifiestas de un gobierno relativamente nuevo, de reformar la constitución, el código laboral y de privatizar el Seguro Social, entre muchas otras cosas perjudiciales a los intereses de las mayorías.
Considero que esta situación, donde nadie cree en nada ni en nadie, tiene paralizada a la República. La falta de respeto a la autoridad; la negligencia en el cumplimiento del deber; el poco importa por la salud del pueblo; el drama de la crisis educativa; aleja cada día más al hombre de una fuente de empleo que le permita ganarse la vida honestamente, el crimen de LESA PATRIA que se pretende cometer por el doloso manejo del Fondo Fiduciario y la venta del 49% de las acciones estatales sobre el antiguo INTEL; la mentalidad inapropiada para administrar escrupulosamente lo que pertenece a todos los habitantes del territorio istmeño, nos lleva a concluir que realmente nadie logrará sacar al país del caos en que se halla, mientras no ocurran los cambios de mentalidad que se traduzcan en hechos y no simplemente en letras muertas.
Es hora que el pueblo despierte, ante tanta ignominia y podredumbre. No podemos cruzarnos de brazo y ver que a la patria, malos panameños, pretendan entregarla nuevamente al imperialismo norteamericano por la cobardía y por la falta de confianza en las masas, para hacerle frente al usurerismo de los centros financieros y a la intromisión descarada del nuevo procónsul yanqui, de la avenida Balboa: Simon Ferro. Es hora que se les abra expediente por los muchos actos de deslealtad que pretenden hacer los malos hijos que existen en nuestra querida Panamá.
Toda esta situación exige, a toda luz, una posición clara y vertical del movimiento obrero en su conjunto. Nada de antagonismo, nada de revanchismo, nada de divisionismo ni de poner LA CASCARA, para que tal o cual compañero o central obrera resbale. Todo esto, si ha existido, debe quedarse en el pasado, porque la vida es movimiento, cambio y progreso. Sólo los resentidos quedan a la orilla del camino, viendo pasar el progreso participativo, que no es otro que el producto de la unidad y de la disposición de llegar a construir a partir de este Primero de mayo, un sendero más luminoso para la clase obrera campesina y poblaciones indígenas.
La clase obrera-campesina e indigenista se enfrenta actualmente a la discriminación y a la conspiración oligárquica patronal y al desempleo, aliados del hambre, de la pobreza y la angustia social.
En estos momentos tenemos por delante las intenciones manifiestas de un gobierno relativamente nuevo, de reformar la constitución, el código laboral y de privatizar el Seguro Social, entre muchas otras cosas perjudiciales a los intereses de las mayorías.
Considero que esta situación, donde nadie cree en nada ni en nadie, tiene paralizada a la República. La falta de respeto a la autoridad; la negligencia en el cumplimiento del deber; el poco importa por la salud del pueblo; el drama de la crisis educativa; aleja cada día más al hombre de una fuente de empleo que le permita ganarse la vida honestamente, el crimen de LESA PATRIA que se pretende cometer por el doloso manejo del Fondo Fiduciario y la venta del 49% de las acciones estatales sobre el antiguo INTEL; la mentalidad inapropiada para administrar escrupulosamente lo que pertenece a todos los habitantes del territorio istmeño, nos lleva a concluir que realmente nadie logrará sacar al país del caos en que se halla, mientras no ocurran los cambios de mentalidad que se traduzcan en hechos y no simplemente en letras muertas.
Es hora que el pueblo despierte, ante tanta ignominia y podredumbre. No podemos cruzarnos de brazo y ver que a la patria, malos panameños, pretendan entregarla nuevamente al imperialismo norteamericano por la cobardía y por la falta de confianza en las masas, para hacerle frente al usurerismo de los centros financieros y a la intromisión descarada del nuevo procónsul yanqui, de la avenida Balboa: Simon Ferro. Es hora que se les abra expediente por los muchos actos de deslealtad que pretenden hacer los malos hijos que existen en nuestra querida Panamá.
Toda esta situación exige, a toda luz, una posición clara y vertical del movimiento obrero en su conjunto. Nada de antagonismo, nada de revanchismo, nada de divisionismo ni de poner LA CASCARA, para que tal o cual compañero o central obrera resbale. Todo esto, si ha existido, debe quedarse en el pasado, porque la vida es movimiento, cambio y progreso. Sólo los resentidos quedan a la orilla del camino, viendo pasar el progreso participativo, que no es otro que el producto de la unidad y de la disposición de llegar a construir a partir de este Primero de mayo, un sendero más luminoso para la clase obrera campesina y poblaciones indígenas.
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