María, la mujer pobre de Israel
María, la mujer pobre de Israel
Empalmando con el mensaje anterior, estamos acostumbrados a ver representaciones de la Virgen María con coronas y joyas, vestidos muy bonitos, y siempre en lugares donde se resaltan sus imágenes hermosas. Y eso está bien en agradecimiento y honor a la madre de nuestro Señor. Pero en la realidad de su vida terrena, eso no tuvo nada que ver con su forma de ser y vestir. Era una humilde mujer judía, que vivía en su casa pobre de Nazaret, que lavaba su ropa en el río y llevaba de ahí el agua a casa. Ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa y muchas veces tenía la cara manchada por el vapor de la leña del fuego de cocinar. Que iba a la sinagoga y rezaba como una mujer más en el sitio de ellas. Que eso sí, pasaba largo tiempo en un rincón de la casa en oración personal y cantando salmos hebreos. Que para quien la observara detenidamente despedía un sutil y delicado resplandor interior que se reflejaba en la mirada y sus gestos, en la forma de hablar y rezar. Pero era una campesina más en su forma de vestir y comportarse. Atendía la huerta casera y en ocasiones iba al campo con otras mujeres a recoger como peona las cosechas de los dueños de fincas. Y hacía fila para recibir su paga.
Fue una mujer realmente pobre y cada vez más en su vida. Al recibir el saludo del ángel y convertirse en madre de Dios cae en la gran vulnerabilidad de que nadie la defendería al descubrir su maternidad. Gracias a la fe de un varón justo que creyó en un mensaje divino y que la recibió como esposa impidió ser considerada una mujer pecadora. Luego experimenta el rechazo de la gente de Belén que viéndola embarazada y a punto de dar a luz no la reciben en ninguna casa y va a dar a luz en una cueva, lugar de refugio de bandidos, forasteros, leprosos, y hasta animales. Y simplemente fue porque José y ella no tenían conqué pagar la posada. Son pobres de verdad. Luego el irse como refugiados a Egipto, a vivir en un poblado de judíos marginados y despreciados por los egipcios. Vivió la suerte de los emigrantes más pobres. Vuelve a Nazaret y ahí vive como los pobres, el día a día. Dependen de la carpintería y de ser peones en las cosechas. Unos días comen bien, otros días casi nada. En la vida pública de Cristo al morir José se alimenta de los que los apóstoles le pueden dar. Cuando Cristo muere en la cruz, la recoge en su casa Juan, porque no tenía donde vivir. Ella es también la madre de los pobres.