Panamá
Mejoras esenciales en turismo
Percibimos a nuestros visitantes como estorbos tal cual los funcionarios ojean a los ciudadanos quienes pagan sus salarios, en sus despachos.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Actualizado: 05/2/2024 - 12:00 am
Ante todo, resulta primordial transferirnos a los zapatos del visitante para comprender el desamor que vive, por qué no regresa y las razones por la cuales tampoco nos sirve como embajador sin sueldo en la Ejemplo en caso, American Airlines clausuró sus oficinas de servicio al cliente en la ciudad de Panamá. Si bien es cierto la mayoría de las gestiones se pueden lograr exitosamente en línea, algunos trámites tales como la gestión del descuento de jubilados, continúan siendo presenciales.
Para ello, la aerolínea nos ofrece ese servicio en particular en sus oficinas del aeropuerto de Tocumen. Recientemente, hastiado por los tranques, abordamos el metro para el traslado al aeropuerto. Nos pareció regia la apertura de una estación de metro en el aeródromo, solo que se les olvidó su enlace directo con las terminales. A Dios gracias, el cambio climático en este país, hasta hace poco, uno de los cinco más lluviosos del mundo, no obliga a los pasajeros al traslado a las terminales bajo el sol del mediodía, expuestos a un chubasco, amén que aquellos con limitaciones de movilidad cuentan con caminos asperos para su traslado.
"Lo que usted dice está en proyecto", me riposta un airado funcionario del aeródromo al consultar cuando se trazará el enlace directo, teniendo en cuenta que la gran mayoría de los aeropuertos notables a nivel mundial cuentan con acceso directo a una estación de tren o de metro dentro del predio. Como si aquella pregunta fuese algo desacertado por parte del pasajero. Ya dentro de la Terminal 1 nos enteramos de que las "oficinas" de American Airlines existen solo en la imaginación de su brillante administrador.
"Haga la fila en la línea de los pasajeros para que le atiendan su trámite". Posterior a 35 minutos de espera para mi turno, el agente me notifica "hágase a un lado que estamos atendiendo a los pasajeros del vuelo de Miami. Unos 15 minutos después, airado por la soez indiferencia, al levantar mi tono de voz, un funcionario con cara de jefe me indicó que me acercara a otro agente quien procedió a atenderme.
Estos ejemplos sirven como testigos al continuado fracaso de nuestro turismo. Percibimos a nuestros visitantes como estorbos tal cual los funcionarios ojean a los ciudadanos quienes pagan sus salarios, en sus despachos. Se trata de un tema de actitud, de falta de amabilidad y del poco me importa de la mayoría de nuestros conciudadanos. Al timbrar el teléfono de mi residencia, caso raro porque la mayoría de los que me conocen me contactan al celular, contesto: "Para servirle".
Los que llaman, al tratarse en su mayoría a errores en el marcado, en lugar de ripostar: "perdone caballero, me he equivocado, que pase buen día", cuelgan el auricular del otro lado, airados al no escuchar en su lugar el fofo: "Alo00000" de una voz familiar. Amén de los sitios de mayor acogida turística, bellezas escuchamos recientemente del Centro de Visitantes de las esclusas de Miraflores, donde nos acercaremos esta semana para confirmar los supuestos desatinos para dedicarle una futura columna.
Tenemos mucha tela por cortar para siquiera llegarle a los talones al "pura vida" de nuestros vecinos ticos quienes impulsan rábidamente una cultura turística reflejada en el amable trato de toda su ciudadania.
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