¡No cometan el error de Suecia!
Publicado 2004/10/03 23:00:00
Entre los años 1890 y 1950, la economía de Suecia era la de más rápido crecimiento en el mundo. Un país pobre y rural en la periferia de Europa se convirtió en una nación rica e industrial con altos estándares de calidad de vida, lo cual la convirtió en un ejemplo en el debate internacional. Cierto, hay algunas cosas que aprender de la experiencia sueca sobre qué políticas deben ser estrictamente evitadas.
Para 1970, Suecia era aún el cuarto país más rico del mundo, in PIB per capita ajustado al poder adquisitivo, y hoy día es el número 14. En 1970, toda persona con un empleo debía en promedio mantenerse ella misma y 0.8 personas más; hoy día, el trabajador promedio tiene que mantenerse a sí mismo y a 1,6 personas además de él
Aún, hasta cierto punto, el país vive de sus éxitos en el pasado. Pero los efectos de una economía estancada se hacen más visibles cada día. Los resultados en las escuelas están empeorando, las filas para atención médica están aumentando, los casos de personas mayores a las que no se atiende van en aumento, y una mayoría de la población adulta es dependiente del gobierno para su sustento. Estos problemas son el resultado directo del camino que fue escogido por los políticos suecos. El crecimiento se detuvo y los servicios de bienestar que este modelo estaba supuesto a beneficiar están colapsando.
El caso sueco, del éxito al estancamiento, es la historia del Estado hipertrofiado. Las bases del período de crecimiento consistieron en amplias libertades individuales y para las compañías, y poca intervención estatal. Cuando esto fue revertido, el éxito se detuvo. En las últimas décadas del siglo diecinueve, Suecia estaba abierta al comercio, había libre movilidad de personas, los impuestos representaban aproximadamente 10% de la economía, había libre empresa y la educación se expandió. El número de innovaciones se disparó hacia arriba, lo que llevó a un rápido crecimiento de las empresas y a más producción. La gente se mudaba de las áreas rurales hacia los nuevos puestos de trabajo en las fábricas. Entre 1870 y 1970, el PIB per cápita se multiplicó por un factor de 10. Ello significó que la gente podría ahora costearse mejores casas, automóviles, televisores, vacaciones y atención médica.
Para 1950, el crecimiento relativo de Suecia estaba al tope. Los impuestos (del 20%) eran más bajos que el promedio europeo, y comparable al de Estados Unidos. Pero entonces el Estado comenzó a crecer; los impuestos fueron aumentados hasta llegar a aproximadamente el 50% del PIB para 1980. Entre 1960 y 1980, la economía entera creció 200%, pero la recaudación fiscal aumentó 400%, lo cual se ha mantenido en casi un 50%. Los servicios de carácter social fueron organizados como monopolios estatales. El número de personas empleadas en el sector público aumentó en más del doble. La propiedad privada, la competencia, el financiamiento privado y el lucro fueron prohibidos en estas actividades.
El error sueco tiene dos caras de la moneda: Primero, los impuestos altos detuvieron el crecimiento, dado que castigaron el trabajo, la iniciativa emprendedora y la educación, todas las fuerzas de producción y desarrollo. Segundo, los servicios de carácter social fueron organizados como una economía centralmente planificada, lo cual ha fallado en Suecia y en todas partes. De manera que el modelo de altos impuestos y monopolios estatales en servicios públicos crea un doble desastre, siendo la más grande amenaza a sus propios objetivos de lograr mejores estándares de vida. Los sistemas de seguridad social han creado una dependencia en las contribuciones estatales. Los impuestos totales para una persona con un ingreso de $ 2,000 mensuales son de $ 1,700, y la gente no puede vivir con lo que les queda. Así que necesitan contribuciones del Estado que son financiadas con los mismos altos impuestos. Peor aún, la diferencia por día entre recibir dinero del gobierno por no hacer nada, y trabajar a tiempo completo por un salario, es de $6 para esa misma persona. Naturalmente, millones de suecos no trabajan, viven del trabajo de otros pocos.
Ciertamente todo sueco se siente orgulloso si cualquiera en el mundo desea ver a Suecia como fuente de inspiración. Pero asegúrense de llegar a las conclusiones correctas, no cometan el error sueco con el Estado fuerte. Estamos luchando para salir de ese experimento, y sería recomendable para ustedes no intentar el mismo. Fracasará. Pero las lecciones de la libertad económica con libre comercio y libre empresa de la Suecia de la primera mitad del Siglo XIX valen la pena ser descubiertas y, para nosotros, redescubiertas.
(chinomina@cwpanama.net)
Para 1970, Suecia era aún el cuarto país más rico del mundo, in PIB per capita ajustado al poder adquisitivo, y hoy día es el número 14. En 1970, toda persona con un empleo debía en promedio mantenerse ella misma y 0.8 personas más; hoy día, el trabajador promedio tiene que mantenerse a sí mismo y a 1,6 personas además de él
Aún, hasta cierto punto, el país vive de sus éxitos en el pasado. Pero los efectos de una economía estancada se hacen más visibles cada día. Los resultados en las escuelas están empeorando, las filas para atención médica están aumentando, los casos de personas mayores a las que no se atiende van en aumento, y una mayoría de la población adulta es dependiente del gobierno para su sustento. Estos problemas son el resultado directo del camino que fue escogido por los políticos suecos. El crecimiento se detuvo y los servicios de bienestar que este modelo estaba supuesto a beneficiar están colapsando.
El caso sueco, del éxito al estancamiento, es la historia del Estado hipertrofiado. Las bases del período de crecimiento consistieron en amplias libertades individuales y para las compañías, y poca intervención estatal. Cuando esto fue revertido, el éxito se detuvo. En las últimas décadas del siglo diecinueve, Suecia estaba abierta al comercio, había libre movilidad de personas, los impuestos representaban aproximadamente 10% de la economía, había libre empresa y la educación se expandió. El número de innovaciones se disparó hacia arriba, lo que llevó a un rápido crecimiento de las empresas y a más producción. La gente se mudaba de las áreas rurales hacia los nuevos puestos de trabajo en las fábricas. Entre 1870 y 1970, el PIB per cápita se multiplicó por un factor de 10. Ello significó que la gente podría ahora costearse mejores casas, automóviles, televisores, vacaciones y atención médica.
Para 1950, el crecimiento relativo de Suecia estaba al tope. Los impuestos (del 20%) eran más bajos que el promedio europeo, y comparable al de Estados Unidos. Pero entonces el Estado comenzó a crecer; los impuestos fueron aumentados hasta llegar a aproximadamente el 50% del PIB para 1980. Entre 1960 y 1980, la economía entera creció 200%, pero la recaudación fiscal aumentó 400%, lo cual se ha mantenido en casi un 50%. Los servicios de carácter social fueron organizados como monopolios estatales. El número de personas empleadas en el sector público aumentó en más del doble. La propiedad privada, la competencia, el financiamiento privado y el lucro fueron prohibidos en estas actividades.
El error sueco tiene dos caras de la moneda: Primero, los impuestos altos detuvieron el crecimiento, dado que castigaron el trabajo, la iniciativa emprendedora y la educación, todas las fuerzas de producción y desarrollo. Segundo, los servicios de carácter social fueron organizados como una economía centralmente planificada, lo cual ha fallado en Suecia y en todas partes. De manera que el modelo de altos impuestos y monopolios estatales en servicios públicos crea un doble desastre, siendo la más grande amenaza a sus propios objetivos de lograr mejores estándares de vida. Los sistemas de seguridad social han creado una dependencia en las contribuciones estatales. Los impuestos totales para una persona con un ingreso de $ 2,000 mensuales son de $ 1,700, y la gente no puede vivir con lo que les queda. Así que necesitan contribuciones del Estado que son financiadas con los mismos altos impuestos. Peor aún, la diferencia por día entre recibir dinero del gobierno por no hacer nada, y trabajar a tiempo completo por un salario, es de $6 para esa misma persona. Naturalmente, millones de suecos no trabajan, viven del trabajo de otros pocos.
Ciertamente todo sueco se siente orgulloso si cualquiera en el mundo desea ver a Suecia como fuente de inspiración. Pero asegúrense de llegar a las conclusiones correctas, no cometan el error sueco con el Estado fuerte. Estamos luchando para salir de ese experimento, y sería recomendable para ustedes no intentar el mismo. Fracasará. Pero las lecciones de la libertad económica con libre comercio y libre empresa de la Suecia de la primera mitad del Siglo XIX valen la pena ser descubiertas y, para nosotros, redescubiertas.
(chinomina@cwpanama.net)
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