Panamá
Nuestro más grande tesoro
Jesús lo dijo: quien encuentre un gran tesoro, que venda todo lo que tenga y compre el campo donde está para aquirirlo.
- Monseñor Rómulo Emiliani
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- - Actualizado: 02/5/2023 - 01:10 pm
Jesús lo dijo: quien encuentre un gran tesoro, que venda todo lo que tenga y compre el campo donde está para aquirirlo. Pues nuestro gran y más grande tesoro es Dios. Y el es Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Santísima Trinidad. Quien tiene a Dios todo lo tiene, nada la falta. Solo El basta, como dice Teresa de Jesús.
Tenemos al Padre, creador de todo lo que existe. Su poder y sabiduría son infinitos, eternos. Ejerce su paternidad con el Verbo, segunda persona de la Santísima Trinidad. A través del Verbo creó todo lo que existe. Todo el universo entero, que se sigue extendiendo, con millones y millones de galaxias, viene de su poder creador. Y cabría todo el universo en la palma de su mano, siguiendo una comparación humana, como si tuviera una minúscula motita de polvo en ella. Y aún menos que eso.
Y creó en el Verbo también al ser humano, a su propia imagen y semejanza. Lo cual implica una diferencia sustancial con el resto de la creación. Nosotros participamos de sus atributos divinos, pero de manera limitada, finita, humana. Sabiduría, poder, amor, vida, y todo eso en una persona, cada uno diferente del otro, original, único, irrepetible. Y esta diferencia sustancial con el resto de la creación nos da un valor único, porque el Padre está pendiente de cada uno y eso de manera permanente.
Pero además de eso, quiso Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tener con nosotros una cercanía total, hacerse uno con todos y con la creación, y para eso mandó Dios Padre a su Hijo hacerse hombre. Encarnarse. Sin dejar de ser Dios, asumir todo lo humano menos el pecado, y quedar así para siempre unidos el ser humano y Dios. En Cristo Jesús la encarnación es total, absoluta, radical. Una sola persona y dos naturalezas. Y para siempre. Y en Cristo Jesús Dios asume a toda persona humana, de todos los siglos, y a toda la creación como algo suyo.
Pero más aún, lo que es lo más sorprendente y supera cualquier expectativa imaginable, es que por la muerte redentora de Cristo, que pagó el precio del rescate por nosotros, nos adoptó como hijos, tratándonos igual que a su propio hijo. Nos ama igual que a su hijo, y en el caso de la humanidad, nos perdona una y mil veces nuestros pecados, porque su misericordia es infinita. Y nos sigue llamando hijos aun y a pesar de todo. Porque es amor de Padre, infinito amor, absoluto y totalmente misericordioso. Ese es nuestro Padre, que entregó a su propio hijo por nuestra salvación y que nos tiene preparada en el cielo una morada eterna dentro de su corazón.
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