Panamá
Pertinencia y el ADN universitario
- Gregorio Urriola Candanedo
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En las narrativas contemporáneas sobre la educación, y en particular sobre la educación superior universitaria.
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En las narrativas contemporáneas sobre la educación, y en particular sobre la educación superior universitaria, el argumento central gira en lo que denominaremos el Factor Q, esto es, la calidad de la educación universitaria. En los nomencladores de búsqueda y en los resúmenes de artículos sobre Universidad, el tema central es "la calidad". Así se habla de la acreditación y reacreditación de la calidad, de gerencia de la calidad de la educación, y el objetivo mayor es "la excelencia" de la educación, entendida como una educación de máxima calidad.
El término en sí es ambiguo, pues al hablar de la calidad de algo, nos referimos usualmente a las propiedades de ese objeto o materia, a la suma de sus "cualidades". No obstante, lo implícito en este término, es el sub- conjunto de cualidades que le dan un valor, de preferencia, un máximo valor. Y de allí deriva de que "la cualidad" valiosa deviene en "quantum", en cantidad. Nuestro economicismo educativo implícito, nos lleva a procurar no realmente el valor, (la cualidad) sino lo más "objetivo" o neutro "la cantidad".
Por un modelo mental sin mayores fisuras, nos imaginamos como más real el precio de algo, que el valor de algo; y aunque sabemos que valor y precio no son lo mismo, damos por bueno el precio, lo medible y comparable, por definición. Esta cuantificación/monetización deriva, en la mayoría de los casos, de haber asumido los presupuestos de las teorías económicas de Educación por las que Gary Becker ganó un Premio Nóbel de Economía en 1992: llevamos el símil del modelo de precios, de oferta y demanda, a la valoración de la educación, y ella es vista como "capital", y los educados como tomadores racionales de decisión sobre la inversión en ese capital. Más aún, la teoría de los "recursos humanos" abrió el camino para pensar en que administrar el recurso humano con máxima eficiencia es el modelo de gerencia educativa por excelencia o, como se dice ahora, la gerencia del talento humano. (Theodor Schultz,1960; y Gary Becker, 1964)
Otro elemento fundante de este discurso, deriva de la teoría de las competencias, eje del enfoque de la didáctica contemporánea, que hace de ellas el articulador de la currícula, pues se pasa de la planificación y la evaluación por objetivos, a la programación y evaluación de las competencias, tomando como modelo de ellas las competencias observables del trabajo. De esta suerte, ejercicios como el Modelo Tuning pasan a definir los aspectos deseables del comportamiento de los alumnos (saber, saber hacer y saber ser) bajo parecidas métricas en el desglose de las competencias laborales, esto es, la del recurso humano en el trabajo. En suma, programamos recursos humanos "para el trabajo", con las métricas del recurso humano "en el trabajo"; y dado que el trabajo, en su enorme mayoría, se realiza en empresas, y el modelo empresarial por antonomasia en un economía capitalista es la empresa capitalista, el modelo "formativo", de ese recurso humano "deber ser" la formación para el empleo productivo en las empresas, complementado, con la formación para el emprendimiento, esto es, para el auto- empleo y la auto-regulación con mentalidad mercantilista. Así lo establece la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (el club de los países más desarrollados) desde la década pasada. De esta suerte: "El modelo competencial (OCDE, 2009), algunas de las habilidades más demandadas son: adaptación, autonomía, proactividad, capacidad de trabajo en equipo, disposición a enfrentar desafíos y problemas complejos." (Hernánez, B, 2017).
Ahora bien, la calidad educativa, siempre multidimensional, opaca otras características esenciales de la educación, como es su carácter de Derecho Humano y, por lo tanto, la calidad de ella como pertinente a la sociedad y cultura donde se desarrolla. La educación como derecho de la persona humana enfatiza su pertinencia (el factor P) a la conservación e innovación del medio social que la acoge y cimienta, poniendo de relieve los procesos sociales, esto es, históricos, de su génesis y los objetivos propios del desarrollo humano, tales como la democracia, la libertad, la igualdad, la solidaridad. Muchos estarían de acuerdo en expresar que sin pertinencia social no hay calidad educativa verdadera. No hay calidad educativa sin pertinencia educativa. Pero en un sociedad asimétrica y clasista como es la entidad en la cual vivimos, la calidad tiende a ser pensada y gestionada al margen del derecho, y del Derecho a la Educación Superior consagrado en los estatutos de la UNESCO y hechos propios en nuestras Cartas Magnas. Así la pertinencia social que demanda todo sistema educativo en todos sus niveles, modalidades y estratos, el factor P predicho, tiene a ser subsumido en el factor Q, como otros tantos, sin tener presente que no hay verdadera educación sin esta condición preminente. La educación es un proceso social y como tal, factores como el servicio a la sociedad, su involucramiento con los procesos sociales es absolutamente esencial; es la esencia de su ADN.
La calidad educativa, por tanto, debería gestionarse y evaluarse en razón del pensamiento crítico que promueve, en las soluciones sociales que aporta, de las liberaciones que contribuye en la construcción de una sociedad más justa, más allá de formar para el empleo o el autoempleo productivo, pues la función esencial de la educación en una república, es formar ciudadanos críticos, solidarios y promotores del cambio e innovación social, sin lo cual, toda educación es, a la postre, mero adiestramiento productivo; eso que Méndez Pereira y lo liberales que dieron cimiento a la Educación de esta país llamaron: la fábrica de títulos.
Hoy bordeamos peligrosamente esa reducción de la educación superior a su reducción a fábrica de títulos, que incluso pueden ser suplidos por certificaciones de competencias empresariales (observe el desarrollo en el área de las TICs, que marca el modelo hegemónico a seguir). Pero igualmente la propia tecnología da pie a pensar y desarrollar otro modelo educativo de educación superior, con preminencia de la función de vinculación social (antiguamente llamada "extensión universitaria"), como eje articulador de una nueva docencia y de una investigación científica comprometida con el desarrollo de un mejor país.
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