Pescando en un mundo revuelto
- Jaime Figueroa Navarro
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En vísperas del tercer aniversario de la invasion rusa a Ucrania, todos fuimos testigos, nos percatamos del aparente divorcio gringo con el ultrajado país, secuela de la película de la invasión nazi a Polonia en 1939. La incongruencia en el trato de la Casa Blanca con sus aliados tradicionales ya no puede correr la cortina tras cuarenta días de una novel, paradójica administración.
Que se busca Estados Unidos, nadie sabe a ciencia cierta, pero nos toca poner las barbas en remojo. Dejando la política a un lado, nuestro istmo goza de suficientes atributos para aprovechar estos momentos de paréntesis carnestolendos y jamaquear la atribulada realidad de otras esferas mundiales resaltando nuestras particularidades como destino turístico pacífico, verde y seguro, pregonando felicidad en momentos de aparente zozobra.
Y así es, mientras otros rivalizan, nosotros nos encontramos en periodo de jolgorio, la mayoría desplazándonos a provincias, lo unico serio y palpable, el relajo y la alegria de las festividades del dios Momo, oasis de felicidad en un planeta agitado. Filosóficamente, sin querer, queriendo, somos envidia de muchos.
Para hacer nuestro agosto necesitamos mercadear aquello, eso no tiene precio, sino pregúnteles a los jubilados norteamericanos que hacen de nuestro país su segunda patria. Son ellos los mejores expositores de nuestro Macondo, aquel referente del realismo mágico brillantemente expuesto por García Márquez. Una cosa es una empollerada jamaqueando rítmicamente sus caderas y otra es tu vecino Jones, sonrientemente invitándote a conocer el paraíso, exponiendo de tu a tu, las virtudes panameñas, más allá del canal que bien conocen.
Recientemente, el actor Richard Gere de 75 años, mejor conocido por su papel en la película Pretty Woman, liquidó su mansión de Connecticut y se mudó para España. Aquel grupo de personas influyentes de bolsillos profundos en búsqueda de felicidad en la paradójica realidad del mundo "desarrollado" encuentran en Pedasí, Bocas del Toro y Boquete, algunos de los lunares de nuestro paradisíaco espejo, una tranquilidad tal vez solamente invadida por el quiquiriquí de los gallitos al alba, recuerdos de un mundo pasado, en las entrañas del istmo.
Mercadear nuestro hado a ese privilegiado grupo, asqueado de los usuales titulares que crispan su alma a diario, alterando constantemente su remanso, invita a disfrutar nuevamente aquella joie de vivre de nuestra inigualable oferta, cautivando un turismo de lujo con multiplicados beneficios para todos.
Algo así como Hemingway y sus tertulias en la Bodeguita del Medio y en Key West, ubicaron aquellos parajes como señuelos a millonarios hastiados de las obesas ratas de Manhattan, del fétido aire de las ciudades modernas y de los letárgicos tranques de las urbes mundiales, transformadas en cárceles de concreto del siglo XXI, así mismo bien podría un referente mundial, como ejemplo la cantante Taylor Swift, con 550 millones de seguidores en las redes sociales metamorfosear Panamá, de seleccionarnos como destino. Estando a un tris de lograrlo, solamente necesitamos que algunos de los referentes se empapen en las mieles de nuestra seducción para lograr que desalojen sus calcinadas mansiones de Hollywood por el pro mundi beneficio de nuestro entorno. Manos a la obra Panamá!
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