Posición de la ONU tras la guerra de Irak
Publicado 2003/04/07 23:00:00
- REDACCION
La primera muestra del deterioro que la guerra contra Irak ha infligido en la autoridad moral de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la acaba de dar Norcorea, al decir que no acatará mandato alguno de la entidad y que prefiere negociar y entenderse directamente con Estados Unidos.
La agencia de noticia oficial norcoreana calificó de ridículo que el Consejo de Seguridad de la organización se apreste a discutir sobre el poder nuclear de su país, sin percatarse que ha perdido autoridad tras fracasar su intento por impedir la guerra. En especial dijo que “considera inválida y que por tanto no reconocerá cualquier resolución del organismo a ese respecto, interpretándola como una declaración de guerra”. Reiteró además que “la única forma de resolver la crisis, es a través de conversaciones directas con Estados Unidos”.
La potencia norteña se haya sumida en un intenso cabildeo, tratando de reunir votos para que las 15 de naciones del Consejo de Seguridad adopten una declaración de condena contra Corea del Norte. Seguramente espera configurar un sólido apoyo moral o político para el caso de tener que volver a recurrir a la fuerza. Pero la experiencia de Irak demuestra que ese sustento moral ya no es indispensable para proceder por su cuenta.
¿Es acaso cierto que tras la guerra de Irak la ONU ha quedado convertida en nada? No, por más que haya quedado muy debilitada. Es más, tras la inesperada resistencia iraquí y la crisis humanitaria sobreviviente, es seguro que salga en algunos aspectos fortalecida. Explicamos.
Tras el inicio de la invasión de Irak y lo que se anticipaba como una victoria rápida, temimos que en cosa de años ocurriría lo peor para la ONU, que se convertiría en un foro intrascendente que desaparecería igual que su predecesora Sociedad de Naciones: bajo el peso económico de su burocracia, la falta de recursos, el desaire de otra gran potencia, la Alemania del Tercer Reich, y su naufragio en medio de otra gran conflagración, la Segunda Guerra Mundial.
Pero la prolongación de la guerra ha dejado dos grandes lecciones para Estados Unidos y Gran Bretaña, que desatendieron los llamados de la ONU para retrasar su invasión. Una es que la superioridad bélica que tienen es todavía insuficiente para dictar su absoluto dominio en el campo de batalla, aún contra un pobre país del tercer mundo. Y la otra, es su crasa incapacidad, que se observa, para administrar la ayuda humanitaria y reorganizar al derrotado tras la victoria.
Estados Unidos, prácticamente, está implorando a la ONU encargarse de las secuelas humanitarias del conflicto, una vez terminado, mientras su aliado británico, quiere que el mismo organismo, tenga una participación creciente en la reconstrucción y reorganización de Irak. Ninguno de los dos quiere verse sumergido en una interminable guerra colonial o de ocupación, ni mucho menos asumir la responsabilidad de conservar su integridad territorial tras el vacío de poder que sobrevendrá tras la caída del régimen de Sadam.
La agencia de noticia oficial norcoreana calificó de ridículo que el Consejo de Seguridad de la organización se apreste a discutir sobre el poder nuclear de su país, sin percatarse que ha perdido autoridad tras fracasar su intento por impedir la guerra. En especial dijo que “considera inválida y que por tanto no reconocerá cualquier resolución del organismo a ese respecto, interpretándola como una declaración de guerra”. Reiteró además que “la única forma de resolver la crisis, es a través de conversaciones directas con Estados Unidos”.
La potencia norteña se haya sumida en un intenso cabildeo, tratando de reunir votos para que las 15 de naciones del Consejo de Seguridad adopten una declaración de condena contra Corea del Norte. Seguramente espera configurar un sólido apoyo moral o político para el caso de tener que volver a recurrir a la fuerza. Pero la experiencia de Irak demuestra que ese sustento moral ya no es indispensable para proceder por su cuenta.
¿Es acaso cierto que tras la guerra de Irak la ONU ha quedado convertida en nada? No, por más que haya quedado muy debilitada. Es más, tras la inesperada resistencia iraquí y la crisis humanitaria sobreviviente, es seguro que salga en algunos aspectos fortalecida. Explicamos.
Tras el inicio de la invasión de Irak y lo que se anticipaba como una victoria rápida, temimos que en cosa de años ocurriría lo peor para la ONU, que se convertiría en un foro intrascendente que desaparecería igual que su predecesora Sociedad de Naciones: bajo el peso económico de su burocracia, la falta de recursos, el desaire de otra gran potencia, la Alemania del Tercer Reich, y su naufragio en medio de otra gran conflagración, la Segunda Guerra Mundial.
Pero la prolongación de la guerra ha dejado dos grandes lecciones para Estados Unidos y Gran Bretaña, que desatendieron los llamados de la ONU para retrasar su invasión. Una es que la superioridad bélica que tienen es todavía insuficiente para dictar su absoluto dominio en el campo de batalla, aún contra un pobre país del tercer mundo. Y la otra, es su crasa incapacidad, que se observa, para administrar la ayuda humanitaria y reorganizar al derrotado tras la victoria.
Estados Unidos, prácticamente, está implorando a la ONU encargarse de las secuelas humanitarias del conflicto, una vez terminado, mientras su aliado británico, quiere que el mismo organismo, tenga una participación creciente en la reconstrucción y reorganización de Irak. Ninguno de los dos quiere verse sumergido en una interminable guerra colonial o de ocupación, ni mucho menos asumir la responsabilidad de conservar su integridad territorial tras el vacío de poder que sobrevendrá tras la caída del régimen de Sadam.
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