Moratorias
Premios para infractores
- Francisco Mejías ([email protected])
Se dice que en Panamá lo único que está prohibido es prohibir. Nuestros diputados no se cansan de proponer y aprobar leyes que no se cumplen. Si
Se dice que en Panamá lo único que está prohibido es prohibir. Nuestros diputados no se cansan de proponer y aprobar leyes que no se cumplen. Si cumpliéramos las que ya existen no harían falta más.
Las disposiciones estatales son tan permisivas que parecen apologías del delito. Yo pago el consumo de agua sin saltarme ni un mes, porque se supone que si debo dos o tres vienen a cortármela, sin embargo, de vez en cuando publican una disposición del Idaan anunciando moratorias mediante las cuales premian a los morosos con cuantiosas rebajas. Todos hemos sido testigos de las numerosas moratorias en el pago de las placas de los automóviles, la pintura de los taxis y tantas cosas más. En estos días supe que a los que estén atrasados en el pago de impuestos se les perdonarán recargos si cancelan antes de fin de año.
A nadie le parece mal que los funcionarios sean tan bondadosos, pero es que no lo son con el dinero de ellos, sino con el de usted y el mío, que se lo hemos confiado para que lo administren de acuerdo con las leyes.
¿Y qué me dice usted de los diputados que usaron dinero público para propaganda electoral? Nadie debe disfrutar lo que adquiere por medios fraudulentos, ¿no es verdad? Lo normal sería que los votos obtenidos ilegalmente se anularan y se le negara el escaño al infractor. Pues eso será en otros países, porque aquí el Tribunal Electoral premia a esos ladrones (el dinero con que compraron los votos salió de nuestros bolsillos) al permitirles repetir la faena para que vuelvan a votar por ellos, el mismo grupo domesticado por el mismo fraude.
Ni en el consumo de electricidad ni en el uso del teléfono son tan generosos con los que no pagan, porque esos servicios los proporcionan empresas privadas que no andan con paños tibios: si no pagas, ¡tijera! Pero el Idaan funciona con dinero público y, aunque el dinero público es de todos, los funcionarios lo administran como si no tuviera dueño, como si hubiera llovido del cielo. Y ya se sabe que los funcionarios no funcionan.
Esa forma floja y pendulona de aplicar las leyes no se va a acabar mande quien mande, porque tanto gobernantes como gobernados pertenecemos a este mismo pueblo, inventor del pasar.
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