Ramón Guerra, la voz rectora
- Juan B. Gómez
Ha caído el gran soldado del periodismo. Y Chiriquí, su provincia amada, ha sentido el duro golpe de su caída. Ya lo dijo un gran poeta: "Y vendrá, ¡Oh Tierra! un día; Un día en que levamos anclas para jamás volver; Un día en que discurran vientos ineluctables; ¡Un día en que ya nadie nos pueda detener!".
Según los teólogos, el alma vive como prisionera del cuerpo, y a la Muerte, sale a buscar su libertad en el infinito.
El Gran Pastor, después de más de 50 años de guiar a su rebaño, se ha ido por los caminos infinitos de la libertad. Ramón nació el 6 de abril de 1915; y se cerró su ciclo vital 38 días antes de cumplir sus 94 años de edad. Era fuerte, capaz y tranquilo. Juntos trabajamos por más de 30 años. Frecuentemente le mostraba mis artículos periodísticos, ¡y con qué entusiasmo comentó los primeros borradores que le mostré del libro que estamos por publicar! Siempre admiré su serena objetividad, su gran inteligencia, su auténtica humildad…
Emerson, el gran ensayista norteamericano, decía que la historia de un pueblo no es más que la biografía de sus grandes hombres. ¡Y quién nos dice que, con el correr de los años, al señalar un momento de la historia de Chiriquí, se diga: "Esto ocurrió tantos años, antes o después, de Ramón Guerra". Porque él fue un hombre trascendental. Imaginemos, por un momento, lo que sería Chiriquí si él no hubiera nacido. Tengan la seguridad de que nuestra provincia, y especialmente David, no serían lo que son hoy, si él no hubiera nacido.
¡Cuánto luchó y se esforzó por nuestro progreso y desarrollo!
Un gran pensador inglés dijo: "Cada vez que un hombre muere, siento que disminuyo, porque formo parte de la humanidad. Por eso, no preguntes nunca por quién doblan las campanas, están doblando por ti". Ya no lo veremos más, ni escucharemos más la voz rectora que durante tantos años señalaba el camino de nuestro destino. El se ha ido para siempre... Querido amigo, descansa en paz.
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