Panamá
Reglas para el crítico (Parte 1)
La crítica política, si por ella, habitualmente, podemos entender la que los ciudadanos dirigen a los hombres y mujeres que se gestan.
- Silvio Guerra Morales
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- - Actualizado: 13/1/2023 - 12:00 am
La crítica política, si por ella, habitualmente, podemos entender la que los ciudadanos dirigen a los hombres y mujeres que se gestan, a diario, en el acontecer nacional y que fueron o son autoridades elegidas o designadas para ocupar cargos públicos, en Panamá, salvo contadas excepciones de algunos letrados y muy sinceros compatriotas, está huérfana de objetividad, imparcialidad y de contenidos serios. Lo que, sin duda alguna, hace que la critica política pierda eficacia, credibilidad o que, en el peor de los casos, sea calificada de "mera necedad" o "caprichosa".
Quiero aportar, con toda modestia, algunos lineamentos o si se quiere elementos, para hacer que la critica política sea más objetiva, dinámica, creíble y justa:
1. No parcialice la crítica atacando o censurando tan solo a aquél que no es de su apetencia política o de su agrado. No lance la pelota sin englobarla, pues al hacerlo su ataque será, un directo misil teledirigido. Al hacerlo, no sea excluyente ni indulgente con aquellos que incurrieron en los mismos errores, defectos o fallas que le advierte a uno solo. Por ello, cuando esto acontece, a Usted, como crítico, no se le habrá de respetar, precisamente, por su falta de objetividad y poca imparcialidad.
2. Cuídese del argumento ad hominem, esto es el "ataque al hombre". Esto suele darse cuando a quien criticamos, lejos de fundamentar la crítica, por nuestra parte, sobre aquellos comportamientos o acciones de la persona, al momento de ejercer sus funciones, sean al margen de la Ley o contrarias a la moral política, lo hacemos atacando su contextura personal, sus gustos, sus apetencias, su carácter, su personalidad, sus relaciones personales o sociales, familiares, etc. Aunque en la teoría de la argumentación, el conocido argumento ad hominem suele producir resultados "buenos" para el crítico o el argumentador, en el fondo lo que éste ha logrado es destruir honras, dignidades, hogares, familias, negocios, empresas, etc. Se trata de poder sostener la crítica, siempre, en el plano objetivo, lo cual significa que todo aquello que escape de ésta consideración y caiga en el terreno de lo personal o subjetivo, deja de ser serio y correcto.
Ejemplo del argumento ad hominem: "Fulano no me cae bien porque es un ladrón". Podríamos objetar: A Usted le consta que lo es o que ha sido condenada esa persona por alguna instancia judicial definitiva, cuya sentencia haga tránsito al caso juzgado, lo cual significa que ya no dispone la persona de más recursos que interponer?. Otro ejemplo: "No me consta que Usted sea un ladrón, pero todo el mundo lo dice".
Analice bien su argumento, al hacer uso de esta cacareada expresión, qué es lo que realmente usted estaría diciendo?. Sencilla respuesta: Has ingresado a la categoría de "Todo el mundo lo dice", es decir, que te has descerebrado, no piensas, no analizas, o, en el peor de los casos, no existes, eres un "todo el mundo" y "todo el mundo" es nadie.
3. Cuídese que su espada no se voltee contra usted mismo y se vea, cual Damocles, en la imperiosa e ineludible obligación de enterrarla en su propio cuerpo.
Esto suele suceder cuando el crítico gesticula o esgrime un discurso en el que su propio ser se ve inmerso como sujeto hacedor o autor de lo que, precisamente, está criticando. Adviene una frase a mi memoria: "Tráguese sus propias palabras". El crítico, en casos así, queda como un hipócrita, como alguien que no tiene autoridad para hablar.
4. Cuidado con las contradicciones. Mucho cuidado! Todo hombre debe propugnar, en su existencia, no entrar en contradicciones con las cosas que habla o hace. Por ello, los propios ciudadanos se encargan de hundir a este tipo de críticos. También refresca mi memoria la reacción social frente a esta clase de críticos cuando al escucharlos, con cierto asombro, los ciudadanos suelen expresar: “Y éste no era el que ayer decía otra cosa, ¡Míralo cómo ha cambiado o lo cambiaron!”.
5. No pertenezcas al ejército de los pasivos, inactivos, indolentes o a los que siempre alegan: “Estoy ocupado”. Con lo cual lo que quiero expresar no es otra cosa que la crítica, por sí sola, no tiene mayor efecto que el que se produce cuando pasas de la palabra a los hechos. Res non verba: Hechos, no palabras. Si no eres capaz de construir y edificar, con tu acción, tu actividad, algo mejor para los demás y solo te dedicas a censurar y a criticar por criticar, tus palabras caerán en saco roto, nadie te creerá nada, en lo absoluto. Anímate, sal, exprésate, pero también manifiéstate. ¡Dios bendiga a la Patria!.
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