Regreso del tranvía
- Guillermo Márquez B.
Nos complace la noticia de que se proyecta restablecer el tranvía como medio de transporte colectivo. Recordamos con cariño su existencia y siempre hemos lamentado su desaparición desde el año de 1941.
No sabemos hasta qué punto pueda ponerse en circulación otra vez sin que constituya un obstáculo para el funcionamiento del transporte público, o se vea obstaculizado por él, dado el congestionamiento que en la actualidad se produce a diario en nuestras vías.
Lo conocimos desde nuestra niñez hasta su desaparición, cuando sus rieles se extendían sobre polines asentados en tierra desde la Casa Muller a todo lo largo de la vía hasta el Casino.
El tranvía jugó un importantísimo papel en el transporte público de la época, cuando todavía no existía el servicio de autobuses en nuestra ciudad capital. Salía de su garaje hacia el punto de partida, que era exactamente a un costado del Ministerio de Gobierno y Justicia, en la convergencia de Calle Primera y Avenida Central.
Tenía dos rutas. Una, desde el punto de partida hasta las Sabanas, que en aquellos tiempos era sitio de casas campestres y veraneo, y la otra, hacia La Boca, desviándose hacia la izquierda al llegar a la esquina de Calle 12 y Avenida Central, donde queda hoy el Café Coca Cola.
El costo del pasaje era de cinco centésimos de balboa para cualquier recorrido del pasajero.
En el tranvía se hacía un paseo muy singular. Constituía, además, una garantía para los padres de familia que tenían hijas con novio o admiradores. En las noches permanecía iluminado, y, esclavo de sus rieles, no se desviaba a parte alguna.
La compañía propietaria vendía unas tarjetas a 25 centésimos válida para los días domingo para ambas rutas y durante todo el día, cosa que aprovecharon familias enteras para pasear.
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