Reivindicación de los asentamientos campesinos

Mucho se ha escrito sobre los asentamientos campesinos desde diferentes puntos de vistas.

La mar de las veces haciendo del mismo un tema controversial, al punto de llegar a crear hacia los mismos un ambiente realmente de hostilidad que no ha existido, por ejemplo, para las cooperativas.

Analicemos un poco por qué esta situación de animadversión.

La misma es producto, en parte, primero, por ser un tipo de organización campesina promovido por el gobierno militar que encabezó el general Omar Torrijos Herrera y, segundo, por tratarse los integrantes de las mismas, en la mayoría de los casos, particularmente al inicio, de "precaristas en tierras privadas".

La oposición, critica y cuestiona a este modelo de organización campesina, que ha tenido, pues, fundamentalmente motivaciones políticas, por parte de los que en su momento se opusieron al régimen militar y, por otra, la oposición proveniente de aquellos que vieron afectado sus intereses creados, propietarios ausentistas de tierras que no cumplían con la función social.

Los asentamientos campesinos surgen producto de la acumulación de la lucha campesina que se da particularmente en las décadas de los 40, 50 y 60.

Cabe indicar las acciones que se dieron en forma espontánea e individual durante los años 40 así como el Primer Congreso Campesino de Veraguas en 1957.

Este Congreso si bien era de carácter regional, trató problemas de otras áreas del país.

En la década del 60 surgen las ligas campesinas en las provincias de Veraguas, Chiriquí, Coclé y Panamá.

Estos son los verdaderos antecedentes históricos de los asentamientos campesinos panameños.

Opositores a los asentamientos campesinos llegaron a ser ministros y altos funcionarios gubernamentales que en los últimos lustros propugnaron, algunos, abiertamente por la eliminación legal de este modelo de organización campesina.

Otros, en forma un tanto sutil, persiguieron este mismo objetivo.

En la práctica cancelaron todo tipo de asistencia financiera y de asistencia técnica y promovieron -de distintas maneras- que tierras asignadas a los asentamientos pasaran a otras manos, particularmente de sus amigos y conocidos.

Se quiso utilizar el tema de la morosidad de la deuda cuando el análisis de la misma ha comprobado el gran esfuerzo que estas organizaciones han realizado para llegar a pagar el 85 por ciento del capital prestado que llegó a setenta y ocho millones de balboas y se pagaron en concepto de intereses treinta y seis millones de balboas.

Todo esto a pesar de que los asentamientos fueron víctima de proyectos mal diseñados, intermediarios privados que se aprovecharon en su beneficio de la falta de experiencia de estas organizaciones así como pagos que se realizaron y que no fueron descontados de la respectiva cuenta en el Banco de Desarrollo Agropecuario (BDA).

En nuestro poder tenemos un listado de casos, largos de enumerar, que claramente detallan malos manejos por parte de técnicos y funcionarios del sector oficial agropecuario en asocio, en no pocos casos, con intermediarios privados.

En todo caso los perdedores fueron siempre los asentamientos campesinos.

Igualmente no hay que eximir la culpa a corruptos dirigentes campesinos, los cuales por ambiciones personales llegaron a propinarle duro revés a los asentamientos campesinos.

De ahí que resulta insustancial, superficial y carente de conocimiento de causa hablar a la ligera del "fracaso de los asentamientos campesinos".

Pero muchos de los que hacen estos señalamientos aceptaron como bueno las exoneraciones que durante décadas favorecieron al reducido grupo conocido con el nombre del "club de los exonerados".

Estas exoneraciones sumaron miles de millones de balboas.

La realidad actual es que de los doscientos cuarenta y nueve asentamientos que se llegaron a constituir existen en la actualidad ciento trece que se encuentran organizados en la Confederación Nacional de Asentamientos Campesinos (CONAC) con cinco Federaciones: la de Azuero, Veraguas, Panamá, Colón y Chiriquí.

De las 69 mil hectáreas asignadas a estas organizaciones ocupan actualmente 30 mil.

La CONAC es parte activa de la Asociación de Pequeños y Medianos Productores de Panamá (APEMEP) y ésta a su vez forma parte de la Asociación de Organizaciones Campesinas Centroamericanas para la Cooperación y el Desarrollo (ASOCODE).

Con la aplicación en la actualidad de la Ley No.

43, de 30 de agosto de 1999, mediante la cual se autoriza al BDA a condonar deudas a organizaciones campesinas, se viene a hacer justicia y reivindicar a estos modelos de organizaciones campesinas cuyos integrantes provienen de los sectores marginados del campo.

Los asentamientos campesinos caminan a su reactivación y bien pueden contribuir efectivamente al combate de la pobreza rural que golpea a nuestro campo así como a lograr una verdadera participación del campesino(a) en todos los aspectos de la vida nacional.

Lo inteligente y sabio es aprovechar la experiencia positiva acumulada durante décadas.

Y en el aprovechamiento inteligente de esta experiencia jugará un papel protagónico la mujer rural.

Los asentamientos campesinos se encuentran normados por la Ley No.

23, de 21 de octubre de 1983, "por la cual se reglamentan las Organizaciones Campesinas en la República de Panamá" y ella establece en su artículo 56 que "cualquier organización productiva de las previstas en esta Ley podrá por sí sola o mediante acuerdo con otras organizaciones similares, constituir una empresa de segundo grado, para la transformación parcial o total del producto agropecuario primario y su comercialización dentro del mercado nacional o extranjero".

Conozco de los esfuerzos que en este sentido adelantan, en la actualidad, asentamientos integrantes de la Federación de las Provincias de Panamá y Colón, gracias al apoyo financiero de organizaciones tanto gubernamentales como no gubernamentales extranjeras.