Sistema de salud o caricatura de salud
Publicado 2007/03/14 23:00:00
- Francisco Díaz Mérida
Las causas de muerte, discapacidad y enfermedades hay que buscarlas en la pobreza en que vive el 40% de los panameños.
DESDE QUE SE inició el debate sobre las reformas en el sector salud se han escrito muchos artículos; de todos ellos, pocos se han orientado a la solución de los reales problemas de la salud de los panameños, la mayoría se ha enquistado en la defensa de sus propias concepciones; y otros se han refugiado en la demagogia sanitaria.
La ausencia de un diagnóstico del estado de salud ha demostrado ser la base de lo que afirmo. Se ha hecho énfasis en aspectos inmediatos que sufren los pacientes: mora quirúrgica, citas con especialidades, etc., pero nunca se ha planteado el problema de la vida y la muerte de los panameños, a pesar que todos los informes elaborados hasta la fecha (ver el del MINSA del 2005) indican que se asiste a un aumento de los años potenciales de vida perdidos por la muerte prematura. Tampoco se plantea que la discapacidad en poblaciones activas está llegando a niveles que ningún país del mundo presenta. En efecto, se trata del 3% de la población activa ocupada (no debe ser superior al 1%).
Por otro lado, se dice que hay más de 150,000 personas con discapacidad, lo que equivale a un 5% de la población total; pero el censo del 2000 registra cerca de 52,197 casos, todos relacionados con la discapacidad de nacimiento o adquirida en los años de la niñez y de la adolescencia.
En materia de enfermedades, el número de consultas otorgadas por la Caja de Seguro Social (CSS) y el Ministerio de Salud (MINSA) es de 2.5 veces la población del país, indicando con ello que todos los panameños se enferman cada año. No obstante, datos del 2003 de la CSS muestran que sólo el 45% del total de asegurados consulta en esta institución.
Es evidente que la mayoría de la población padece de enfermedades prevenibles con una inversión de bajo costo, y otro segmento importante de la misma sufre enfermedades crónicas que requieren una consulta e hospitalización recurrente.
Las tesis de Dover y Lalonde (que no comparto totalmente) indican que de las cuatro determinantes de la salud, la que menor incide en las enfermedades es el sistema de salud. En consecuencia, son el ambiente, los estilos de vida, el trabajo y la biología los que mayor impacto tienen en los proceso de salud y enfermedad de las poblaciones.
Afirmar que con un nuevo sistema de salud se revertirá la muerte y la enfermedad es una falacia y, de mayor profundidad, al decir que con las citas más accesible etc., se logrará este objetivo.
Las causas de muerte, discapacidad y enfermedades hay que buscarlas en la pobreza en que vive el 40% de los panameños, en la exclusión social determinada por la desigual distribución de la riqueza, en la corrupción de aquellos funcionarios del sector público y privado que secuestran fondos a expensas de la protección social con el objeto de enriquecerse.
Resolver esos problemas es empezar a caminar hacia mejorar la calidad vida, reducir la muerte y la discapacidad del 80% de los panameños en plena indefensión social. Es en este escenario, sustentado con una política económica hacia los pobres, en una política social contra la exclusión, que se debe partir para la reconstrucción de un sistema público de salud en la que se reencuentren las funciones esenciales de la salud pública y la medicina curativa por tantos años divorciadas en sus intervenciones hacia la población. Pero este sistema requiere sostenibilidad económica, que no puede reducirse al secuestro permanente de los fondos del Programa de Enfermedad y Maternidad y del Programa de Riesgos Profesionales de la CSS, con el objeto de reducir las aportaciones del Estado para los efectos de sus créditos internacionales y de la ampliación del Canal.
Creemos en un sistema público de salud, pero financiado por completo por parte del Estado con cargo a los sectores de mayor rentabilidad económica: el bancario, el de juegos al azar, el del Canal y el de las empresas y personas con mayores ingresos. En este contexto, la salud sería gratuita para todos los panameños, lográndose los objetivos de la equidad e igualdad de oportunidades.
Algunos fariseos y saduceos de la salud afirman que el país gasta mucho dinero en este sector, ya que el gasto con respecto al PIB está cerca del 7.5% pero cuando analizamos el gasto per cápita, resulta que es de $212, que es el gasto para los países de bajos ingresos; ya que, según la CEPAL, debe ser entre $438 a $640, que es el promedio mundial.
Por otro lado, el propio Banco Mundial señala que el gasto per cápita debe ser entre $342 a $677 para países de ingresos mediano, bajo y alto, respectivamente.
En consecuencia, se hace necesario invertir más en salud para revertir el bajo gasto per cápita en salud, y ello es posible aumentado la productividad del trabajo en términos tecnológicos y de la fuerza laboral con programas de alta efectividad sanitaria en los lugares de trabajo.
[email protected]
La ausencia de un diagnóstico del estado de salud ha demostrado ser la base de lo que afirmo. Se ha hecho énfasis en aspectos inmediatos que sufren los pacientes: mora quirúrgica, citas con especialidades, etc., pero nunca se ha planteado el problema de la vida y la muerte de los panameños, a pesar que todos los informes elaborados hasta la fecha (ver el del MINSA del 2005) indican que se asiste a un aumento de los años potenciales de vida perdidos por la muerte prematura. Tampoco se plantea que la discapacidad en poblaciones activas está llegando a niveles que ningún país del mundo presenta. En efecto, se trata del 3% de la población activa ocupada (no debe ser superior al 1%).
Por otro lado, se dice que hay más de 150,000 personas con discapacidad, lo que equivale a un 5% de la población total; pero el censo del 2000 registra cerca de 52,197 casos, todos relacionados con la discapacidad de nacimiento o adquirida en los años de la niñez y de la adolescencia.
En materia de enfermedades, el número de consultas otorgadas por la Caja de Seguro Social (CSS) y el Ministerio de Salud (MINSA) es de 2.5 veces la población del país, indicando con ello que todos los panameños se enferman cada año. No obstante, datos del 2003 de la CSS muestran que sólo el 45% del total de asegurados consulta en esta institución.
Es evidente que la mayoría de la población padece de enfermedades prevenibles con una inversión de bajo costo, y otro segmento importante de la misma sufre enfermedades crónicas que requieren una consulta e hospitalización recurrente.
Las tesis de Dover y Lalonde (que no comparto totalmente) indican que de las cuatro determinantes de la salud, la que menor incide en las enfermedades es el sistema de salud. En consecuencia, son el ambiente, los estilos de vida, el trabajo y la biología los que mayor impacto tienen en los proceso de salud y enfermedad de las poblaciones.
Afirmar que con un nuevo sistema de salud se revertirá la muerte y la enfermedad es una falacia y, de mayor profundidad, al decir que con las citas más accesible etc., se logrará este objetivo.
Las causas de muerte, discapacidad y enfermedades hay que buscarlas en la pobreza en que vive el 40% de los panameños, en la exclusión social determinada por la desigual distribución de la riqueza, en la corrupción de aquellos funcionarios del sector público y privado que secuestran fondos a expensas de la protección social con el objeto de enriquecerse.
Resolver esos problemas es empezar a caminar hacia mejorar la calidad vida, reducir la muerte y la discapacidad del 80% de los panameños en plena indefensión social. Es en este escenario, sustentado con una política económica hacia los pobres, en una política social contra la exclusión, que se debe partir para la reconstrucción de un sistema público de salud en la que se reencuentren las funciones esenciales de la salud pública y la medicina curativa por tantos años divorciadas en sus intervenciones hacia la población. Pero este sistema requiere sostenibilidad económica, que no puede reducirse al secuestro permanente de los fondos del Programa de Enfermedad y Maternidad y del Programa de Riesgos Profesionales de la CSS, con el objeto de reducir las aportaciones del Estado para los efectos de sus créditos internacionales y de la ampliación del Canal.
Creemos en un sistema público de salud, pero financiado por completo por parte del Estado con cargo a los sectores de mayor rentabilidad económica: el bancario, el de juegos al azar, el del Canal y el de las empresas y personas con mayores ingresos. En este contexto, la salud sería gratuita para todos los panameños, lográndose los objetivos de la equidad e igualdad de oportunidades.
Algunos fariseos y saduceos de la salud afirman que el país gasta mucho dinero en este sector, ya que el gasto con respecto al PIB está cerca del 7.5% pero cuando analizamos el gasto per cápita, resulta que es de $212, que es el gasto para los países de bajos ingresos; ya que, según la CEPAL, debe ser entre $438 a $640, que es el promedio mundial.
Por otro lado, el propio Banco Mundial señala que el gasto per cápita debe ser entre $342 a $677 para países de ingresos mediano, bajo y alto, respectivamente.
En consecuencia, se hace necesario invertir más en salud para revertir el bajo gasto per cápita en salud, y ello es posible aumentado la productividad del trabajo en términos tecnológicos y de la fuerza laboral con programas de alta efectividad sanitaria en los lugares de trabajo.
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