Panamá
Sobre el aleccionador conflicto bélico en Ucrania
La vida parece surgir a cambio de los precios caros de los sufrimientos básicos del hombre; son esos raros momentos en los que los comunes se hacen héroes y los héroes de pantalla dejan ya de ser la realidad dinámica.
- Arnulfo Arias O.
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- - Publicado: 08/3/2022 - 12:00 am
En medio de una era que, para la humanidad, parece fría, distante, plástica, electrónica, hemos visto un resurgimiento momentáneo de lo que hace al hombre ser un hombre; lamentablemente, esa vorágine de pasiones ha tenido que surgir en medio de un conflicto bélico que amenaza la propia paz mundial. Sin embargo, hemos podido presenciar el renacimiento de los sentimientos nacionalistas, que creíamos ya globalizados y dispersos. Hombres y mujeres y comunidades enteras defendiendo sus hogares y sus territorios ante la amenaza de una invasión extranjera; muestras de heroísmo entre los profesionales de la medicina, que pensábamos que hoy eran solo letra impresa en los solares de la historia; dolores profundos ante la separación de padres y de hijos, sentidos como debe ser, sin los hemogramas de los infantiles "emojis" que se nos filtran diariamente en nuestras conversaciones electrónicas.
La vida parece surgir a cambio de los precios caros de los sufrimientos básicos del hombre; son esos raros momentos en los que los comunes se hacen héroes y los héroes de pantalla dejan ya de ser la realidad dinámica. Tal vez estos cataclismos sociales son precisamente el caldo de cultivo para el cambio decidido de los rumbos de la humanidad; tal vez nos alertan nuevamente sobre aquellas cosas que, como actores pasivos, hemos dejado de pensar por nuestra propia cuenta en este mundo. Me refiero a la existencia real de tiranos gobernantes y psicópatas, a baños de sangre de cientos de personas inocentes, a la violencia exagerada y sin razón alguna en contra de la humanidad. Estos episodios nos recuerdan lo que somos en esencia y hacia dónde deberíamos navegar en el curso de la breve y pasajero de la historia de la humanidad. Situaciones como las que hoy vivimos, hacen que se encienda nuevamente en el espíritu del hombre la solidaridad, la compasión y la hermandad, atributos todos que habían sido relegados en un frío recuerdo, ya distante de nosotros mismos.
La tecnología actual es buena, pero tiende a poner sobre nosotros las cortinas que parecen alienarnos de lo que somos y de lo que hemos sido siempre. Allí, tal vez, es esa alienación está también ese peligro de olvidarse de las guerras, de los conflictos, de los odios y la intolerancia que lleva la semilla del genoma del que provenimos todos por igual. Nada justifica la violencia sin sentido; pero nos seguirá como una sombra a todas partes, sin importar el grado de tecnología y de ciencia digerida que podamos algún día desarrollar. Las situaciones como las que vive el mundo hoy, nos despiertan a la reflexión como individuos y, a veces, como colectividad. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a aprender de los errores de la historia? ¿Hasta dónde dejaremos que se escalen, por encima del razonamiento, los niveles altos de la tolerancia hacia la atrocidad y hacia esos crímenes de guerra por los que se ha pagado un alto precio ya en nuestro pasado como humanidad? Son temas que parecieran muy distantes de nuestra diaria actividad, pero que forman una parte íntegra de nuestra propia responsabilidad social en este mundo tan pequeño, diminuto y egocéntrico.
Sin duda pasará el conflicto bélico de Ucrania; pero, ¿a qué costo? Si por lo menos estos hechos nos hacen un llamado responsable hacia la contemplación de realidades que son propias de los hombres, que nos atan a la vida misma más raizal y nos muestran lo que somos capaces de hacer, para bien o para mal, tal vez no será en vano todo lo ocurrido, y la pérdida de vidas humanas tendrá entonces nuevamente un episodio de lección muy personal en cada uno de nosotros.
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