Sobre la importancia de la integración y desarrollo nacional
Desde afuera se nos mira unidos, contemplando los destinos globales del comercio que se canalizan por medio de nosotros; pero a lo interno hay una falta manifiesta de cohesión, de planeamiento, de unidad de criterios sobre lo que queremos todos como una nación.
No se trata de un Panamá calzado por asfalto y luces de neón y de otro Panamá que es condenado a vías de lodo, falta de infraestructura básica, salud y de vivienda. Foto: Archivo. Epasa.
“Una casa dividida contra sí misma, no se mantendrá en pie”, Mateo, 12:25
Lincoln acuñó esa frase del Nuevo Testamento en medio de un discurso que llamaba poderosamente a la unidad de su nación, como único remedio en medio de las armas y discordias de la división. Y ese discurso aplica tanto a las familias, como la sociedad. Una casa dividida no puede subsistir en el tiempo.
Ahora mismo somos una nación dividida; dividida en decisiones de gobierno que afectan a toda una colectividad dispersa y fragmentada; dividida por los acreedores que persisten en exigir a los deudores el cumplimiento de sus obligaciones en medio de razones válidas que verdaderamente son una excepción al cumplimiento; divisiones como ciudadanos, que no sabemos cuáL realmente es ese norte que tenemos y que carecemos de una visión de patria para legar a los que vienen; división entre los ciudadanos y entre los que ostentan el ejercicio delegado del poder.
En fin, la división es franca y es abierta y es notoria. Pero el problema de esa división no es tanto su existencia, sino que con el tiempo se convierta en hábito y costumbre; que pasivamente miremos los abismos entre unos y entre otros y eso no nos llame la atención, ni nos sorprenda en forma alguna.
Panamá siempre ha sido muy pequeña en geografía, pero grande en sus destinos para el mundo. Desde afuera se nos mira unidos, contemplando los destinos globales del comercio que se canalizan por medio de nosotros; pero a lo interno hay una falta manifiesta de cohesión, de planeamiento, de unidad de criterios sobre lo que queremos todos como una nación.
Unidos hacia el mundo y separados a nuestro interior. Separados, sin embargo, no tanto por rivalidades pasajeras, sino más bien por mera inercia, por falta de interés, por falta de un sentido propio de comunidad integrada y de destino.
¿Qué se puede hacer entonces ante esta evidente dispersión en nuestra patria? Tal vez, podemos comenzar por reagruparnos solidariamente. No se trata de un Panamá calzado por asfalto y luces de neón y de otro Panamá que es condenado a vías de lodo, falta de infraestructura básica, salud y de vivienda.
Al final, todos somos uno y en la integración del desarrollo unificado podría también estar la base misma de la unificación como nación.
El desarrollo debe abarcar cada sitio de la geografía nacional, evitando así esos grandes congestionamientos en las urbes y el balance inapropiado de ese desarrollo en nuestros pueblos.
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Si no se adopta ya esa visión de integración y desarrollo equitativo nacional, tendremos un mañana saturado por esos cinturones de pobreza que se amarran y se aprietan en las periferias de las grandes capitales; seguiremos siendo extraños en nuestro propio suelo, fragmentado por distintas realidades y fronteras que dividen el país, entre aquellos que gozan hoy del beneficio del progreso y aquellos que solo viven con el sueño muy remoto de alcanzar ese progreso un día.
Abogado.