Sopa de aleta de tiburón
En la síntesis de la codicia no importa la mercancía. El 'tiburón' humano puede comerciar con aletas o con metralletas. ¿De qué vive esa gente? ...
En la síntesis de la codicia no importa la mercancía. El 'tiburón' humano puede comerciar con aletas o con metralletas. ¿De qué vive esa gente? ...
- Manuel Rivas ([email protected])
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- - Publicado: 25/11/2015 - 12:00 am
En la síntesis de la codicia no importa la mercancía. El 'tiburón' humano puede comerciar con aletas o con metralletas. ¿De qué vive esa gente? ?preguntó Rui Araujo. Y le respondieron: ? ¡Vive del hambre! Cuando tuvo lugar esta conversación, Araujo, un periodista portugués, estaba en un pesquero dedicado a la caza de tiburón. No hablo de pesca deportiva para pirados, al estilo de la que narró Hunter S. Thompson en La gran caza del tiburón.
La caza de la que hablamos ahora es, en realidad, una masacre industrial. Una caza masiva, sin límite, en la que la pieza codiciada es la aleta del escualo. En muchos casos se les amputan los miembros y se arroja a los moribundos al mar. Se calcula que unos cien millones son sacrificados al año en los océanos, y varias de sus especies están al borde de la extinción. Todo por la sopa de aleta de tiburón.
Y respecto del actual proceso de aniquilación de los escualos, ha sido Barack Obama uno de los pocos mandatarios que han impulsado iniciativas, la Ley de Conservación de Tiburones, con la prohibición, entre otras medidas, del comercio y venta de las aletas.
Somos lo que recordamos. Somos lo que olvidamos. Y somos lo que comemos. Y ahora que se multiplican los programas de gastronomía en las televisoras, también podríamos añadir: somos lo que vemos cocinar. La cocina, en todos los sentidos, es buena para pensar. Por ejemplo, y a propósito de esos programas, tan sugestivos y populares, llama la atención que apenas participen mujeres, como concursantes o jueces, sabiendo que son las que cocinan en el 90% de los hogares. El "somos lo que comemos" es una idea del filósofo Ludwig Feuerbach: "Si se quiere mejorar la vida del pueblo, en vez de discursos contra los pecados, denle mejores alimentos. El hombre es lo que come". Y lo que no, Ludwig.
La sopa de aleta de tiburón se degusta en restaurantes de Taiwán o Japón, por gente que nunca acertaría a entender el significado de la frase haitiana: "Comerse las propias encías".
Ese era el sentido del diálogo que reproduce Rui Araujo. Él está en un barco para narrar lo que ocurre en una de las rutas de la caza industrial del tiburón. Tienen que hacer una escala imprevista a la altura de un pequeño poblado en la costa extrema de Cabo Verde. Esas familias practican la pesca artesanal, pero hay largas temporadas que no pueden salir al mar. ? ¿Y de qué vive esa gente? ? ¡Vive del hambre!
Sería muy interesante que en cualquiera de esos programas de gastronomía, participase alguna vez una de esas personas que cocinan el hambre, con recetas del hambre, como aquella nana a la cebolla.
Periodista/Centro de Colaboraciones Solidarias.
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