Tipología, morfología y ecología
Publicado 2000/10/08 23:00:00
- Ginebra
La configuración física de la ciudad de Panamá fue influida por la franja del territorio denominada Zona del Canal, ocupada y administrada por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica hasta finales del año 1999. De trazado predominantemente cuadrículo, limitada al SE por la Bahía de Panamá, creció longitudinalmente en dirección NE. Su estructura arterial se definió por las Avenida Central/Vía España, Perú, Justo Arosemena/Calle 50, Balboa/Vía Israel, Nacional/Bolívar/Transístmica. La periferia estaba escasamente poblada, y los problemas de accesibilidad a los servicios y a los lugares de trabajo eran apenas perceptibles. Predominaba un desarrollo especulativo y era notoria la ausencia de espacios libres para promover la interacción social. La función social de la ciudad era asunto relegado a menor importancia. Esas condiciones persisten.
Algunos hechos, a mi juicio relevantes, contribuyeron a definir la estructura de lo que es hoy la tipología y la morfología de la ciudad de Panamá. Ambas ejercen influencia sobre la ecología, y por su continuo deterioro, es importante estudiar su evolución a la luz de las causas que le dieron forma.
Anticipamos que la ausencia de la acción planificadora, y una organización administrativa capaz de coordinar las acciones entre las principales instituciones de gobiernos responsables por los diferentes aspectos del desarrollo, permitieron la proliferación de decisiones ejecutadas independientes y aisladamente fuera de un contexto ordenado.
El Acuerdo No. 70 de 23 de junio de 1960 aprobó extender los límites de la ciudad y especificó, a partir de esa fecha, un plazo de dos años para la preparación del Plan Director. No se zonificó el área incorporada como correspondía para ordenar la expansión, lo que permitió desarrollos improvisados y especulativos progresivos sin una orientación coherente.
A lo largo de las décadas de los años 60 y 70, se llevaron a cabo obras de todo tipo: Se construyó la Avenida Ricardo J. Alfaro (Tumba Muerto) que abrió el compás para la construcción de urbanizaciones en un amplio sector baldío colindando con la Zona del Canal, hoy Areas Revertidas (AR). Uno de los objetivos de expeditar los traslados al Aeropuerto Internacional de Tocumen quedó eclipsado, en su tramo y en los subsiguientes, por las múltiples intersecciones y actividades de todo tipo a lo largo del trayecto; redujeron la velocidad de los flujos vehiculares y aumentaron los tiempos de traslados. Esto justificó la construcción reciente del Corredor Sur, una obra urbanística, ecológica y socialmente cuestionable -el fallo reciente del Tribunal Centroamericano del Agua así lo confirma- de visos mercantilistas.
Las urbanizaciones dormitorios que construyeron y se siguen construyendo (formales e informales para acomodar a la población migrante), un concepto deshechado por años, dominaron el crecimiento en la periferia. Los desarreglos en los usos del suelo en general, y la concentración de las oportunidades de trabajo en el centro hicieron y hacen intensificar cada vez más el uso del transporte público y privado para los traslados obligatorios.
No obstante la negligencia previa, por Resolución No. 19-96 de 23 de febrero de 1996, 36 años después, se repite el error de extender los límites de la ciudad sin zonificar el espacio incorporado. Las migraciones campo/ciudad continuaron, y hoy las consecuencias pesan sobre el desarrollo de la ciudad.
Treinta y nueve años sin contar con un Plan Director y de efectuar inversiones millonarias, se contrata una firma foránea que preparó el Plan Metropolitano de Panamá (PMP). Simultáneamente se elaboró el Plan General de Usos de las AR (cuenca del canal), que intersecta el área del PMP, sin la coordinación visible entre los dos.
Los 11 distritos que conformamos el PMP, son casi todos de poca solvencia económica, pero la independencia en la toma de decisiones en materia de su desarrollo es evidente. No se conoce de autoridad metropolitana para implementar las propuestas del PMP, y los problemas de todo tipo son cada vez más agudos reflejados en un tránsito intolerable. Los congestionamientos en la ciudad ya no son durante las horas am./pm., sino a toda hora del día. El número de autos aumenta y también los accidentes y la contaminación ambiental.
Así las cosas, la ciudad, de tipología sui géneris, crece longitudinalmente en todas las direcciones. Se construyeron corredores que aumentaron los peligros de la contaminación, se destruyeron la flora, y la propiedad privada; las disposiciones constitucionales para protegerlas parecen poco relevantes, en un entorno de morfología, el suministro y la calidad del agua tomable, los ruidos y la estética visual de amplios sectores. Aumenta también el consumo de energía, los costos generales y, peor aún, se deteriora la salud física y mental de la población, y la seguridad de las personas. Ahora se pagan peajes dentro de la ciudad.
El adefesio vial de la Avenida Balboa que separa la Urbanización Paitilla de Marbella, es el resultado de la soberbia, la indiferencia y los intereses creados. Es una ofensa a la ecología, un desprecio al peatón, y otro monumento a la incultura, a la improvisación y a la especulación. El sistema vial debe ser estudiado en su conjunto por fuentes de reconocida capacidad técnica -hay una profesión idónea- para determinar las alternativas de mejorar los problemas del transporte, dentro de las realidades económicas y sociales del país.
Algunos hechos, a mi juicio relevantes, contribuyeron a definir la estructura de lo que es hoy la tipología y la morfología de la ciudad de Panamá. Ambas ejercen influencia sobre la ecología, y por su continuo deterioro, es importante estudiar su evolución a la luz de las causas que le dieron forma.
Anticipamos que la ausencia de la acción planificadora, y una organización administrativa capaz de coordinar las acciones entre las principales instituciones de gobiernos responsables por los diferentes aspectos del desarrollo, permitieron la proliferación de decisiones ejecutadas independientes y aisladamente fuera de un contexto ordenado.
El Acuerdo No. 70 de 23 de junio de 1960 aprobó extender los límites de la ciudad y especificó, a partir de esa fecha, un plazo de dos años para la preparación del Plan Director. No se zonificó el área incorporada como correspondía para ordenar la expansión, lo que permitió desarrollos improvisados y especulativos progresivos sin una orientación coherente.
A lo largo de las décadas de los años 60 y 70, se llevaron a cabo obras de todo tipo: Se construyó la Avenida Ricardo J. Alfaro (Tumba Muerto) que abrió el compás para la construcción de urbanizaciones en un amplio sector baldío colindando con la Zona del Canal, hoy Areas Revertidas (AR). Uno de los objetivos de expeditar los traslados al Aeropuerto Internacional de Tocumen quedó eclipsado, en su tramo y en los subsiguientes, por las múltiples intersecciones y actividades de todo tipo a lo largo del trayecto; redujeron la velocidad de los flujos vehiculares y aumentaron los tiempos de traslados. Esto justificó la construcción reciente del Corredor Sur, una obra urbanística, ecológica y socialmente cuestionable -el fallo reciente del Tribunal Centroamericano del Agua así lo confirma- de visos mercantilistas.
Las urbanizaciones dormitorios que construyeron y se siguen construyendo (formales e informales para acomodar a la población migrante), un concepto deshechado por años, dominaron el crecimiento en la periferia. Los desarreglos en los usos del suelo en general, y la concentración de las oportunidades de trabajo en el centro hicieron y hacen intensificar cada vez más el uso del transporte público y privado para los traslados obligatorios.
No obstante la negligencia previa, por Resolución No. 19-96 de 23 de febrero de 1996, 36 años después, se repite el error de extender los límites de la ciudad sin zonificar el espacio incorporado. Las migraciones campo/ciudad continuaron, y hoy las consecuencias pesan sobre el desarrollo de la ciudad.
Treinta y nueve años sin contar con un Plan Director y de efectuar inversiones millonarias, se contrata una firma foránea que preparó el Plan Metropolitano de Panamá (PMP). Simultáneamente se elaboró el Plan General de Usos de las AR (cuenca del canal), que intersecta el área del PMP, sin la coordinación visible entre los dos.
Los 11 distritos que conformamos el PMP, son casi todos de poca solvencia económica, pero la independencia en la toma de decisiones en materia de su desarrollo es evidente. No se conoce de autoridad metropolitana para implementar las propuestas del PMP, y los problemas de todo tipo son cada vez más agudos reflejados en un tránsito intolerable. Los congestionamientos en la ciudad ya no son durante las horas am./pm., sino a toda hora del día. El número de autos aumenta y también los accidentes y la contaminación ambiental.
Así las cosas, la ciudad, de tipología sui géneris, crece longitudinalmente en todas las direcciones. Se construyeron corredores que aumentaron los peligros de la contaminación, se destruyeron la flora, y la propiedad privada; las disposiciones constitucionales para protegerlas parecen poco relevantes, en un entorno de morfología, el suministro y la calidad del agua tomable, los ruidos y la estética visual de amplios sectores. Aumenta también el consumo de energía, los costos generales y, peor aún, se deteriora la salud física y mental de la población, y la seguridad de las personas. Ahora se pagan peajes dentro de la ciudad.
El adefesio vial de la Avenida Balboa que separa la Urbanización Paitilla de Marbella, es el resultado de la soberbia, la indiferencia y los intereses creados. Es una ofensa a la ecología, un desprecio al peatón, y otro monumento a la incultura, a la improvisación y a la especulación. El sistema vial debe ser estudiado en su conjunto por fuentes de reconocida capacidad técnica -hay una profesión idónea- para determinar las alternativas de mejorar los problemas del transporte, dentro de las realidades económicas y sociales del país.
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