¡Torpes, torpes, torpes! brutos
Quisiera pensar que fue un desliz del Señor Presidente y creo que habrá de tener bien claro que nunca debió opinar así respecto a un grandísimo sector de la población que ha optado por la no inoculación de la vacuna Pfizer, AstraZeneca o Moderna contra la Covid-19.
- Silvio Guerra Morales
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- - Publicado: 19/11/2021 - 12:00 am
He sostenido, públicamente, que el señor Presidente de la República, Licdo. Manuel Cortizo Cohen (a) Nito, ha cometido un grave, pero muy grave desliz. Desde el momento en que calificó como "torpes" a quienes no se han vacunado (Entre ellos el suscrito), generó o encausó, sin justificación alguna, ilegítimas agresiones, ofensas, a la dignidad de un enorme y poderoso sector de la población panameña, esto es, hacia quienes hemos optado por la no vacunación.
La cuestión es sencilla: Cómo llamar torpe a una persona que, sencillamente, tan solo está haciendo uso correcto del principio de la autonomía de la voluntad, mismo que es un principio basal a todo ordenamiento jurídico, aquí y en cualquier parte del mundo, y que toma o adopta la decisión, libre de toda presión, intimidación, coacción o amenazas, y acaso ello da lugar o encausa la ofensa para que se le tilde o califique de ciudadano "torpe"?
En psiquiatría y en psicología, cuando usted busca el significado de la palabra "torpeza", esta es definida como la cualidad o condición que tiene la persona a la cual se le atribuye no tener la capacidad para realizar determinados actos motores, y esto sucede también como consecuencia de que no tiene la capacidad para comprender y entender conforme a un coeficiente de inteligencia mínimo la magnitud o transcendencia del acto que realiza o desarrolla. Luego, la torpeza, hace relación a un problema conductual y que tiene arraigo o bases de estricta naturaleza siquiátrica y psicológica.
Entre todos los principios orientadores de nuestro constitucionalismo (Preámbulo), rescato lo concerniente a la dignidad nacional, concepto este que soslayó el primer mandatario al llamarnos torpes a quienes hemos venido manteniendo y defendiendo la seria y objetiva postura de la no inoculación contra la Covid/19.
Sobran las razones y sobran las bases científicas para sostener esto conforme se nos informa de parte de los mejores epidemiólogos y científicos del mundo. Todo es una vergonzosa carrera en pro de las vacunas. Tarde o temprano se sabrá qué hay de fondo en todo esto. La inteligencia, precisamente, la conciencia, la razón, me instan a decirlo.
El Presidente de la República, cuando toma posesión, jura ante el Altar de la Patria: sin embargo, ese juramento también incluye que debe respetar y defender la dignidad humana, por ello, luego, cómo entender la norma constitucional que en su artículo 17, prescribe que las autoridades de la nación están instituidas para proteger en su vida, honra y bienes a todos nacionales, extranjeros, residentes, transeúntes que se encuentran en territorio nacional y que el Presidente, sin tapujo ni reparo alguno, exclame, a viva voz, ¿que somos "torpes" los que no nos vacunamos y que jugamos con la vida de los vacunados?
Quisiera pensar que fue un desliz del Señor Presidente y creo que habrá de tener bien claro que nunca debió opinar así respecto a un grandísimo sector de la población que ha optado por la no inoculación de la vacuna Pfizer, AstraZeneca o Moderna contra la Covid-19. Por ello, respetuosamente, le sugiero que adopte la postura del hombre sabio: ¡Discúlpese ante la nación señor Presidente! ¡Merecemos todo el respeto!
Todo ello, desde luego, motivado en el pensamiento de que un Presidente debe ser un guía, un orientador, un hombre que desde el plano del ejercicio del poder político debe encausar consensos, no disensos; sembrar unión y no división, máxime, en medio de una sociedad que exclama y reclama más participación en el progreso y desarrollo de la nación. No podemos, de ninguna manera, aceptar que son torpes o faltos de inteligencia o que atentamos contra la vida de los vacunados, todas aquellas personas, entre ellas yo, que no nos hemos inoculado.
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He sostenido, en ese sentido, que la intensidad puesta en el discurso de la agenda gubernamental teniendo como propósito único que toda la población esté vacunada, incluidos los niños entre 5 a 12 años, es algo que no podemos permitirnos quienes vivimos preocupados por las cuestiones propias de la dignidad nacional.
Resulta ser que los mismos médicos que hoy día, con denuedo e irreflexivamente, aúpan la vacunación, inicialmente, ellos, decían que los niños no necesitaban ningún tipo de vacuna frente a la Covid/19, porque tienen el sistema inmunológico bien desarrollado, fortalecido, y si los niños no están enfermos, entonces, ¿por qué ponerles una vacuna con la cual hay grandes dudas, como he dicho, más incertidumbre y desasosiego, desaciertos e inseguridad en lo tocante a su supuesta eficacia o efecto positivo en la salud humana?
¡Dios bendiga a la Patria!
Abogado.
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