Truco oriental para vencer el temor
Publicado 2006/07/24 23:00:00
- Eduardo Soto P.
Con todo lo que está pasando en el país, no demorarán en atacar a los periodistas que empiecen a revelar identidades.
Los budistas dicen que el origen del miedo está en que no sabemos que el mundo no existe en realidad y que los fenómenos que percibimos son más bien producto de la imaginación. Los seguidores de Buda aseguran que, cuando comprendamos que los acontecimientos a nuestro alrededor son proyecciones de la mente, al igual que los objetos en un sueño, todos nuestros miedos y problemas desaparecerán.
Menos mal. Eso quiere decir que el cuerpo sin vida de Franklin Brewster, el PTJ a quien la mafia de la droga mandó envenenar, es un sueño, como también lo es el ingenioso artilugio con el que incendiaron el Tribunal Marítimo, donde redujeron a cenizas expedientes de algunos casos sensitivos, y lo hicieron a control remoto. Si Buda tiene razón, no es tan cierto entonces que quienes hayan cometido estos dos actos criminales son expertos en el arte de hacer daño, sin dejar pistas.
No debo preocuparme por aquel misterioso maletín que alertó a los perros antibombas en el edificio AVESA, donde funcionan algunas fiscalías y, por coincidencia, tienen detenidos a narcotraficantes "especiales". Es pura alucinación que ahora se diga que no era un mensaje explosivo, sino la improvisada almohada de un indigente.
Otro sueño horrible es la renuncia del fiscal de Drogas Patricio Candanedo, quien en la carta de despedida sugiere que su jefa, la procuradora Ana Matilde Gómez, (¡ojo con esta imaginería!) responde a los mandatos del narcotráfico, y para proteger la identidad de "peces gordos" ha desmantelado todo el aparato antinarcóticos del país.
Es un mal sueño el expediente de la operación "Océanos Gemelos", en el que empresarios, banqueros, periodistas, dueños de medios y políticos de alto perfil en Panamá aparecen vinculados al más sanguinario narcotraficante del momento: Pablo Rayo Montaño.
Veo los nombres de esos personajes importantes anotados en mi libreta, los tengo bajo el título "Investigación vida o muerte", y me sorprende un escalofrío en las manos. Ahora sé que tiemblo porque estoy soñando.
Menos mal. Eso quiere decir que el cuerpo sin vida de Franklin Brewster, el PTJ a quien la mafia de la droga mandó envenenar, es un sueño, como también lo es el ingenioso artilugio con el que incendiaron el Tribunal Marítimo, donde redujeron a cenizas expedientes de algunos casos sensitivos, y lo hicieron a control remoto. Si Buda tiene razón, no es tan cierto entonces que quienes hayan cometido estos dos actos criminales son expertos en el arte de hacer daño, sin dejar pistas.
No debo preocuparme por aquel misterioso maletín que alertó a los perros antibombas en el edificio AVESA, donde funcionan algunas fiscalías y, por coincidencia, tienen detenidos a narcotraficantes "especiales". Es pura alucinación que ahora se diga que no era un mensaje explosivo, sino la improvisada almohada de un indigente.
Otro sueño horrible es la renuncia del fiscal de Drogas Patricio Candanedo, quien en la carta de despedida sugiere que su jefa, la procuradora Ana Matilde Gómez, (¡ojo con esta imaginería!) responde a los mandatos del narcotráfico, y para proteger la identidad de "peces gordos" ha desmantelado todo el aparato antinarcóticos del país.
Es un mal sueño el expediente de la operación "Océanos Gemelos", en el que empresarios, banqueros, periodistas, dueños de medios y políticos de alto perfil en Panamá aparecen vinculados al más sanguinario narcotraficante del momento: Pablo Rayo Montaño.
Veo los nombres de esos personajes importantes anotados en mi libreta, los tengo bajo el título "Investigación vida o muerte", y me sorprende un escalofrío en las manos. Ahora sé que tiemblo porque estoy soñando.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.