¡Una odisea viajar en autobús!
Publicado 2000/03/21 00:00:00
Quise palpar el mal servicio de que el público hace alusión, cuando se refiere a los autobuses, y como a las cuatro de la tarde, viajé en uno sin siquiera observar su ruta. Me había propuesto tomar el primero que pasara y así lo hice, tocándome uno destartalado, esos que tienen como 20 años. Esto fue lo que vi y oí:
El autobús estaba repleto. Todos los puestos ocupados. En el pasillo del medio dos hileras de personas, agarrados de argollas destruidas por el tiempo, rozando trasero con trasero, mientras en los asientos maltrechos estaban ocupados por personas de todo tipo y edad. Habían dos señoras con sus bebés sentados en su regazo, y paquetes en el suelo entre banca y banca. Un joven, de pie en la puerta de entrada, bloqueaba el libre tránsito de los que subían y bajaban. El conductor vociferaba, opacando el ruido ensordecedor del componente musical, ese que yo tenía entendido estaba prohibido. Cada vez que se hacía una parada los que salían o entraban se batían con los codos por el pasillo central. Calladita yo rezaba, ¡Dios mío, en qué lío me he metido! Mientras el conductor gritaba: "muévanse, muévanse; para atrás, hay puestos para todos; los asientos de la izquierda son para tres personas; el que tiene niño que ocupe puesto que lo cargue, aunque tenga que pagar diez centavos". Los puestos para tres tienen que ser para gente flaca, pensé. No me atrevía abrir mi boca. ¡Estaba aterrorizada! Por suerte ocupaba uno para dos al lado de una veterana en esta clase de transporte. Ella me fue explicando cuándo debía pedir la parada, sin mirar ni a los lados ni para atrás. Por suerte llevaba sencillo y vestía con mi diablo fuerte y mis zapatilla.
Mis ojos observaron un conductor sin modales, muy mal vestido, y sin consideración para con los ancianos, adultos y niños. Iba a velocidad y el autobús se tambaleó varias veces. ¡Qué odisea fue esto para mí y para los compañeros de martirio!
Yo no puedo pensar que son estos transportistas los que arrogantemente piden B/.300 millones prestados para no subir el pasaje. Adorna esta extravagancia la solicitud, que sea al 5% (menos que el de los jubilados en la caja de ahorros que fue 9%), a un plazo de 5 a 7 años. Agregan que si el BN no puede aceptar esta solicitud, que se use, entonces, el FFD. Más que atrevida es esta petición, tan audaz como la de comprar deuda con esos fondos.
El glosario de esta descabellada petición comprende entre varios usos para el producto del préstamo, la renovación de la flota existente; construir nuevos terminales, la compra de respuestos y accesorios etc. Como si fuera poco, la CNT quiere un impuesto preferencial para el combustible que compra. (P/A 3.14.00)
El alza del petróleo ha encarecido todos los aspectos de la vida nacional, empezando por el gas que usamos para cocinar, actualmente a B/35.20 por un tanque de 100 libras que sólo dura un mes. La CNT, pues, no es la única que sufre.
¿Si en 20 años el negocio del transporte no ha sido productivo, por qué no se abandonó éste hace años? ¿Cómo y por qué se han multiplicado los diablos rojos en ese lapso? Lo que si sé es que muchos magnates del transporte se han llenado los bolsillos, descuidando la flota, el servicio y un salario justo, con todos los requisitos de la ley a los palancas, evitando un comportamiento de desespero y grosería.
Aumentar el pasaje en 160% sería tan monstruoso como lo que temerariamente pide la CNT. Sería un martirio viajar en autobús y tener que pagar 40 centavos.
Yo no le prestaría a nadie que en tantos años no ha podido hacer una reserva para los gastos del futuro. Prefiero que se municipalice el transporte como en varios países o que empresas privadas tomen las riendas del asunto. Los ricos sobran en Panamá. La proposición de la CNT no es más que un puntapié a la pobreza ¡Líbranos Dios de todos, de semejante sinverguenzura!
El autobús estaba repleto. Todos los puestos ocupados. En el pasillo del medio dos hileras de personas, agarrados de argollas destruidas por el tiempo, rozando trasero con trasero, mientras en los asientos maltrechos estaban ocupados por personas de todo tipo y edad. Habían dos señoras con sus bebés sentados en su regazo, y paquetes en el suelo entre banca y banca. Un joven, de pie en la puerta de entrada, bloqueaba el libre tránsito de los que subían y bajaban. El conductor vociferaba, opacando el ruido ensordecedor del componente musical, ese que yo tenía entendido estaba prohibido. Cada vez que se hacía una parada los que salían o entraban se batían con los codos por el pasillo central. Calladita yo rezaba, ¡Dios mío, en qué lío me he metido! Mientras el conductor gritaba: "muévanse, muévanse; para atrás, hay puestos para todos; los asientos de la izquierda son para tres personas; el que tiene niño que ocupe puesto que lo cargue, aunque tenga que pagar diez centavos". Los puestos para tres tienen que ser para gente flaca, pensé. No me atrevía abrir mi boca. ¡Estaba aterrorizada! Por suerte ocupaba uno para dos al lado de una veterana en esta clase de transporte. Ella me fue explicando cuándo debía pedir la parada, sin mirar ni a los lados ni para atrás. Por suerte llevaba sencillo y vestía con mi diablo fuerte y mis zapatilla.
Mis ojos observaron un conductor sin modales, muy mal vestido, y sin consideración para con los ancianos, adultos y niños. Iba a velocidad y el autobús se tambaleó varias veces. ¡Qué odisea fue esto para mí y para los compañeros de martirio!
Yo no puedo pensar que son estos transportistas los que arrogantemente piden B/.300 millones prestados para no subir el pasaje. Adorna esta extravagancia la solicitud, que sea al 5% (menos que el de los jubilados en la caja de ahorros que fue 9%), a un plazo de 5 a 7 años. Agregan que si el BN no puede aceptar esta solicitud, que se use, entonces, el FFD. Más que atrevida es esta petición, tan audaz como la de comprar deuda con esos fondos.
El glosario de esta descabellada petición comprende entre varios usos para el producto del préstamo, la renovación de la flota existente; construir nuevos terminales, la compra de respuestos y accesorios etc. Como si fuera poco, la CNT quiere un impuesto preferencial para el combustible que compra. (P/A 3.14.00)
El alza del petróleo ha encarecido todos los aspectos de la vida nacional, empezando por el gas que usamos para cocinar, actualmente a B/35.20 por un tanque de 100 libras que sólo dura un mes. La CNT, pues, no es la única que sufre.
¿Si en 20 años el negocio del transporte no ha sido productivo, por qué no se abandonó éste hace años? ¿Cómo y por qué se han multiplicado los diablos rojos en ese lapso? Lo que si sé es que muchos magnates del transporte se han llenado los bolsillos, descuidando la flota, el servicio y un salario justo, con todos los requisitos de la ley a los palancas, evitando un comportamiento de desespero y grosería.
Aumentar el pasaje en 160% sería tan monstruoso como lo que temerariamente pide la CNT. Sería un martirio viajar en autobús y tener que pagar 40 centavos.
Yo no le prestaría a nadie que en tantos años no ha podido hacer una reserva para los gastos del futuro. Prefiero que se municipalice el transporte como en varios países o que empresas privadas tomen las riendas del asunto. Los ricos sobran en Panamá. La proposición de la CNT no es más que un puntapié a la pobreza ¡Líbranos Dios de todos, de semejante sinverguenzura!
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