Biodiversidad
Una parada del águila pescadora en Panamá
- Keyba M. Pinedo Z. ( opinión@epasa.com)
Especialista en ambiente y entornos virtuales de aprendizaje y funcionaria de la Anam. Después de varios intentos desde el suelo, hasta una rama suspendida, por fin
Especialista en ambiente y entornos virtuales de aprendizaje y funcionaria de la Anam.
Después de varios intentos desde el suelo, hasta una rama suspendida, por fin el águila pescadora se enrumbaba en su viaje migratorio, luego de un accidentado alto en la comunidad de Usdub, corregimiento de Ailigandi en Guna Yala.
Hace varios días, el ave había sido encontrada en la comarca Guna por un habitante de dicha comunidad, en el patio de su residencia en horas de la mañana.
Se sorprendió al verla y pensó que se trataba de un águila harpía. Acto seguido, al ver que no se alejaba ni presentaba signos de temor por su presencia, determinó que estaba enferma o que necesitaba algún tipo de ayuda. Entonces, procedió a amarrar una de sus patas a un tronco y llamar a las autoridades pertinentes, el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) y la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam).
El Senafront acudió rápidamente al lugar, ya que el aldeano les había indicado que se trataba de un ave nacional herida y que se encontraba en su residencia. Al llegar, las autoridades policiales tomaron las declaraciones pertinentes al comunero de cómo había encontrado al ave.
Posteriormente llegaron las autoridades de la Anam e hicieron el reconocimiento del ave y determinaron que se trataba de un águila pescadora, especie conocida como Pandion hailaetus que no tiene parientes cercanos y es la única de su género. A su vez, es el único género de la familia denominada Pandionidae. Es decir, que no se trataba de un águila harpía.
La Anam, al no contar con un centro de rehabilitación para animales, decidió contactar al Parque Municipal Summit para que un veterinario idóneo pudiese examinar, alimentar y monitorear al ave el tiempo que tomara para retomar su vuelo.
El veterinario Julio Reyes fue el encargado de ingresar al águila en el parque Summit. Para pesar el ave, se toma primeramente el peso de la persona que lleva el animal. Luego, a la balanza se sube el animal y el veterinario. Por ende, el peso de diferencia es el del espécimen, que en su momento arrojó un peso de 1.34 kilogramos.
Según el veterinario Reyes, el águila en su exterior se encontraba en óptimas condiciones, es decir, que no presentaba golpes, ni el ala golpeada o sentida, dificultades de movimiento, entre otros posibles problemas. Por tal motivo, necesitaba dejar al ave en reposo para descansar del largo viaje desde la comarca Guna hasta el recinto del parque.
El águila pescadora permaneció en el parque municipal Summit cinco días, fue monitoreada y alimentada por una voluntaria del parque y amante de los animales silvestres. Ella dijo que el ave mientras estuvo en el parque se alimentó de casi una corvina entera diaria y, al momento de darle de alta, había aumentado su peso a 1.62 kilogramos.
En el recinto también habitaban otros animales silvestres; coyotes, lechuzas y un oso hormiguero, en jaulas separadas y, para sorpresa, también se encontraba el embalaje en que vino el águila harpía Panamá.
Las instituciones responsables determinaron que el lugar ideal para liberar al águila pescadora debería ser en el puerto de Cartí, comarca Guna.
La noticia corrió como pan recién horneado por el pueblo, tanto que del centro educativo básico general Saila Olonibiny llamaron al administrador regional de la Anam, comarca Guna, con la finalidad de notificarle que un grupo de niños y niñas deseaban despedir al ave que se detuvo a visitarles.
El 3 de octubre, en el puerto de Cardí se apreciaba la felicidad, ansias y deseos de los niños de la escuela, adultos, moradores e inclusive un representante del Fondo Peregrino, de observar al visitante que continuaría su camino.
Como acto ceremonial, la Anam liberaría al ave a orillas del puerto y le concedió al Senafront la oportunidad de liberar al ave, ya que la asistencia de ellos en cuanto al rescate y traslado del ave fue significativa y ejemplar.
En sus primeros intentos no voló; la desesperación y angustia se hacía notar en el rostro de los presentes y por mí misma, pero gracias al voluntario Vargas González, experto en rapaces del Fondo Peregrino, se descubrieron muchas formas de liberar al ave.
La biodiversidad en el país es envidiable, hermosa y única. Cuidarla depende de todos y cada uno. El ecosistema no debe ser destruido; si así fuera no hubiésemos apreciado la belleza de esta águila pescadora y de cómo el ser humano se esfuerza en unir capacidades para ayudar a los animales silvestres.
Panamá posee una gran población de aves y, durante el periodo migratorio, muchas de ellas emigran entre Sur y Norte América con la finalidad de reproducirse, buscar alimento, cambios de su hábitat o mejores condiciones climáticas.
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