Vigencia de la corrupción
Publicado 2000/06/05 23:00:00
- Aura Alvarado M.
Soy consciente de que con demasiada frecuencia aludo a la necesidad de erradicar la corrupción en nuestro medio. Estoy seguro que esto causa disgusto a muchas personas, pero principalmente a aquellas que tienen algún interés en que no se ventile este asunto de la corrupción, porque de una u otra forma han sido partícipes de la misma. Sin embargo, reitero, todas las soluciones a los ingentes problemas del país pasan por la erradicación de la corrupción.
En cuanto al tema del uso del Fondo Fiduciario para el Desarrollo (FFD), variados sectores han pedido que se especifique, con fines de transparencia, la forma en que se usarán esos fondos. Esto se debe a la desconfianza muy arraigada que se tiene respecto al uso de dineros del Estado por los políticos del patio. Antes de 1968, durante los primeros 21 años de la narcodictadura, y después de la invasión, la corrupción ha sido el tema que está siempre patente y latente.
Personalmente, con base en una serie de circunstancias, por todos conocidas, he opinado en reiteradas ocasiones que en la construcción del Corredor Sur ha habido coimas. Ahora, varios legisladores oficialistas han denunciado coimas en la emisión de bonos y contratos de préstamos por parte del gobierno anterior. Sea que las denuncias lleguen a ser sustentadas o no, el tema de la corrupción está aquí para quedarse. Las razones son múltiples. Es un tema de no acabar.
Por la misma razón, y a manera de aporte a la gestión de la Presidenta Moscoso, he señalado varias acciones que desafortunadamente llevan a la percepción de que algunas cosas no se están manejando diáfana o correctamente. Así como muchos criticamos a la administración precedente, igualmente han proliferado las críticas por el avión y helicóptero presidenciales, el regalo de los relojes cartier, la residencia de descanso presidencial en Punta Mala (que algunos equiparan con Punta Barco), entre otras. Y es que no podemos darnos el lujo de que la corrupción y la percepción de ella continúen in crescendo. No puedo pensar en una mejor manera de contribuir a que nuestra Presidenta desempeñe una efectiva gestión presidencial.
Pienso que la reciente sugerencia que hizo doña Mireya a un grupo de representantes de corregimiento a que se aproximaran al gobierno para gestionar nombramientos públicos fue muy desafortunada. No sé si esto fue una improvisación de la mandataria o si fue un consejo que recibió. Pero lo cierto es que caló mal.
El caso de una funcionaria de recursos humanos del Ministerio de Salud, en el cual la funcionaria ofreció, en blanco y negro, un número plural de puestos al Partido Arnulfista también ha llamado poderosamente la atención, sin importar si posteriormente se le pidió la renuncia a la funcionaria de marras. Esto se ve como la excepción. Estoy seguro de que muchos se preguntan cuántas veces esto se ha hecho, pero no por escrito. El hecho de que la funcionaria haya renunciado sin duda crea la interrogante del número de funcionarios que se han salido con la suya en otras instancias.
En fin, debemos insistir en denunciar todo lo que huela a corrupción si es que queremos que el país progrese al ritmo de sus grandes posibilidades. Mientras tanto, le pido a mis lectores que no se fastidien, porque insisto una y otra vez en la necesidad imperiosa de combatir la corrupción. Creo que esto conviene al país, a menos que me prueben lo contrario. Panamá es inmortal.
En cuanto al tema del uso del Fondo Fiduciario para el Desarrollo (FFD), variados sectores han pedido que se especifique, con fines de transparencia, la forma en que se usarán esos fondos. Esto se debe a la desconfianza muy arraigada que se tiene respecto al uso de dineros del Estado por los políticos del patio. Antes de 1968, durante los primeros 21 años de la narcodictadura, y después de la invasión, la corrupción ha sido el tema que está siempre patente y latente.
Personalmente, con base en una serie de circunstancias, por todos conocidas, he opinado en reiteradas ocasiones que en la construcción del Corredor Sur ha habido coimas. Ahora, varios legisladores oficialistas han denunciado coimas en la emisión de bonos y contratos de préstamos por parte del gobierno anterior. Sea que las denuncias lleguen a ser sustentadas o no, el tema de la corrupción está aquí para quedarse. Las razones son múltiples. Es un tema de no acabar.
Por la misma razón, y a manera de aporte a la gestión de la Presidenta Moscoso, he señalado varias acciones que desafortunadamente llevan a la percepción de que algunas cosas no se están manejando diáfana o correctamente. Así como muchos criticamos a la administración precedente, igualmente han proliferado las críticas por el avión y helicóptero presidenciales, el regalo de los relojes cartier, la residencia de descanso presidencial en Punta Mala (que algunos equiparan con Punta Barco), entre otras. Y es que no podemos darnos el lujo de que la corrupción y la percepción de ella continúen in crescendo. No puedo pensar en una mejor manera de contribuir a que nuestra Presidenta desempeñe una efectiva gestión presidencial.
Pienso que la reciente sugerencia que hizo doña Mireya a un grupo de representantes de corregimiento a que se aproximaran al gobierno para gestionar nombramientos públicos fue muy desafortunada. No sé si esto fue una improvisación de la mandataria o si fue un consejo que recibió. Pero lo cierto es que caló mal.
El caso de una funcionaria de recursos humanos del Ministerio de Salud, en el cual la funcionaria ofreció, en blanco y negro, un número plural de puestos al Partido Arnulfista también ha llamado poderosamente la atención, sin importar si posteriormente se le pidió la renuncia a la funcionaria de marras. Esto se ve como la excepción. Estoy seguro de que muchos se preguntan cuántas veces esto se ha hecho, pero no por escrito. El hecho de que la funcionaria haya renunciado sin duda crea la interrogante del número de funcionarios que se han salido con la suya en otras instancias.
En fin, debemos insistir en denunciar todo lo que huela a corrupción si es que queremos que el país progrese al ritmo de sus grandes posibilidades. Mientras tanto, le pido a mis lectores que no se fastidien, porque insisto una y otra vez en la necesidad imperiosa de combatir la corrupción. Creo que esto conviene al país, a menos que me prueben lo contrario. Panamá es inmortal.
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