La diversidad de actividades que se pueden realizar en esta región cada vez atrae a más gente
Bocas del Toro tiene una manera distinta de pasar el jolgorio del Carnaval
- Leonardo Machuca G. (provincias.pa@epasa.com)
Turistas y capitalinos viajan para disfrutar de la alegría de los bocatoreños, la música, el baile y la belleza de los paisajes que ofrecen los diferentes lugares que tiene la provincia.


Cada vez son más los turistas nacionales y extranjeros que se dan cita durante las fechas de Carnaval en la provincia de Bocas del Toro...
Cada vez son más los turistas nacionales y extranjeros que se dan cita durante las fechas de Carnaval en la provincia de Bocas del Toro, principalmente en las islas Colón, Carenero y Bastimento.
Ellos buscan algo diferente y lo encuentran.
La travesía se inicia desde cualquier punto del país o del extranjero, por vía aérea, terrestre o marítima.
Es una verdadera aventura con belleza natural indescriptible que se aprecia durante el tiempo que demora llegar.
Son diez horas por tierra, desde la ciudad de Panamá, casi igual cantidad en yate o ferry desde la provincia de Colón, 45 minutos en avión desde el aeropuerto de Albrook, en la ciudad capital, y media hora desde el puerto de Almirante.
Este sábado, como es tradición, las familias se fueron de paseo en lanchas a observar delfines, arrecifes, aves exóticas, a bañarse en las transparentes aguas de los cayos Zapatillas, Bocas del Drago, playa Estrella o del Istmito, entre otros lugares atractivos de la región.
Para horas de la tarde, la mojadera, música calipso, de salsa, típico, tecno y cuanto género exista, se escuchaban a lo largo de la calle tercera, arteria principal de la celebración en Isla Colón, el lugar está abarrotado de kiosquitos, locales de hospedaje, restaurantes, refresquerías, muchos de ellos propiedad de extranjeros que también aportan su música para clientes estadounidenses, europeos, de Brasil y una gran cantidad de nacionalidades que aportan un aspecto diferente a la fiesta.
Llegaron las comparsas
A las seis de la tarde, salen las comparsas y los diablitos, el ritmo contagia a propios y extraños.
Los más versados mueven su cuerpo al ritmo de la música, los que menos saben lo intentan, pero no con los mismos resultados.
El enjambre de personas sin importar las edades ni país de procedencia le dan el toque preciso a los días de Carnaval, gozadera sin descanso o con pausas de horas para seguir el delirio.
Eran las 11 de la noche cuando los sudados y mojados participantes del jolgorio se retiraron a sus casas, hoteles, yates o ferries a cenar y cambiarse de ropa para regresar, pero esta vez a una vida nocturna activa y para todos los gustos.
Las discotecas están desde en un barco transformado para tal fin, un rancho a orillas del mar, otros locales en media ciudad y hasta en uno navegante.
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