Sigue vigente tradición de dulces en Semana Santa en Veraguas
Las familias inician los preparativos para elaborar los dulces con varias semanas de anticipación a la Semana Mayor, algunas para ponerlos a la venta y otras para compartir con vecinos y amistades.
- José Manuel Adames
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- - Publicado: 16/4/2017 - 12:00 am
La tradición de preparar dulces caseros a base de frutas de la temporada y miel de caña sigue vigente en varias comunidades de Veraguas durante los días de Semana Santa, cuando la gente se abstiene de comer carnes.
Para estos días es característico ver en muchas residencias en pueblos como San Francisco, Atalaya, Soná y Santiago una gran variedad de dulces típicos de los días de Cuaresma y Semana Santa, tales como las cocadas, confitadas de pepitas, bienmesabe, dulces de marañón, yuca, ñame con otoe, mango, papaya con coco, naranja, huevitos de leche, pan de maíz, pan de huevo y otros.
La tradición de hacer dulces en Semana Santa se debe a que hace varias décadas durante los días santos no se podía cocinar, tampoco se debía prender un fogón ni mucho menos consumir carne porque, según la gente de aquellos años, esos eran días de luto y muy sagrados para este tipo de actividades.
Ángela Vega, quien por muchos años se dedicó a elaborar esta clase de dulces, explica que la gente con anticipación preparaba estos bocados para mantenerlos guardados y comerlos, principalmente, el Jueves y el Viernes Santo. Estos dulces se comían con bollos, pan o galletas mientras se abstenían de carne.
Estos dulces se preparaban para reemplazar el arroz, la menestra y la carne, de la que la gente se guardaba en durante la Semana Santa, especialmente, Viernes Santo. Con el paso de los años se ha convertido en una tradición exclusiva de esta época, pero que es practicada por pocos, principalmente para la venta por lo complicado de su elaboración.
Cada vez es más complicado conseguir algunas frutas como el marañón y la naranja agria, además de que se ha encarecido la miel de caña, pero aun así hay personas que todavía mantienen la tradición vigente, a pesar de los obstáculos y las dificultades, expresó doña Ángela.
A causa de esto, la preparación de dulces caseros ha desaparecido en muchos pueblos porque quienes los hacían son gente humilde que no tienen el recurso suficiente para comprar la materia prima. Por ejemplo, la miel de caña ahora está más cara, al igual que la naranja y el quintal de pepitas cuesta más de 20 dólares, mucho más caro que hace unos años, expresó.
La particularidad de esta actividad, típica de los días santos, es que quienes la practican son personas mayores o de la tercera edad, ya que los jóvenes por lo general no quieren heredar esta tradición porque la consideran difícil y requiere mucho esfuerzo, dijo Doraida Acosta, dulcera residente en Atalaya.
En su caso, la tradición tiene casi 30 años, pues fue una práctica heredada de su madre y abuela.
Mucha gente llega de distintas partes a comprar una porción de dulce de Semana Santa y se van satisfechos, pues encuentran de distintos sabores y preparados artesanalmente.
Definitivamente es una tradición que se mantiene.
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