Temporada de ballenas jorobadas y arribadas de tortugas, un imán turístico y ecológico
Estos espectáculos naturales han posicionado a Pedasí, Isla Iguana, Playa Venao, Cambutal, playa La Marinera e Isla Cañas, entre otros, como destinos clave.
La Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) reconoce a Isla Iguana, en Pedasí, como uno de los mejores puntos del país para ver jorobadas. Foto. Thays Domínguez
Cada año, entre julio y octubre, centenares de ballenas jorobadas migran a las aguas cálidas del Pacífico panameño para reproducirse; en paralelo, miles de tortugas, principalmente de la especie llamada lora, llegan a desovar a las playas protegidas de Los Santos.
Estos espectáculos naturales han posicionado a Pedasí, Isla Iguana, Playa Venao, Cambutal, playa La Marinera e Isla Cañas, entre otros, como destinos clave para el turismo de naturaleza tanto en la región de Azuero, como en el país.
La Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) reconoce a Isla Iguana, en Pedasí, como uno de los mejores puntos del país para ver jorobadas, con temporada principal de finales de junio a octubre; septiembre suele ser el mejor mes.
Mientras que, Isla Cañas, un refugio de Vida Silvestre, presenta anidación de junio a diciembre, con picos y “arribadas” masivas entre septiembre y noviembre, un fenómeno que solo ocurre en contadas playas del mundo.
Dónde y cuándo ir
Para ver y disfrutar de las hermosas ballenas jorobadas nadando en parejas y con sus crías, los visitantes tienen múltiples opciones que van desde reservar un tour con hospedaje, lancha, recorrido en el mar para ver las ballenas y luego pasar una estadía en la paradisiaca isla Iguana.
La temporada fuerte es entre agosto y octubre, y siguiendo algunas reglamentaciones, se puede tomar una lancha en el área de playa El Arenal, donde hay un grupo de lancheros adiestrados para brindar este recorrido, cumpliendo con las exigencias como guardar distancia de los gigantes del mar, apagar el motor, portar chalecos, entre otros.
Impacto y potencial turístico local
Para los entendidos en materia de turismo en esta región del país, el avistamiento responsable de fauna marina genera empleo, ingresos directos para guías, capitanes y hoteles, y dinamiza la cadena de valor como la gastronomía, transporte, artesanías, entre otros.
Expertos citados por medios nacionales destacan que el turismo de ballenas en Panamá aporta beneficios económicos a comunidades costeras y, bien gestionado, refuerza la conservación y la educación ambiental.
La ATP promueve estos productos de naturaleza ballenas en Isla Iguana y tortugas en Isla Cañas como experiencias ancla de Pedasí y Tonosí, subrayando su singularidad, ya que estas arribadas se dan en muy pocos lugares del mundo.
Solo durante las últimas semanas, la naturaleza volvió a sorprender en Playa La Marinera, en Guánico Abajo, Tonosí, donde más de 3,297 tortugas lora llegaron a desovar, reportando que cada hembra deposita entre 100 y 120 huevos que, tras unos 45 días de incubación, darán paso a crías que correrán hacia el mar en busca de sobrevivir.
Las arribadas masivas son una estrategia natural de las tortugas lora o golfina, para aumentar la probabilidad de que más neonatos logren llegar al océano.
En el mundo, este fenómeno ocurre únicamente en unas 13 playas, y Panamá tiene el privilegio de contar con dos: Isla Cañas y Playa La Marinera, donde la temporada de anidación para arribadas se extiende de julio a diciembre, ya que esta especie anida durante todo el año.
El ministro de Ambiente, Juan Carlos Navarro, hizo énfasis en el valor de este acontecimiento: “La arribada de miles de tortugas marinas en nuestras costas nos recuerda que Panamá es un santuario natural privilegiado y que tenemos la responsabilidad de proteger a estas especies, que hoy enfrentan amenazas globales sin precedentes”.
Reglas y buenas prácticas
Durante esta época, el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) refuerza la presencia de guardaparques y la vigilancia en las principales playas de anidación, con el fin de proteger a las tortugas y sus nidos de amenazas como el saqueo de huevos, la depredación y la contaminación lumínica que desorienta a los neonatos.
Pero además, se realiza una exhaustiva revisión a embarcaciones utilizadas para la observación de las ballenas, que deben mantener una distancia de 250 metros del lugar donde se avisten los cetáceos, y no deben permanecer más de 30 minutos en observación, lo que se reduce a 15 minutos si hay crías.
Además, no se permite nadar con ballenas. Estas pautas oficiales están recogidas por la ATP y divulgadas por autoridades y científicos.
Con el cumplimiento de las reglas de observación de cetáceos y el manejo de playas de anidación por MiAmbiente, el destino puede crecer sin comprometer su mayor activo es la naturaleza.