Veraguas, la tierra donde late el indómito “corazón” de Panamá
- Annette Hinestroza V. (annette.hinestroza@epasa.co
Veraguas no es solo la tercera provincia más grande de Panamá, es también uno de los lugares menos promovidos turísticamente y no porque su geografía no esté llena de sorprendentes paisajes y pintorescos rincones.
Los azules mares de Coiba o Santa Catalina y la imponente arquitectura de la Escuela Normal o la Iglesia de San Francisco están a pocos kilómetros desde la carretera Interamericana. Y sobre la transitada calle, un buen número de hoteles y restaurantes.
Veraguas ¿Por dónde comenzar? Antes de que la entrada del verano les robe algo del encanto lluvioso a las regiones verdes de Veraguas, es tiempo de visitar lugares como Las Palmas, San Francisco de La Montaña y La Yeguada.
Las Palmas es el hogar de una espectacular caída de agua conocida como “El Salto de Las Palmas” o “El Chorro de Las Palmas”, ubicada no muy lejos del centro de la localidad de la cual toma su nombre.
Antes de llegar a ella, hay que dejar atrás Santiago y La Mesa. De ahí siempre habrá lugareños entusiastas, dispuestos a aportar la dirección correcta de este salto, rodeado de lajas y vegetación, los cuales no hacen más que aportarle algo de magia al ya de por sí encantador balneario.
La temporada “verde” panameña también es ideal para dar una vuelta por las regiones altas de Veraguas, como San Francisco y Calobre.
Desde Santiago, la vía más directa es tomando la calle Polidoro Pinzón, misma donde se encuentra la sede regional de la Universidad de Panamá. Unos minutos después de pasar el corregimiento de Canto del Llano, está la cabecera del distrito de San Francisco y allí su emblemática iglesia.
Poblada de elementos barrocos y colores, sus nueve altares son de los más antiguos de América. el recinto es de esos lugares a los cuales hay que visitar al menos una vez en la vida.
Sus balnearios y la amabilidad de los residentes en San Francisco son también invaluables atractivos.
Desde San Francisco también es posible llegar a La Yeguada, una reserva forestal a la que algunos catalogan como “el Yellowstone panameño”.
Desde San Francisco hay que tomar el camino hacia Boquerón y El Pedregoso, hasta llegar a Calobre. Una vez allí se inicia el ascenso hacia La Yeguada.
En ningún caso se recomienda hacerlo de noche -sobre todo en la estación lluviosa- cuando la niebla afecta la visión de los conductores.
Una vez en La Yeguada, es cuestión de refugiarse en sus bosques de pinos, su lago, sus miradores y algunas hermosas cataratas.
Previa autorización de la Administración Regional de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), también se permite acampar en el lugar.
Es posible hacerlo en tiendas de campañas o en cabañas equipadas por la ANAM.
Hacia el Golfo de Montijo.
El Golfo de Montijo tiene dos de las localidades favoritas para los visitantes panameños y extranjeros: Santa Catalina (Soná) y Playa Malena (Mariato).
Por sus olas, su ambiente bohemio y por ofrecer un alojamiento cómodo, Santa Catalina es más que la playa favorita de los surfistas; es también la puerta de entrada a sitios como Isla Gobernadora; un paraíso de incomparable belleza, con un “lodge” ecológico que está entre los mejores de la zona.
Por su parte, Playa Malena es más que una zona de playa, en Punta Malena tiene lugar uno de los espectáculos naturales más hermosos, el desove de la tortuga lora, que ocurre entre los meses de junio y julio.
El evento es seguido de cerca y custodiado por los residentes locales; quienes se han vuelto especialistas en atracciones turísticas sostenibles, en zonas cercanas.
Para paseos a lugares como Coiba o giras en las zonas más atractivas de Mariato, viene bien preguntar a Aventuras Rurales del Golfo (arugpanama.org).
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