A 34 años de Live Aid, el concierto que quiso salvar África
En 1985 decenas de grandes músicos cantaron para recaudar millones de dólares y acabar con la hambruna en Etiopía y Somalía. Actualmente, la situación de ambos países es aún peor que entonces.
- José María Torrijos Legazpi
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- - Actualizado: 03/10/2019 - 04:57 pm

Live Aid fue una iniciativa del cantante y actor Bob Geldof. Foto: Archivo

La parte americana del concierto se realizó en el estadio John F. Kennedy den la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos. Foto: Archivo.

El estadio Wembley, en Londres (Inglaterra), fue el escenario para la parte europea del Live Aid. Foto: Archivo.
El 13 de julio de 1985 es recordado como uno de los momentos icónicos de la música de la segunda mitad del siglo XX. Live Aid, el primer megaevento que juntó a decenas de estrellas de la música en inglés para recaudar fondos a favor de Etiopía y Somalía -que en ese entonces afrontaban una hambruna a causa de la sequía que estaba matando a su población- marcó un antes y un después en la cultura popular.
Tal fue el impacto que, un año después de realizado el festival, en 1986, Naciones Unidas instauró el 13 de julio como el Día Mundial del Rock, un homenaje a la actividad organizada por el músico y actor Bob Geldof.
Si bien Live Aid dejó un sin número de imágenes y escenas que se han quedado en el inconsciente colectivo (como el memorable jugueteo de Freddie Mercury con el público, al cual reta a repetir los complicados arpegios y escalas que hace con su voz); a 34 años de su realización, muchos ponen en duda que se haya cumplido el objetivo real del evento: cambiar la realidad de millones de personas sumidas en la miseria.
Qué fue Live Aid
Live Aid fue una iniciativa dirigida por el cantante y actor Bob Geldof con la intención de conseguir fondos para ayudar a Etiopía y Somalía, que en esos momentos pasaban por una gran hambruna. Primero comenzó con la grabación de dos canciones, en 1984, con un elenco de megaestrellas: Do They Now It’s Christmas, por parte de artistas europeos, y We are the World, por parte de los artistas americanos. Ambos temas, principalmente We are the World, se convirtieron en clásicos de la música pop.
Así como las canciones, que se dividieron en elenco europeo y elenco americano, el 13 de julio de 1985 hubo dos conciertos del Live Aid,uno en el estadio John F. Kennedy en Filadelfia (Estados Unidos) y otro en el Wembley en Londres (Inglaterra). La actividad duró 16 horas, aproximadamente. La crema y nata del rock (y de otros géneros como el Pop, el Blues, y el Soul) desfiló por ambos escenarios: Queen, Sting, U2, The Who, Paul McCartney, Patti Smith, Mick Jagger, Madonna, Bob Dylan, Led Zepellin, David Gilmour, Dire Straits, Tina Turner, Joan Baez, Eric Clapton, y The Beach Boys, por mencionar algunos.
“El 13 de julio quedará instituido como el Día Mundial del Rock” dijo Phil Collins durante una de sus actuaciones (el británico tocó en Wembley y viajó en Concorde hasta Filadelfia para tocar en el cierre del acto en el John F. Kennedy). De ahí que Naciones Unidas escogieran la fecha para establecer el Día Mundial del Rock como el 13 de julio de cada año.
La iniciativa de Geldof se transmitió vía satélite en 72 países y fue visto por más de 3 millones de personas. Los artistas lograron recaudar $100 millones que fueron directamente a los países del Cuerno de África.
El motivo real
Si bien se cumplió la meta del concierto, y se donaron $100 millones en ayuda; la situación actual de Somalía y Etiopía, 34 años después, dista de ser la mejor. Información de Amnistía Internacional destaca que ambos países han agravado sus crisis sociales y económicas, sin contar que la situación medioambiental empeora cada vez más, provocando sequías aún más violentas que las de los años 80.
Una sequía sin precedentes causó un aumento considerable del número de personas internamente desplazadas, que al terminar el año ascendía a 943.000, según estimaciones. Más de 3 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria de nivel de emergencia. La desnutrición alcanzó el nivel de emergencia en las regiones del sur y el centro del país, sobre todo entre la población desplazada, pero también entre las personas afectadas directamente por el dilatado conflicto. En agosto, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de la ONU informó de que unos 388.000 niños y niñas sufrían desnutrición y 87.000 necesitaban ayuda para la supervivencia.
Informe sobre la situación de Somalía en 2017/2018 de Amnistía Internacional
La realidad de Etiopía no es mucho mejor, según los informes de Amnistía Internacional. En el reporte 2017/2018 explican que los etíopes carecen de garantías fundamentales y reportan todo tipo de violaciones a los Derechos Humanos desde grupos paramilitares y violaciones a niños y niñas, hasta ejecuciones extrajudiciales.
Las autoridades no aplicaron las reformas que habían prometido para abordar las reivindicaciones planteadas durante las protestas que tuvieron lugar en 2015 y 2016 en Amhara y Oromia. Los manifestantes habían estado protestando contra el desalojo forzoso de tierras sufrido por los campesinos en Oromia en los últimos 20 años, la detención y reclusión arbitrarias de líderes de partidos políticos de oposición, y las graves restricciones del derecho a la libertad de expresión y de asociación. En vez de ello, el gobierno declaró el estado de excepción en octubre de 2016, después de que unas multitudes incendiaran granjas y negocios en Oromia y Amhara a raíz de una estampida durante la ceremonia oromo de acción de gracias (Irrecha) en la que al menos 55 personas habían perdido la vida. Las autoridades etíopes todavía no habían realizado una investigación independiente y digna de crédito sobre la causa de las muertes y el número de personas fallecidas.
Informe sobre la situación de Etiopía en 2017/2018 de Amnistía Internacional
¿Éxito o fracaso?
A lo largo de los años, los cuestionamientos sobre el proyecto de Geldof han ido en aumento. Hay quienes consideran que Live Aid cumplió su cometido y que dependía de los gobiernos y los ciudadanos de los países que recibieron la ayuda, capitalizar todo lo que la iniciativa les otorgó (no solo el dinero, sino la exposición internacional, y un cambio de conciencia colectiva sobre su situación); otros, en cambio, dicen que la iniciativa hizo a estos países dependientes de la ayuda internacional en vez de impulsarlos a buscar sus propias soluciones. Inclusive, aunque nunca hubo pruebas concretas, se ha dicho que los fondos de Live Aid se malversaron con otros objetivos distintos a la ayuda humanitaria.
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Para el diplomático y catedrático en Relaciones Internacionales Marcel Salamín, ni Bob Geldof ni los artistas que aportaron a Live Aid tienen culpa de que la situación de estos países africanos hoy sea peor que la de la década de 1980: “¡Claro que sí sirven todos estos eventos para recoger fondos y llevarlos a la gente! La gente sufre muchísimo y, por debajo de la noticia, lo que hay es un infierno. De alguna manera se alivia algo. Si con el tiempo estos países se deterioraron más, no fue porque la ayuda haya sido insuficiente o algo así, sino porque el tejido de esos países, ya antes de estas actividades, estaba en proceso de descomposición y siguió descomponiéndose”.
Salamín aboga por la implementación de otro sistema de libre mercado. El capitalismo, la forma más agresiva del libre mercado, ha fracasado, considera el diplomático; sin embargo, el libre mercado, tiene otras formas como el Welfare que aplican los alemanes o las variantes que se implementan en los países nórdicos. El principio de la solución de África, comenta el docente, es empezar con ese cambio de sistema.
¿Se puede considerar las donaciones como una actitud superior por parte del mal llamado “mundo civilizado” hacia África? Salamín considera que no. “El dinero es (y será) siempre insuficiente. El flujo migratorio de africanos que asalta toda Europa [incluso a América] no es más que el fracaso de un sistema de dominio que no logró transitar de colonias a formas estables de estados nacionales. La crisis se empezó a expresar primero en los países africanos, donde se produjo una explosión migratoria de estados fallidos divididos en tribus que peleaban entre sí. Estados pobres que no tenían forma de cómo salir de la crisis. Europa se desenganchó de esa responsabilidad: Los tuvo mientras eran colonias, los explotó y, luego, los soltó. El resultado fue un desorden completo en el que no hay forma de reorganizarse.
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