Aprender a pedir perdón
Publicado 2000/07/02 23:00:00
- Yessika Valdés
No se puede vivir feliz con resentimientos, envidias, ansiedad. Hay que abrir paso para la reconciliación. Pero, lo principal, quizás, es entender que el pedir perdón no humilla ni denigra a la persona, la enaltece y la libera de una gran carga que se lleva en el corazón.
Por esto, primero hay que evitar que aniden en nosotros los sentimientos negativos y dar cabida, más bien, al optimismo, amor, solidaridad, perdón.
Un enfoque objetivo del porqué de nuestra conducta y la de los demás, un aprender a admitir cuando nos equivocamos y un estar dispuestas/os a cambiar para bien de todos, favorece nuestras relaciones, alimenta nuestra autoestima y es saludable para nuestro organismo.
Se recomienda aclarar lo más pronto posible cualquier mal entendido y superar diferencias, tratar de ser tolerante, comprensivo/as y buscar un acercamiento con las demás personas, independientemente de que se comparta o no su punto de vista, forma de vida, porque, progresivamente se les puede ayudar a ser mejores, cambiar si es menester, puesto que toda persona si se le motiva a valorarse y valorar al resto, tiene posibilidades de cambiar. No hay que cerrarle a la gente la oportunidad de reivindicarse. No somos jueces terrenales para estigmatizar, señalar con el dedo y actuar como verdugos que condenamos a otros/as.
Hay que buscar las causas de la conducta de las personas para entenderlas y ayudarlas cuando así sea necesario. No darles la espalda y marcarlos/las con la censura permanente, sin darles la oportunidad de decir su verdad, de indagar en su pasado, en sus circunstancias particulares. En fin, el asunto es que con nuestras palabras y actos podemos ayudar a fortalecer la autoestima de nuestros/as congéneres o romper en mil pedazos su amor propio y confianza en sí mismos/as y la sociedad.
Por esto, primero hay que evitar que aniden en nosotros los sentimientos negativos y dar cabida, más bien, al optimismo, amor, solidaridad, perdón.
Un enfoque objetivo del porqué de nuestra conducta y la de los demás, un aprender a admitir cuando nos equivocamos y un estar dispuestas/os a cambiar para bien de todos, favorece nuestras relaciones, alimenta nuestra autoestima y es saludable para nuestro organismo.
Se recomienda aclarar lo más pronto posible cualquier mal entendido y superar diferencias, tratar de ser tolerante, comprensivo/as y buscar un acercamiento con las demás personas, independientemente de que se comparta o no su punto de vista, forma de vida, porque, progresivamente se les puede ayudar a ser mejores, cambiar si es menester, puesto que toda persona si se le motiva a valorarse y valorar al resto, tiene posibilidades de cambiar. No hay que cerrarle a la gente la oportunidad de reivindicarse. No somos jueces terrenales para estigmatizar, señalar con el dedo y actuar como verdugos que condenamos a otros/as.
Hay que buscar las causas de la conducta de las personas para entenderlas y ayudarlas cuando así sea necesario. No darles la espalda y marcarlos/las con la censura permanente, sin darles la oportunidad de decir su verdad, de indagar en su pasado, en sus circunstancias particulares. En fin, el asunto es que con nuestras palabras y actos podemos ayudar a fortalecer la autoestima de nuestros/as congéneres o romper en mil pedazos su amor propio y confianza en sí mismos/as y la sociedad.
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