La adolescencia prepotente
Publicado 2006/11/14 00:00:00
- REDACCION
Las actitudes de algunos adolescentes sencillamente dejan sin aliento.
Muestran cero compasión por aquellos compañeros a los que les cuesta más, se burlan con crueldad de los hermanos y exigen a gritos a sus padres desde un permiso hasta un Ipod.
Sin duda, quienes tienen un joven prepotente en casa se preguntan qué han hecho mal. Se tiende a pensar que estamos ante un mimado. Sin embargo, en esta entrevista la psiquiatra norteamericana Elizabeth Berger revela cómo la frustración causada en la temprana infancia del niño, que se sintió dejado de lado o no querido por sus padres, está en la base de la formación de un prepotente.
Primero tenemos que distinguir entre la prepotencia como un rasgo de la personalidad y la reacción específica a una determinada situación.
Todos tenemos momentos de descontrol y somos capaces de ser agresivos. Sin embargo, en la mayoría de los casos estos impulsos no son más que eso: impulsos.
También hay que remarcar que el paso por la adolescencia hace a los hijos parecer más prepotentes ante la mirada de sus padres. Y es lógico: el niño depende de los adultos porque no es capaz de desenvolverse solo. Pero el adolescente ya es capaz de hacerlo, y por lo mismo busca hacer las cosas a su manera.
Esto genera roces, pero si su creciente autonomía no es bienvenida o apoyada por los padres, es posible que comience a adoptar una postura de "enojo con el mundo", que puede ser origen de un futuro prepotente.
Ahora bien, cuando se trata de un rasgo de la personalidad, su esencia en la niñez es la explotación de los demás: el niño está en búsqueda permanente por obtener algo. El adolescente prepotente es frío en todas sus relaciones y tiende a ser más racional que impulsivo.
No se conoce muy bien el rol que juega la genética en la formación de la personalidad humana.
Lo que sí se sugiere es que algunas cualidades temperamentales parecen ser innatas. Algunos niños son más obstinados que otros, mientras que algunos son fáciles de criar. Estas características suelen mantenerse tal cual durante toda la vida. Posiblemente ciertos rasgos de personalidad difíciles son un factor de riesgo para el desarrollo de un prepotente, pero en realidad la ciencia no ha logrado probar que eso sea realmente así.
De todas maneras, está claro que el desarrollo de la ternura y preocupación por los demás no tiene lugar en un laboratorio.
Los niños deben participar en relaciones cálidas, de confianza, durante la niñez para poder desarrollar esas relaciones después. Esa es la razón por la cual es tan importante que cada niño reciba la seguridad y el amor de sus padres y por qué es tan devastador para su personalidad experimentar pérdidas, abusos y negligencias.
Los niños cuyas relaciones tempranas estuvieron ausentes de cariño difícilmente podrán desarrollar la habilidad de empatizar con los sentimientos de los demás.
Cuando las personas tienen muy pocas cosas materiales, ponen un gran valor a las relaciones humanas.
Una familia muy rica, en cambio, tiene muchos otros elementos que compiten con los niños: su trabajo es fascinante y demandante, y mantener sus amistades y contactos requiere una gran inversión de energía y tiempo.
Muchos hijos quedan entonces solos y sienten que no son capaces de competir con las deslumbrantes personas con las que sus padres aparentemente prefieren estar.
Esa soledad y envidia estimula la actitud prepotente. Para el niño cuyos padres no poseen un alto ingreso económico, en cambio, las dificultades económicas son vistas como un enemigo familiar común, por lo que el niño se siente unido a sus padres en la lucha, más que ignorado.
Lo que ayuda a los padres a permanecer en el camino correcto es la propia confianza que tienen en las relaciones humanas afectivas.
La confianza de un padre en la bondad de su hijo lo ayudará a superar los muchos momentos difíciles que siempre afectan a toda familia.
La preocupación por los miles de detalles de cada día, la empatía de los padres hacia las necesidades de los hijos, son la base desde donde nacerá la empatía de los hijos hacia otras personas.
Cuando dice sentir lástima por sus compañeros o hermanos.
Cuando dice que las reglas que se aplican al resto no se aplican a él porque es superior.
Cuando adolece de un sentimiento de lealtad o de compromiso hacia el resto.
Cuando es incapaz de empatizar con los sufrimientos y necesidades de quienes lo rodean.
Muestran cero compasión por aquellos compañeros a los que les cuesta más, se burlan con crueldad de los hermanos y exigen a gritos a sus padres desde un permiso hasta un Ipod.
Sin duda, quienes tienen un joven prepotente en casa se preguntan qué han hecho mal. Se tiende a pensar que estamos ante un mimado. Sin embargo, en esta entrevista la psiquiatra norteamericana Elizabeth Berger revela cómo la frustración causada en la temprana infancia del niño, que se sintió dejado de lado o no querido por sus padres, está en la base de la formación de un prepotente.
Primero tenemos que distinguir entre la prepotencia como un rasgo de la personalidad y la reacción específica a una determinada situación.
Todos tenemos momentos de descontrol y somos capaces de ser agresivos. Sin embargo, en la mayoría de los casos estos impulsos no son más que eso: impulsos.
También hay que remarcar que el paso por la adolescencia hace a los hijos parecer más prepotentes ante la mirada de sus padres. Y es lógico: el niño depende de los adultos porque no es capaz de desenvolverse solo. Pero el adolescente ya es capaz de hacerlo, y por lo mismo busca hacer las cosas a su manera.
Esto genera roces, pero si su creciente autonomía no es bienvenida o apoyada por los padres, es posible que comience a adoptar una postura de "enojo con el mundo", que puede ser origen de un futuro prepotente.
Ahora bien, cuando se trata de un rasgo de la personalidad, su esencia en la niñez es la explotación de los demás: el niño está en búsqueda permanente por obtener algo. El adolescente prepotente es frío en todas sus relaciones y tiende a ser más racional que impulsivo.
No se conoce muy bien el rol que juega la genética en la formación de la personalidad humana.
Lo que sí se sugiere es que algunas cualidades temperamentales parecen ser innatas. Algunos niños son más obstinados que otros, mientras que algunos son fáciles de criar. Estas características suelen mantenerse tal cual durante toda la vida. Posiblemente ciertos rasgos de personalidad difíciles son un factor de riesgo para el desarrollo de un prepotente, pero en realidad la ciencia no ha logrado probar que eso sea realmente así.
De todas maneras, está claro que el desarrollo de la ternura y preocupación por los demás no tiene lugar en un laboratorio.
Los niños deben participar en relaciones cálidas, de confianza, durante la niñez para poder desarrollar esas relaciones después. Esa es la razón por la cual es tan importante que cada niño reciba la seguridad y el amor de sus padres y por qué es tan devastador para su personalidad experimentar pérdidas, abusos y negligencias.
Los niños cuyas relaciones tempranas estuvieron ausentes de cariño difícilmente podrán desarrollar la habilidad de empatizar con los sentimientos de los demás.
Cuando las personas tienen muy pocas cosas materiales, ponen un gran valor a las relaciones humanas.
Una familia muy rica, en cambio, tiene muchos otros elementos que compiten con los niños: su trabajo es fascinante y demandante, y mantener sus amistades y contactos requiere una gran inversión de energía y tiempo.
Muchos hijos quedan entonces solos y sienten que no son capaces de competir con las deslumbrantes personas con las que sus padres aparentemente prefieren estar.
Esa soledad y envidia estimula la actitud prepotente. Para el niño cuyos padres no poseen un alto ingreso económico, en cambio, las dificultades económicas son vistas como un enemigo familiar común, por lo que el niño se siente unido a sus padres en la lucha, más que ignorado.
Lo que ayuda a los padres a permanecer en el camino correcto es la propia confianza que tienen en las relaciones humanas afectivas.
La confianza de un padre en la bondad de su hijo lo ayudará a superar los muchos momentos difíciles que siempre afectan a toda familia.
La preocupación por los miles de detalles de cada día, la empatía de los padres hacia las necesidades de los hijos, son la base desde donde nacerá la empatía de los hijos hacia otras personas.
Cuando dice sentir lástima por sus compañeros o hermanos.
Cuando dice que las reglas que se aplican al resto no se aplican a él porque es superior.
Cuando adolece de un sentimiento de lealtad o de compromiso hacia el resto.
Cuando es incapaz de empatizar con los sufrimientos y necesidades de quienes lo rodean.
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