La familia está en todas partes
Publicado 2000/10/08 23:00:00
- Yessika Valdés
"Me gustaría pasar más tiempo en Panamá. Tengo hermanas en Alemania, Tailandia, Italia, Venezuela, Brasil, Francia... Mi familia está en todas partes", expresó con entusiasmo Erica Brookhyser, de Oregón, Estados Unidos.
A sus 19 años de edad cursa el tercer año de estudios universitarios. No es la primera vez que viaja. Le encanta hacerlo. Conocer gente de diversas culturas. Ganar amistades. Hacer florecer la hermandad mundial. Buscar aquello que une a personas que hablan diferente, viven diferente pero que, nacieron por cosas del destino en diferentes lugares. Con fronteras creadas por la propia humanidad, pero con sueños parecidos donde la paz, el amor, el éxito, la unidad familiar, la justicia, la solidaridad y otros valores universales les unen.
Erica sabe lo que quiere, conocer a sus hermanos y hermanas del mundo. Por eso ha participado varios años en intercambio. Ahora le tocó a Panamá darle la bienvenida como a otra hija más.
"Es muy importante esta experiencia para mí y para las personas que conozco aquí, porque hay muchos estereotipos de los estadounidenses y de los panameños y esto es una manera de cambiar ideas entre los residentes del mundo", manifestó esta ciudadana del mundo que ha visitado varios países y aprendido cosas nuevas en cada uno.
Vive en Cerro Viento con los esposos Mora, una familia de jubilados. Tiene tres hermanos.
Panamá fue la nación que escogió para venir este año porque quería percatarse de que era más que el Canal.
"Las personas son muy amables. Me ayudan mucho con mi español y mi proceso de adaptación. Me siento como parte de la comunidad de Panamá y parte de mi familia anfitriona".
Su padre y madre aquí son César y Ligia Mora.
En tiempos de globalización, lo principal es comunicarse y conocer lo más que se pueda de quienes viven en los distintos países del mundo, así lo percibe Erica y de hecho ella se ha impuesto no sólo usar el Internet para "hablar" con los seres humanos de culturas distintas a la suya, sino conocerlos personalmente.
Relata que "estuve en México un mes, en Japón seis semanas y en Venezuela seis semanas".
Estaba clara siempre en que no quería conformarse con conocer a medias el mundo. Así que su familia que le ha respaldado en la conquista de esta meta, comparte con ella sus dichas y es que a sus 19 años ella se esfuerza por lograr lo que se propone.
"Pienso que tenemos una conexión muy interesante estoy aquí y somos como extraterrestres conociendo, aprendiendo, indagando...".
Explica que "mi familia en los Estados Unidos ha hospedado a 10 estudiantes de intercambio. Cada año alguien de AFS va allá. Y es una experiencia inolvidable. Para la familia que puede ver el proceso de adaptación de estudiantes".
Explica que ese afán por conocer más sobre otras personas del mundo surgió a raíz de que "mis padres me dijeron que fuera con AFS porque cuando era joven a él lo llevaron a EU con AFS y él me motivó. Me dijo: "Anda, que te fascinará y para que aprendas español, porque el español es un idioma que mucha gente lo habla". Y aquí está ella, y se siente muy a gusto. Al punto de que no desestima la posibilidad de volver algún día.
Para Marieke Huyben, de Holanda, esta es una experiencia "llena de satisfacciones". Piensa, eso sí, que "vale la pena porque conozco gente acá y gano amigos y nos escribimos. Entonces, yo quiero regresar algún día y ver a estos amigos otra vez".
Ella vive con Aura González, de 45 años, del FEDPA, en Villa Verónica. Y tiene una hermana de 16 años.
Marieke estudia en la Universidad de Panamá en la Escuela de Bellas Artes y Artes Visuales. Le gusta pintar y dibujar.
Según nos dijo, le va bien en Bellas Artes. Participa en el Coro del Conservatorio. Y en un coro de la iglesia. De hecho, las tres (ella, Caitlin y Erica), disfrutan mucho cuando van a las prácticas corales. También con la Banda istmeña.
El programa AFS lo que promueve es que "seamos seres con extensión de lazos de amistad entre culturas, con aceptación de las diferencias, tolerancia...", opinó.
A sus 19 años de edad cursa el tercer año de estudios universitarios. No es la primera vez que viaja. Le encanta hacerlo. Conocer gente de diversas culturas. Ganar amistades. Hacer florecer la hermandad mundial. Buscar aquello que une a personas que hablan diferente, viven diferente pero que, nacieron por cosas del destino en diferentes lugares. Con fronteras creadas por la propia humanidad, pero con sueños parecidos donde la paz, el amor, el éxito, la unidad familiar, la justicia, la solidaridad y otros valores universales les unen.
Erica sabe lo que quiere, conocer a sus hermanos y hermanas del mundo. Por eso ha participado varios años en intercambio. Ahora le tocó a Panamá darle la bienvenida como a otra hija más.
"Es muy importante esta experiencia para mí y para las personas que conozco aquí, porque hay muchos estereotipos de los estadounidenses y de los panameños y esto es una manera de cambiar ideas entre los residentes del mundo", manifestó esta ciudadana del mundo que ha visitado varios países y aprendido cosas nuevas en cada uno.
Vive en Cerro Viento con los esposos Mora, una familia de jubilados. Tiene tres hermanos.
Panamá fue la nación que escogió para venir este año porque quería percatarse de que era más que el Canal.
"Las personas son muy amables. Me ayudan mucho con mi español y mi proceso de adaptación. Me siento como parte de la comunidad de Panamá y parte de mi familia anfitriona".
Su padre y madre aquí son César y Ligia Mora.
En tiempos de globalización, lo principal es comunicarse y conocer lo más que se pueda de quienes viven en los distintos países del mundo, así lo percibe Erica y de hecho ella se ha impuesto no sólo usar el Internet para "hablar" con los seres humanos de culturas distintas a la suya, sino conocerlos personalmente.
Relata que "estuve en México un mes, en Japón seis semanas y en Venezuela seis semanas".
Estaba clara siempre en que no quería conformarse con conocer a medias el mundo. Así que su familia que le ha respaldado en la conquista de esta meta, comparte con ella sus dichas y es que a sus 19 años ella se esfuerza por lograr lo que se propone.
"Pienso que tenemos una conexión muy interesante estoy aquí y somos como extraterrestres conociendo, aprendiendo, indagando...".
Explica que "mi familia en los Estados Unidos ha hospedado a 10 estudiantes de intercambio. Cada año alguien de AFS va allá. Y es una experiencia inolvidable. Para la familia que puede ver el proceso de adaptación de estudiantes".
Explica que ese afán por conocer más sobre otras personas del mundo surgió a raíz de que "mis padres me dijeron que fuera con AFS porque cuando era joven a él lo llevaron a EU con AFS y él me motivó. Me dijo: "Anda, que te fascinará y para que aprendas español, porque el español es un idioma que mucha gente lo habla". Y aquí está ella, y se siente muy a gusto. Al punto de que no desestima la posibilidad de volver algún día.
Para Marieke Huyben, de Holanda, esta es una experiencia "llena de satisfacciones". Piensa, eso sí, que "vale la pena porque conozco gente acá y gano amigos y nos escribimos. Entonces, yo quiero regresar algún día y ver a estos amigos otra vez".
Ella vive con Aura González, de 45 años, del FEDPA, en Villa Verónica. Y tiene una hermana de 16 años.
Marieke estudia en la Universidad de Panamá en la Escuela de Bellas Artes y Artes Visuales. Le gusta pintar y dibujar.
Según nos dijo, le va bien en Bellas Artes. Participa en el Coro del Conservatorio. Y en un coro de la iglesia. De hecho, las tres (ella, Caitlin y Erica), disfrutan mucho cuando van a las prácticas corales. También con la Banda istmeña.
El programa AFS lo que promueve es que "seamos seres con extensión de lazos de amistad entre culturas, con aceptación de las diferencias, tolerancia...", opinó.
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