La Residencia de Estudiantes Morada de García Lorca
Publicado 1999/01/10 00:00:00
No queremos perder el orden cronológico de las huellas de Federico García Lorca en España, por lo que el escenario de esta crónica no será Granada sino Madrid, pues una vez terminada su educación secundaria y ya tomada la decisión de crear poesía y teatro, su padre lo apoya para que siga estudios universitarios en Madrid.
La música pasa a segundo plano con la publicación de su primer libro Impresiones y Paisajes, en 1918, y es de suponer que para esta fecha ya está trabajando en los versos que luego serán publicados en Libro de Poemas, en 1921. Don Fernando de los Ríos le recomienda la Residencia de Estudiantes, en Madrid, como el sitio apropiado para un joven con vocación de escritor. Ya tenía Federico noticias de la Residencia por algunos compañeros de la tertulia El Riconcillo (a la que asistía Falla), quienes eran residentes, por lo que el poeta no dudó en pedir apoyo a su padre para trasladarse a Madrid, y allá llega en 1919.
Para la Generación del 27 La Residencia de Estudiantes significó lo mismo que para la Generación del 98 La Institución Libre De La Enseñanza. Las dos instituciones fueron proyectos educativos y culturales abiertos a las más avanzadas ideas y a los más significativos cambios; la Institución, en la segunda mitad del siglo XIX, y la Residencia, en los comienzos del siglo XX, exactamente en 1910.
El proyecto de La Residencia, tal como se deduce de su nombre, incluyó el hospedaje a alumnos, investigadores y profesores universitarios, que aceptados como residentes o invitados, ampliaban o impartían conocimientos, o desarrollaban proyectos de investigación. Cuando Federico era un residente universitario, Don Santiago Ramón y Cajal era el director de los laboratorios de La Residencia.
José Castillejos, quien era Secretario de la Junta Para La Ampliación De Estudios e Investigaciones Científicas, fue uno de los más decididos impulsadores de ese proyecto educativo y cultural, y fue dirigida hasta 1936 por Alberto Jiménez Fraud. La Residencia fue un centro de creación e intercambio científico y artístico que involucró no sólo lo mejor de España sino de la de toda Europa. Allí estuvo Einstein, Keynes, Marie Curie, Stravinsky, Le Corbusier, Bergson, Calder, Valery, Max Jacob, y otros grandes de las ciencias, la filosofía, las artes musicales, la economía y las letras.
De los intelectuales españoles vinculados a La Residencia, mencionaremos a Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Antonio Machado. De los residentes mencionaremos a Jorge Guillén, Emilio Prados, Salvador Dalí y Luis Buñuel. Y aunque muchos de la Generación del 27, amigos y compañeros de Federico, no fueron residentes, todos sin excepción, se vincularon a las actividades de la Residencia de Estudiantes.
Resulta interesante el hecho de que un proyecto cultural y educativo como La Residencia de Estudiantes, laico y liberal, abierto a lo más avanzado del pensamiento, contó con el entusiasta apoyo económico del Duque de Alba.
En los trazados de los jardines intervino Juan Ramón Jiménez, quien bautizó una de las áreas, La Colina de los Chopos.
Aunque los terrenos en que se levantaron los pabellones, a la derecha de la Avenida La Castellana y muy próximos a la Plaza San Juan de la Cruz, hoy están encerrados por calles y edificios martirizados por un congestionado tránsito de vehículos públicos y privados, el área de La Residencia mantiene intacto su bucólico paisaje.
Los pabellones restaurados, con mobiliario de pino, como en sus primeros años, están rodeados de una poblada vegetación en donde el contraste del verde y el ladrillo proyecta recogimiento y privacidad.
Sobre todo, el área de los chopos nos permite hoy imaginar a Federico caminando en animada conversación con sus amigos residentes, informándoles de proyectos, o leyéndoles con su entusiasmo característico poemas escritos la noche anterior.
La ventana del cuarto que ocupaba en el primer piso, a la izquierda y cerca de la entrada principal la abría tarde en la noche para que pudieran entrar los residentes que habían llegado después de la hora fijada por la dirección. Después ocupó un cuarto en el segundo piso, en sus últimos años de residente. Esa área del pabellón en que se alojaba Federico, las ocupa hoy la Fundación Federico García Lorca.
Actualmente la restaurada Residencia de Estudiantes es administrada por una Fundación privada, que recibe apoyo gubernamental y ha vuelto a convertirse en un centro de investigación y difusión cultural. Algunos pabellones están destinados a alojar investigadores becados o invitados, tanto españoles como extranjeros.
Resulta estimulante y alagador comprobar cómo, hoy igual que ayer, los viejos pabellones de aquel proyecto cultural y educativo de comienzos de siglo vuelven a convertirse al final del siglo en un centro de trabajo y estímulo.
Porque no cabe duda que la Residencia de Estudiantes fue un motor de estímulo que hizo posible que un período de la vida cultural de España, y en particular el literario, fuese considerado un nuevo período de oro de las letras.
En lo que a Federico se refiere, esos 6 años de residente, 1919 a 1925, fueron de gran significado en su vida y en su obra: amistad con Dalí y Buñuel; fraternal relación con Jorge Guillén y Rafael Alberti; conoce y trata a Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado; su primer y único fracaso literario con el estreno de su obra El Maleficio De La Mariposa; termina su poemario Libro de Poemas y comienza su Romancero Gitano. Es posible que para ningún otro poeta de la Generación del 27, la Residencia de Estudiantes tuvo un significado en su vida y en su obra, como lo tuvo en la vida y en la obra de Federico García Lorca.
La música pasa a segundo plano con la publicación de su primer libro Impresiones y Paisajes, en 1918, y es de suponer que para esta fecha ya está trabajando en los versos que luego serán publicados en Libro de Poemas, en 1921. Don Fernando de los Ríos le recomienda la Residencia de Estudiantes, en Madrid, como el sitio apropiado para un joven con vocación de escritor. Ya tenía Federico noticias de la Residencia por algunos compañeros de la tertulia El Riconcillo (a la que asistía Falla), quienes eran residentes, por lo que el poeta no dudó en pedir apoyo a su padre para trasladarse a Madrid, y allá llega en 1919.
Para la Generación del 27 La Residencia de Estudiantes significó lo mismo que para la Generación del 98 La Institución Libre De La Enseñanza. Las dos instituciones fueron proyectos educativos y culturales abiertos a las más avanzadas ideas y a los más significativos cambios; la Institución, en la segunda mitad del siglo XIX, y la Residencia, en los comienzos del siglo XX, exactamente en 1910.
El proyecto de La Residencia, tal como se deduce de su nombre, incluyó el hospedaje a alumnos, investigadores y profesores universitarios, que aceptados como residentes o invitados, ampliaban o impartían conocimientos, o desarrollaban proyectos de investigación. Cuando Federico era un residente universitario, Don Santiago Ramón y Cajal era el director de los laboratorios de La Residencia.
José Castillejos, quien era Secretario de la Junta Para La Ampliación De Estudios e Investigaciones Científicas, fue uno de los más decididos impulsadores de ese proyecto educativo y cultural, y fue dirigida hasta 1936 por Alberto Jiménez Fraud. La Residencia fue un centro de creación e intercambio científico y artístico que involucró no sólo lo mejor de España sino de la de toda Europa. Allí estuvo Einstein, Keynes, Marie Curie, Stravinsky, Le Corbusier, Bergson, Calder, Valery, Max Jacob, y otros grandes de las ciencias, la filosofía, las artes musicales, la economía y las letras.
De los intelectuales españoles vinculados a La Residencia, mencionaremos a Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Antonio Machado. De los residentes mencionaremos a Jorge Guillén, Emilio Prados, Salvador Dalí y Luis Buñuel. Y aunque muchos de la Generación del 27, amigos y compañeros de Federico, no fueron residentes, todos sin excepción, se vincularon a las actividades de la Residencia de Estudiantes.
Resulta interesante el hecho de que un proyecto cultural y educativo como La Residencia de Estudiantes, laico y liberal, abierto a lo más avanzado del pensamiento, contó con el entusiasta apoyo económico del Duque de Alba.
En los trazados de los jardines intervino Juan Ramón Jiménez, quien bautizó una de las áreas, La Colina de los Chopos.
Aunque los terrenos en que se levantaron los pabellones, a la derecha de la Avenida La Castellana y muy próximos a la Plaza San Juan de la Cruz, hoy están encerrados por calles y edificios martirizados por un congestionado tránsito de vehículos públicos y privados, el área de La Residencia mantiene intacto su bucólico paisaje.
Los pabellones restaurados, con mobiliario de pino, como en sus primeros años, están rodeados de una poblada vegetación en donde el contraste del verde y el ladrillo proyecta recogimiento y privacidad.
Sobre todo, el área de los chopos nos permite hoy imaginar a Federico caminando en animada conversación con sus amigos residentes, informándoles de proyectos, o leyéndoles con su entusiasmo característico poemas escritos la noche anterior.
La ventana del cuarto que ocupaba en el primer piso, a la izquierda y cerca de la entrada principal la abría tarde en la noche para que pudieran entrar los residentes que habían llegado después de la hora fijada por la dirección. Después ocupó un cuarto en el segundo piso, en sus últimos años de residente. Esa área del pabellón en que se alojaba Federico, las ocupa hoy la Fundación Federico García Lorca.
Actualmente la restaurada Residencia de Estudiantes es administrada por una Fundación privada, que recibe apoyo gubernamental y ha vuelto a convertirse en un centro de investigación y difusión cultural. Algunos pabellones están destinados a alojar investigadores becados o invitados, tanto españoles como extranjeros.
Resulta estimulante y alagador comprobar cómo, hoy igual que ayer, los viejos pabellones de aquel proyecto cultural y educativo de comienzos de siglo vuelven a convertirse al final del siglo en un centro de trabajo y estímulo.
Porque no cabe duda que la Residencia de Estudiantes fue un motor de estímulo que hizo posible que un período de la vida cultural de España, y en particular el literario, fuese considerado un nuevo período de oro de las letras.
En lo que a Federico se refiere, esos 6 años de residente, 1919 a 1925, fueron de gran significado en su vida y en su obra: amistad con Dalí y Buñuel; fraternal relación con Jorge Guillén y Rafael Alberti; conoce y trata a Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado; su primer y único fracaso literario con el estreno de su obra El Maleficio De La Mariposa; termina su poemario Libro de Poemas y comienza su Romancero Gitano. Es posible que para ningún otro poeta de la Generación del 27, la Residencia de Estudiantes tuvo un significado en su vida y en su obra, como lo tuvo en la vida y en la obra de Federico García Lorca.
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