Perfumes: desde la tentación a sus diseñadores Concha Barrigós
Publicado 2000/07/29 23:00:00
- Madrid
Lograr con unas gotas de "Tentación Mañanera" la efervescencia sexual de la pareja, el hechizo del amado con un mítico "Chanel 5" o el estímulo de la nostalgia con un aroma a rosas y talco son algunos de los objetivos de los perfumes, cuya historia recoge el libro "Larousse del Perfume y las Esencias".
"Rotundamente femenino", "inolvidable", "el corazón del romanticismo", "un estilo único", "un grito de júbilo" o "atrevido y moderno", son algunos de los adjetivos que la industria perfume ha dado a este producto.
No es el perfume en sí, sino más bien su capacidad para ocultar el olor de la descomposición, es un mérito que corresponde a los egipcios, maestros en el acicalamiento y la conservación de sus muertos.
Tres mil años después de que Cleopatra mandara a perfumar también las velas de sus galeras, la percepción y elección de los olores está indisolublemente ligada a la cultura y a la educación, y el aroma que a una sociedad le repugna a otra le parece altamente excitante.
"Sígueme, Sígueme", "ParaPara", "Tentación Mañanera", "Placer Eterno", "Amárrame a tu lado", "RC "(Rompe Calzón), o "Flechazo" no permiten llevarse a engaño.
Son los nombres de guerra que los ingeniosos y apasionados charapa, o pobladores de la selva peruana, han puesto a sus pociones y perfumes para lograr que el amado o amada "le siga a usted hasta la China" y "se ponga cañón".
Pero los ingredientes que utilizan los charapa, considerados en Perú como los "más calientes" entre sus compatriotas, son tan extraños al olfato occidental como el clavo huasca, la "cumaseba", y el "pico" o pene del "achuni", descrito por ellos como el mono más erótico de la selva, poseedor de un miembro viril "fuerte como un árbol".
En España, amantes, al igual que el resto de sus vecinos europeos, de olores base (maderas, ámbar y vainillas) y corazón (florales), más que de las notas altas (cítricos), según Bueno, los perfumes son utilizados por el 80 por ciento de las mujeres y por casi igual porcentaje de hombres.
Sin llegar a los niveles de los árabes, que utilizan cinco veces más perfume que los occidentales, los españoles consumen cada año 60 millones de envases que contienen "caricias", "sueños en el jardín", "evocaciones voluptuosas" o "espíritus de verano" porque la imaginación de los perfumistas no tiene límite, hechos de rosa, jazmín, sándalo, lavanda, iris o almizcle, por citar algunos.
Aunque en España no ha habido tradición de perfumeros como en Francia, sí ocupan un lugar en la memoria sentimental "Heno de Pravia", "Maderas de Oriente", "Jardines de España" o "Suspiro de Granada", o más cerca en el tiempo el "Agua Real de Sevilla", fragancia concebida con motivo de la boda en esta ciudad andaluza de la Infanta Elena en 1994 y del que existen sólo tres ejemplares en el mundo.
Ahora, firmas españolas como Gal, Myrurgia, Puig y Loewe, o diseñadores como Balenciaga, Victorio y Lucchino, Jesús del Pozo, Adolfo Domínguez, o Roberto Verino, se codean en las estanterias con nombres clásicos franceses como Caron, Guerlain, Chanel, Patou, Christian Dior o Yves Saint Laurent.
Precisamente, uno de los perfumes más vendidos de ese diseñador, "Opium", está prohibido en China desde enero pasado porque consideran que su nombre puede dar un "mensaje de contaminación espiritual" a la juventud, que no conoció los horrores de la adicción al opio, muy extendida durante los siglos XIX y XX.
A los olores "heterodoxos" se le suman ahora fragancias contra el estrés, creadas por unos laboratorios radicados en Rumanía, u otras que siguen la secuencia de las feromonas, el afrodisiaco más potente que se conoce y que producen, totalmente gratis, todos los humanos.
Porque, como dice el libro, la sexualidad, en su doble dimensión de rol social y fuente de placer erótico, es el elemento básico a la hora de diseñar la mayor parte de los perfumes y las consiguientes campañas de publicidad que no tienen reparos en vender sus esencias como aromas "indecentes" que son " el néctar de belleza" del "femenino absoluto".
"Rotundamente femenino", "inolvidable", "el corazón del romanticismo", "un estilo único", "un grito de júbilo" o "atrevido y moderno", son algunos de los adjetivos que la industria perfume ha dado a este producto.
No es el perfume en sí, sino más bien su capacidad para ocultar el olor de la descomposición, es un mérito que corresponde a los egipcios, maestros en el acicalamiento y la conservación de sus muertos.
Tres mil años después de que Cleopatra mandara a perfumar también las velas de sus galeras, la percepción y elección de los olores está indisolublemente ligada a la cultura y a la educación, y el aroma que a una sociedad le repugna a otra le parece altamente excitante.
"Sígueme, Sígueme", "ParaPara", "Tentación Mañanera", "Placer Eterno", "Amárrame a tu lado", "RC "(Rompe Calzón), o "Flechazo" no permiten llevarse a engaño.
Son los nombres de guerra que los ingeniosos y apasionados charapa, o pobladores de la selva peruana, han puesto a sus pociones y perfumes para lograr que el amado o amada "le siga a usted hasta la China" y "se ponga cañón".
Pero los ingredientes que utilizan los charapa, considerados en Perú como los "más calientes" entre sus compatriotas, son tan extraños al olfato occidental como el clavo huasca, la "cumaseba", y el "pico" o pene del "achuni", descrito por ellos como el mono más erótico de la selva, poseedor de un miembro viril "fuerte como un árbol".
En España, amantes, al igual que el resto de sus vecinos europeos, de olores base (maderas, ámbar y vainillas) y corazón (florales), más que de las notas altas (cítricos), según Bueno, los perfumes son utilizados por el 80 por ciento de las mujeres y por casi igual porcentaje de hombres.
Sin llegar a los niveles de los árabes, que utilizan cinco veces más perfume que los occidentales, los españoles consumen cada año 60 millones de envases que contienen "caricias", "sueños en el jardín", "evocaciones voluptuosas" o "espíritus de verano" porque la imaginación de los perfumistas no tiene límite, hechos de rosa, jazmín, sándalo, lavanda, iris o almizcle, por citar algunos.
Aunque en España no ha habido tradición de perfumeros como en Francia, sí ocupan un lugar en la memoria sentimental "Heno de Pravia", "Maderas de Oriente", "Jardines de España" o "Suspiro de Granada", o más cerca en el tiempo el "Agua Real de Sevilla", fragancia concebida con motivo de la boda en esta ciudad andaluza de la Infanta Elena en 1994 y del que existen sólo tres ejemplares en el mundo.
Ahora, firmas españolas como Gal, Myrurgia, Puig y Loewe, o diseñadores como Balenciaga, Victorio y Lucchino, Jesús del Pozo, Adolfo Domínguez, o Roberto Verino, se codean en las estanterias con nombres clásicos franceses como Caron, Guerlain, Chanel, Patou, Christian Dior o Yves Saint Laurent.
Precisamente, uno de los perfumes más vendidos de ese diseñador, "Opium", está prohibido en China desde enero pasado porque consideran que su nombre puede dar un "mensaje de contaminación espiritual" a la juventud, que no conoció los horrores de la adicción al opio, muy extendida durante los siglos XIX y XX.
A los olores "heterodoxos" se le suman ahora fragancias contra el estrés, creadas por unos laboratorios radicados en Rumanía, u otras que siguen la secuencia de las feromonas, el afrodisiaco más potente que se conoce y que producen, totalmente gratis, todos los humanos.
Porque, como dice el libro, la sexualidad, en su doble dimensión de rol social y fuente de placer erótico, es el elemento básico a la hora de diseñar la mayor parte de los perfumes y las consiguientes campañas de publicidad que no tienen reparos en vender sus esencias como aromas "indecentes" que son " el néctar de belleza" del "femenino absoluto".
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