Presencia de la poesía femenina en Panamá
Publicado 1999/02/09 00:00:00
El proceso de la poesía vital que escriben las voces femeninas de nuestro parnaso ha estado girando en torno a diez (10) poetisas: Amelia Denis de Icaza con su lirismo patriótico, la poesía de raíz folclórica por buscar la panameñidad de María Olimpia de Obaldía, la visión panteísta de Nicole Garay, el lirismo refinado de Rosa Elvira Alvarez, el lirismo social y de compromiso de Ester María Osses, el perfeccionismo clasicista de Stella Sierra, la visión modernista y lírica de Elsie Alvarado de Ricord, la vena romántica y social de Matilde Real de González, la trascendencia épica de Diana Morán y la poesía siempre combativa y desgarradora de Moravia Ochoa López.
Ultimamente despuntan en el área estética, la joven Indira Moreno con una poesía psicológica y existencialista, Mariafeli Domínguez con una poesía cargada de remembranzas metafísicas, Dayra Miranda con su lírica de corte erótico y Enith González Caballero, joven promesa quien se desempeña en la Universidad Autónoma de Chiriquí como profesora en la Facultad de Comunicación Social, con un premio de poesía a nivel universitario y quien ha puesto en mis manos un número plural de poemas que dan fe de que la misma posee una cauda lírica, que amerita por la sensibilidad y la entrega de su yo en sus versos, que los lectores conozcan algo de su facundia poética. Hoy lo hago con un fragmento de un largo poema de su autoría titulado: íCon tu mirada de fatal ternura†y que inicia con un epígrafe del poeta colombiano Julio Flores : íTodo nos llega tarde... ¡Hasta la muerte! El poema dice :
Amado : hoy me bebo tus ojos
gota a gota
como si fueran una flor de silencio
y siento pasar el viento
como el tacto de una rosa
o un amor de finas huellas.
Por ti me estoy muriendo de olvido
y también de angustia.
Mi corazón reza en voz baja
para sentir tu incendio
y las dulces huellas de tus manos.
Sentiré tu voz plena de goces singulares
tremolante y doliente
y el perfume de tu voz, el milagro
de tenerte en el huerto sombrío
me brindará sentir el sugerente canto
de las voces que tiemblan en el llanto.
Por eso te espero, amado,
con mi violenta sed inquieta
y mi amor de niña lamiéndote el cansancio
hasta caer pesada y sin control
en el sollozo de seda de tus brazos.
Tu cuerpo, amado, me hace sentir
náufraga en la marea
de tus caricias hondas.
Te presiento como un manantial de estrellas
o como una fruta dolorosa
fiesta dispersa de luna de papel
que cuando éramos niños
disparábamos contra el cielo.
Te amo para amarme a mí misma
lo hago para sentir la tolvanera
del silencioso otoño
encendiendo en el tiempo
la hoguera y para borrar mi tedio.
Vivo para ti, y defiendo
contra las llamas trémulas
tu desnudo recuerdo,
nadie ha de saber, amado
que fuistes mío en un otoño.
En crónica posterior me referiré a Indira Moreno, Mariafeli Domínguez y Dayra Miranda. Suerte, desde esta tolda periodística a la poetisa Enith González Caballero y que persevere porque como decía José Asunción Silva : hay que buscar la sangre del poema hasta encontrarloâ€.
Ultimamente despuntan en el área estética, la joven Indira Moreno con una poesía psicológica y existencialista, Mariafeli Domínguez con una poesía cargada de remembranzas metafísicas, Dayra Miranda con su lírica de corte erótico y Enith González Caballero, joven promesa quien se desempeña en la Universidad Autónoma de Chiriquí como profesora en la Facultad de Comunicación Social, con un premio de poesía a nivel universitario y quien ha puesto en mis manos un número plural de poemas que dan fe de que la misma posee una cauda lírica, que amerita por la sensibilidad y la entrega de su yo en sus versos, que los lectores conozcan algo de su facundia poética. Hoy lo hago con un fragmento de un largo poema de su autoría titulado: íCon tu mirada de fatal ternura†y que inicia con un epígrafe del poeta colombiano Julio Flores : íTodo nos llega tarde... ¡Hasta la muerte! El poema dice :
Amado : hoy me bebo tus ojos
gota a gota
como si fueran una flor de silencio
y siento pasar el viento
como el tacto de una rosa
o un amor de finas huellas.
Por ti me estoy muriendo de olvido
y también de angustia.
Mi corazón reza en voz baja
para sentir tu incendio
y las dulces huellas de tus manos.
Sentiré tu voz plena de goces singulares
tremolante y doliente
y el perfume de tu voz, el milagro
de tenerte en el huerto sombrío
me brindará sentir el sugerente canto
de las voces que tiemblan en el llanto.
Por eso te espero, amado,
con mi violenta sed inquieta
y mi amor de niña lamiéndote el cansancio
hasta caer pesada y sin control
en el sollozo de seda de tus brazos.
Tu cuerpo, amado, me hace sentir
náufraga en la marea
de tus caricias hondas.
Te presiento como un manantial de estrellas
o como una fruta dolorosa
fiesta dispersa de luna de papel
que cuando éramos niños
disparábamos contra el cielo.
Te amo para amarme a mí misma
lo hago para sentir la tolvanera
del silencioso otoño
encendiendo en el tiempo
la hoguera y para borrar mi tedio.
Vivo para ti, y defiendo
contra las llamas trémulas
tu desnudo recuerdo,
nadie ha de saber, amado
que fuistes mío en un otoño.
En crónica posterior me referiré a Indira Moreno, Mariafeli Domínguez y Dayra Miranda. Suerte, desde esta tolda periodística a la poetisa Enith González Caballero y que persevere porque como decía José Asunción Silva : hay que buscar la sangre del poema hasta encontrarloâ€.
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