Rufina Alfaro: la leyenda y la verdad histórica (I PARTE)
Publicado 2004/11/10 00:00:00
Hay quien llega incluso a describirla como una zagala que frisaba los 17 a 23 años cuando se produjo el Grito de Independencia de La Heroica Ciudad.
Desde hace algún tiempo se habla y especula sobre Rufina Alfaro, la heroína santeña que se afirma tuvo una participación destacada en la gesta independentista del 10 de noviembre de 1821. Personaje mítico o histórico, ha surgido en el país un renovado interés sobre la realidad o ficción de su protagonismo. Por ello, preocupado por el giro que está tomando el debate y con la intención de contribuir al mismo, las anotaciones que siguen se interesan por ahondar en la temática. Bajo ese prisma analítico presento a la consideración del lector algunas apreciaciones sobre el hecho en referencia.
Se afirma que Rufina Alfaro fue una moza que nació en Las Peñas, un villorrio campesino distante 3 ó 4 kilómetros de La Villa de Los Santos. Hay quien llega incluso a describirla como una zagala que frisaba los 17 a 23 años cuando se produjo el Grito de Independencia de La Heroica Ciudad. De origen popular, los rasgos que la caracterizan encajan perfectamente dentro del perfil promedio del habitante de aquellas calendas. A saber, el de una lugareña que acude con regularidad a la población cercana y que encarna el prototipo de la campesina descendiente del español depauperado que habitó los campos santeños, amén de describirla como una fémina carente de instrucción y orgullosa de su estirpe. Asevera la leyenda que concurría al poblado para mercadear productos que demandaba la élite pueblerina residente en el núcleo urbano colonial. Así, codiciada por los españoles, su misma condición de mujer apetecible, sin despertar sospechas, le permite informar a los conjurados (hartos de atropellos) sobre los pertrechos bélicos del cuartel español que la santeña visitaba con frecuencia. De esta manera, aparentemente utilizada por el grupo dominante, logra ser útil a la causa separatista para luego desaparecer de la historia escrita, más no de la tradición oral.
Lo que se ha afirmado sobre Rufina, a saber, que no existe certeza sobre su existencia, no podemos admitirlo como un fenómeno que atañe exclusivamente al personaje de nuestras cogitaciones. Recordemos que igual incertidumbre histórica se cierne, por ejemplo, sobre la denominación de algunos asientos poblacionales azuerenses. Tales los casos de Chitré, Los Pozos y Las Tablas, localidades de las que se desconoce el origen real del nombre que las identifica. Aunque en otro plano, con Rufina se produce un fenómeno parecido, la leyenda la integra a la identidad popular y la ha hecho parte de sus querencias, a tal grado que la fuerza de su figura rebasa, en la conciencia ciudadana del panameño, el papel de otros personajes cuyo protagonismo en el Grito Santeño nunca se ha puesto en duda. Tal y como acontece con los actores históricos, el habla popular termina por convertirlos en una intrincada madeja de ficción y realidad. Lo mismo acaece con seres de la mitología campesina (Señiles y La Tepesa), los que terminan presentando atributos que difieren según el mayor o menor ingenio popular.
En otro plano del análisis, al revisar lo que se ha escrito sobre la Heroína Santeña, la primera referencia sobre el tema corresponde a un trabajo del historiador Ernesto Castillero Reyes. El ocueño dejó para la posteridad un relato en donde asevera que transcribe una conseja que escuchó de boca del pueblo. Publicado originalmente en la Revista Lotería (# 80 de enero de 1948), la narración ha servido de base al resto de los aportes que han aparecido desde la segunda mitad del siglo XX. Luego de Castillero Reyes, la segunda contribución es la del dramaturgo santeño Miguel Moreno, al recrear el personaje en FUGITIVA DE LA GLORIA, obra galardonada, en el año 1963 con el primer lugar del Concurso Ricardo Miró. Es decir, la producción del reconocido actor y literato aparece quince años después de lo afirmado por el connotado educador herrerano. Dicho sea en honor de ambos, después de ellos nadie ha superado la versión literaria de la heroína santeña. Sólo la creatividad popular ha retado el ingenio del historiador y del dramaturgo para ver en la alegórica obra escultórica de José Guillermo Mora Noli (instalada en Los Santos en el año 1947) la encarnación de Rufina Alfaro; siendo aquélla un monumento en el que la libertad se representa con la imagen de una mujer que rompe las cadenas de la opresión. A su vez, el tercer y último escrito sobre el tópico lo debemos a la pluma de Horacio Moreno (Revista Lotería # 28 de febrero de 1975), quien valiéndose de nexos familiares e historias orales, cita nombres de personas que, según él, confirman la participación de Rufina Alfaro en los sucesos de la emancipación de España.
(*) Sociólogo de la Universidad de Panamá
Se afirma que Rufina Alfaro fue una moza que nació en Las Peñas, un villorrio campesino distante 3 ó 4 kilómetros de La Villa de Los Santos. Hay quien llega incluso a describirla como una zagala que frisaba los 17 a 23 años cuando se produjo el Grito de Independencia de La Heroica Ciudad. De origen popular, los rasgos que la caracterizan encajan perfectamente dentro del perfil promedio del habitante de aquellas calendas. A saber, el de una lugareña que acude con regularidad a la población cercana y que encarna el prototipo de la campesina descendiente del español depauperado que habitó los campos santeños, amén de describirla como una fémina carente de instrucción y orgullosa de su estirpe. Asevera la leyenda que concurría al poblado para mercadear productos que demandaba la élite pueblerina residente en el núcleo urbano colonial. Así, codiciada por los españoles, su misma condición de mujer apetecible, sin despertar sospechas, le permite informar a los conjurados (hartos de atropellos) sobre los pertrechos bélicos del cuartel español que la santeña visitaba con frecuencia. De esta manera, aparentemente utilizada por el grupo dominante, logra ser útil a la causa separatista para luego desaparecer de la historia escrita, más no de la tradición oral.
Lo que se ha afirmado sobre Rufina, a saber, que no existe certeza sobre su existencia, no podemos admitirlo como un fenómeno que atañe exclusivamente al personaje de nuestras cogitaciones. Recordemos que igual incertidumbre histórica se cierne, por ejemplo, sobre la denominación de algunos asientos poblacionales azuerenses. Tales los casos de Chitré, Los Pozos y Las Tablas, localidades de las que se desconoce el origen real del nombre que las identifica. Aunque en otro plano, con Rufina se produce un fenómeno parecido, la leyenda la integra a la identidad popular y la ha hecho parte de sus querencias, a tal grado que la fuerza de su figura rebasa, en la conciencia ciudadana del panameño, el papel de otros personajes cuyo protagonismo en el Grito Santeño nunca se ha puesto en duda. Tal y como acontece con los actores históricos, el habla popular termina por convertirlos en una intrincada madeja de ficción y realidad. Lo mismo acaece con seres de la mitología campesina (Señiles y La Tepesa), los que terminan presentando atributos que difieren según el mayor o menor ingenio popular.
En otro plano del análisis, al revisar lo que se ha escrito sobre la Heroína Santeña, la primera referencia sobre el tema corresponde a un trabajo del historiador Ernesto Castillero Reyes. El ocueño dejó para la posteridad un relato en donde asevera que transcribe una conseja que escuchó de boca del pueblo. Publicado originalmente en la Revista Lotería (# 80 de enero de 1948), la narración ha servido de base al resto de los aportes que han aparecido desde la segunda mitad del siglo XX. Luego de Castillero Reyes, la segunda contribución es la del dramaturgo santeño Miguel Moreno, al recrear el personaje en FUGITIVA DE LA GLORIA, obra galardonada, en el año 1963 con el primer lugar del Concurso Ricardo Miró. Es decir, la producción del reconocido actor y literato aparece quince años después de lo afirmado por el connotado educador herrerano. Dicho sea en honor de ambos, después de ellos nadie ha superado la versión literaria de la heroína santeña. Sólo la creatividad popular ha retado el ingenio del historiador y del dramaturgo para ver en la alegórica obra escultórica de José Guillermo Mora Noli (instalada en Los Santos en el año 1947) la encarnación de Rufina Alfaro; siendo aquélla un monumento en el que la libertad se representa con la imagen de una mujer que rompe las cadenas de la opresión. A su vez, el tercer y último escrito sobre el tópico lo debemos a la pluma de Horacio Moreno (Revista Lotería # 28 de febrero de 1975), quien valiéndose de nexos familiares e historias orales, cita nombres de personas que, según él, confirman la participación de Rufina Alfaro en los sucesos de la emancipación de España.
(*) Sociólogo de la Universidad de Panamá
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