Una traición efectiva

A veces, cuando la pareja lleva muchos años de convivencia, la aparición de un tercero hace que ella vuelva a sentirse renovada, atractiva, seductora, con ganas de volver a arreglarse, de verse más linda.

Este es el caso de Jennifer, que desde hace dos años encontró esa fuente de satisfacción emocional y espiritual que su esposo ya no le daba, que la llevó a una infidelidad que desmoronó su matrimonio.

"Mi esposo y yo no tenemos hijos, la excusa perfecta era su trabajo, pero mi instinto de mujer me decía que algo estaba pasando.

Todo lo que yo hacía estaba mal ante sus ojos, hasta que descubrí aquella tercera persona", nos comenta Jennifer, agregando que su dolor se profundizó al máximo.

En principio, la infidelidad vengativa no fue su mayor solución, pero las circunstancias se tornaron diferente, ya que conoció a una persona que sin querer hacerle daño, valoró lo que como mujer significaba.

Según explicó la doctora Emiliani, considerando la condición de pareja, Jennifer y muchas otras mujeres infieles buscan recuperar su gran necesidad de afecto, a pesar de que a las esposas infieles, casi siempre se les adjudica mayor culpabilidad.

Esto se debe no solamente al famoso machismo o un arbitrario sometimiento o menosprecio de la mujer, sino más bien a que consciente o inconscientemente, se sabe que ellas, por naturaleza y por sus mismas circunstancias de vida, están más protegidas y menos expuestas a peligros, por lo que sus caídas constituyen mayor malicia.

Sorpresivamente, la infiel conoce muy bien los riesgos de sus actos y se atreve a afrontar las consecuencias.

Es decir, no es un acto de inmadurez.

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