Ben Johnson - Carl Lewis, otra vez
Publicado 2003/04/27 23:00:00
- Oswaldo Franco
Hace quince años hubo un duelo muy esperado entre los hombres más rápidos del mundo, el canadiense Ben Johnson y el estadounidense Carl Lewis. Nunca antes una carrera de 100 metros había llamado tanto la atención.
Estaba en juego el prestigio y honor de dos grandes potencias y tal vez por eso, ambos atletas no menospreciaron ninguna ayuda, inclusive las sustancias prohibidas. Desde ese momento se escuchó la palabra "dopaje", aunque hay registros de que esta mala práctica data desde hace 50 años o más.
Johnson ganó la carrera... lucía imponente en comparación a los otros corredores; más tarde las sustancias anabolizantes (estanozolol) hacían su efecto, su cara y su cuerpo se habían transformado, era un "monstruo".
Los efectos secundarios habían dado su fruto y las autoridades deportivas comenzaron a tomar correctivos. Johnson fue castigado, humillado, desprestigiado y se convirtió desde entonces en un símbolo de la trampa en el deporte.
Lewis quedó ante el mundo como el héroe y se ha mantenido como un icono del atletismo mundial y un firme opositor al doping. Pero, ahora quince años después, se descubre que Lewis también usó sustancias ilícitas. Las detectadas fueron efedrina, seudoefedrina y fenilpropanolamina, todas prohibidas por los reglamentos antidoping.
En unos documentos hechos públicos la semana pasada revelaban que a Lewis y a otros deportistas estadounidenses se les permitió competir en los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, a pesar de dar positivo en los controles antidopaje que les fueron realizados.
Los cargos contra Lewis no son nuevos. En 1989, su compatriota Darrell Robinson acusó al "hijo del viento" de haber tomado anabolizantes. Robinson reveló detalles de la intimidad de Lewis como la presencia de píldoras de anabolizantes en su bolso. Esto nunca prosperó.
Lewis, de 41 años y nueve veces campeón olímpico, calificó de "ridículo" el anuncio de Johnson, y se preguntó "a quién le importa" el hecho, ocurrido quince años atrás. Si fuese así a quién le importaría los crímenes de guerra, los golpes de Estado, la historia, la arqueología, etc. todo en su justa dimensión.
Ya la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) ha instado al Comité Olímpico Internacional (COI) a que investigue el posible caso de dopaje de Lewis. De acuerdo con las reglas de la federación, Lewis debió ser sancionado, independientemente de si el dopaje era o no intencionado.
Para el vicepresidente de la IAAF, los atletas saben lo que está permitido y lo que no. Los estimulantes estaban y siguen estando prohibidos. En resumen no hay excusa para reabrir el caso de Lewis. Sería un claro ejemplo para dar un mensaje de que en el deporte no hay espacio para la trampa.
Estaba en juego el prestigio y honor de dos grandes potencias y tal vez por eso, ambos atletas no menospreciaron ninguna ayuda, inclusive las sustancias prohibidas. Desde ese momento se escuchó la palabra "dopaje", aunque hay registros de que esta mala práctica data desde hace 50 años o más.
Johnson ganó la carrera... lucía imponente en comparación a los otros corredores; más tarde las sustancias anabolizantes (estanozolol) hacían su efecto, su cara y su cuerpo se habían transformado, era un "monstruo".
Los efectos secundarios habían dado su fruto y las autoridades deportivas comenzaron a tomar correctivos. Johnson fue castigado, humillado, desprestigiado y se convirtió desde entonces en un símbolo de la trampa en el deporte.
Lewis quedó ante el mundo como el héroe y se ha mantenido como un icono del atletismo mundial y un firme opositor al doping. Pero, ahora quince años después, se descubre que Lewis también usó sustancias ilícitas. Las detectadas fueron efedrina, seudoefedrina y fenilpropanolamina, todas prohibidas por los reglamentos antidoping.
En unos documentos hechos públicos la semana pasada revelaban que a Lewis y a otros deportistas estadounidenses se les permitió competir en los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988, a pesar de dar positivo en los controles antidopaje que les fueron realizados.
Los cargos contra Lewis no son nuevos. En 1989, su compatriota Darrell Robinson acusó al "hijo del viento" de haber tomado anabolizantes. Robinson reveló detalles de la intimidad de Lewis como la presencia de píldoras de anabolizantes en su bolso. Esto nunca prosperó.
Lewis, de 41 años y nueve veces campeón olímpico, calificó de "ridículo" el anuncio de Johnson, y se preguntó "a quién le importa" el hecho, ocurrido quince años atrás. Si fuese así a quién le importaría los crímenes de guerra, los golpes de Estado, la historia, la arqueología, etc. todo en su justa dimensión.
Ya la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) ha instado al Comité Olímpico Internacional (COI) a que investigue el posible caso de dopaje de Lewis. De acuerdo con las reglas de la federación, Lewis debió ser sancionado, independientemente de si el dopaje era o no intencionado.
Para el vicepresidente de la IAAF, los atletas saben lo que está permitido y lo que no. Los estimulantes estaban y siguen estando prohibidos. En resumen no hay excusa para reabrir el caso de Lewis. Sería un claro ejemplo para dar un mensaje de que en el deporte no hay espacio para la trampa.
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