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Cada uno vive o muere su lectura
Ernesto Endara (Escritor) - Publicado:
“Hay quien prefiere las ortigas” Junichiro TanizakiAunque me había prometido no comprar más libros pues ya no caben en mi abarrotado estudio (para cumplir esta promesa, tendrán que prohibirme visitar librerías), salí con una bolsa de regular tamaño en la que sentía el peso de Cuerpo, Pueblo, Espíritu (de Whitman); Misteriosa Buenos Aires, de Mujica Lainez (libro que había perdido en un ataque del pérfido comején); Filosofía de la Historia, de Emmanuel Kant, un pequeño texto por mucho tiempo deseado y perseguido; Crítica literaria, de Marcel Proust (al verlo me dije: «si leíste con deleite los siete tomos de En busca del tiempo perdido, ¿cómo podrás prescindir de leer este pequeño libro que recoge los artículos de un Proust que, más que escritor, es toda una época, una belle époque?».Pero eso no fue todo, aumenté la cuenta con El anticristo, de Nietzsche porque el que tengo en casa es una edición muy vieja y esta nueva edición venía reforzada con Opiniones y sentencias diversas; también agregué El forastero misterioso, la novela de Mark Twain que me faltaba.Aunque no lo crean, estos libros promediaban un precio de dos dólares con cincuenta centavos, lo cual quiere decir que en total gasté unos quince dólares.Con la mitad de lo que se gasta cualquier muchacho un viernes en la noche había comprado y llevado a casa la crema mejor batida y la nata más sustanciosa del planeta Tierra.La mayoría de la gente que dejó atrás la escolaridad, al menos en mi maternal Panamá, lee para satisfacer una malsana curiosidad (¿podrá la curiosidad, madrastra solapada de todas las civilizaciones, ser catalogada de malsana?).Veamos.Diariamente se venden en mi país hasta cien mil ejemplares de periódicos cuyas primeras planas se empapan con sangre de accidentados, suicidas y gente que murió porque otra gente la mató.Llamo malsana a la curiosidad de mis cien mil paisanos porque se alimenta con esas primeras planas de violencia y sangre; porque a esa curiosidad no la mueve una idea saludable, ni constructiva, sino un encuentro con la muerte.¿Seremos necrófilos? Pues algo tiene que haber de eso.El regusto por la tragedia que termina en catafalco, o al menos en hospital con cuarenta y ocho puntos de suturas, es un “bocatto di popolo”.Es como gozar bañándose en un pozo séptico sin jabón.Cierta prensa ha encontrado su inagotable mina de venta destacando la tragedia humana.¿Para eso aprendiste a leer?