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El latín, una lengua ¿muerta?
Ariel Barría Alvarado - Publicado:
Pues sí, el latín es una lengua muerta, solo que muchas veces se nos aparece en letra y en espíritu.Es común verla vagando de boca en boca, ora como fantasma aterrador, ora como espíritu trascendente.El primer caso es el de los que mascullan sus latinajos sin respeto por los difuntos; el segundo, de los que incorporan rasgos latinos a la lengua común con afán de enaltecer aquella copiosa heredad.Hago estas reflexiones a propósito del libro que estoy leyendo durante estos días: “Por este signo vencerás”, de mi paisana Mónica Miralles, quien aborda una trama que corresponde a los tiempos del emperador Constantino (siglo IV de nuestra era).Un argumento literario enmarcado en la Roma Imperial tendrá que usar, obligatoriamente, referencias lingüísticas de la época, y la autora porteña sale adelante, aunque para esto deba confeccionar un glosario con el que salva la posibilidad de que el lector se pierda en un contexto del que ya lo separan tantos siglos.Alrededor de un setenta por ciento del vocabulario español proviene del latín, nuestra lengua madre.Casi siempre se trata de transformaciones de la palabra original (de ferrum viene hierro, y sus variantes, como ferroso, ferrocarril, fierro…).En ciertas ocasiones, la palabra, o la frase, procura guardar su forma original, a pesar del paso del tiempo (magíster, modus operandi, iter criminis, grosso modo…).De acuerdo con la disciplina de que se trate, existe una cierta obligatoriedad de emplear el latín.Zoólogos, biólogos, médicos, abogados, teólogos, solo por citar algunas profesiones, no podrán prescindir del vocabulario latino, porque forma parte de los contenidos de su carrera.Los nombres científicos de plantas y animales, muchos componentes químicos, ciertas definiciones legales, el dogma cristiano, apelan a la lengua de la Antigua Roma en sus precisiones, y los usuarios comunes del español tendrán que toparse en algún momento con tales usos.El tiempo ha dado la oportunidad para que muchas de esas formas originales hoy tengan opciones para ser dichas o escritas: currículum-currículo, simposium-simposio, fórum-foro…).No obstante, bueno es que repasemos cuáles son las formas correctas de usar los latinismos cuando se emplean en su figura original, para que exaltemos sus fórmulas en lugar de perturbar el eterno descanso de este acervo.Partamos de la acentuación.Cuando a usted le piden un “currículum vítae”, le solicitan una constancia de su “carrera de vida”.En su forma original, esa aefinal se lee solo como una esimple /bíte/, aunque también se acepte la incorporación fonética de las dos vocales; es decir, no cometa el error de reírse de los que dicen /bítae/.Usted no diga, en cambio, /bitáe/.Y tampoco le crea a los que dicen que el plural se forma igual que el plural del latín clásico: “los currícula”, pues se admite españolizar la frase: “los currículum vítae”.Pero, mejor, si es enemigo de las complicaciones, use “el currículo”, “los currículos” o bien “hoja de vida”.En cuanto a la acentuación ortográfica, el Diccionario panhispánico de dudas es claro al indicar que en el caso de los latinismos, se emplean las reglas de acentuación española.Eso sí, cuando se trata de nombres científicos de la flora y fauna, se prescindirá de la tilde porque son fórmulas internacionales adaptadas, precisamente, por la seguridad de que no sufrirán modificaciones (como el caso del “extraterrestre” de Cerro Azul, que resultó ser un “Bradypus variegatus”, es decir, un pobre “perezoso” lapidado por mozalbetes).A propósito de televisión, la otra semana volveremos sobre el tema, en especial sobre aquellas frases relacionadas con los reportes de hechos delictivos.Vale.Que la palabra te acompañe.