Sin doblez
‘Inamible’, reflejo de la falsa erudición
- Yolanda Hackshaw *
Quizá es un relato que se repite con mucha frecuenciaen los círculossociales, culturales y académicos.

“Inamible” es un cuento impresionante escrito por el autor chileno Baldomero Lillo. La arrogancia, la autosuficiencia y la ignorancia dan lugar a la historia. Quizá es, con toda seguridad, un relato que se repite con mucha frecuencia en los círculos sociales, culturales y académicos de todas las épocas, cuando aquellos falsos eruditos aseveran con autoridad algo y en realidad es solo un invento para salir de una situación, porque falta la honestidad para decir “no sé” o preguntar al que sabe.
En el cuento, Ruperto Tapia, alias “El Guarén”, un policía comunal que se caracteriza por conocer “todas las ordenanzas y reglamentos policiales, y aun los artículos pertinentes del Código Penal le son familiares. Contribuye a robustecer esta fama de sabiduría su voz grave y campanuda, la entonación dogmática y sentenciosa de sus discursos y la estudiada circunspección y seriedad de todos sus actos”. Aunado a esto, “El Guarén” es capaz de inventar palabras con tal de no perder su tono de autosuficiencia. Como resultado de esta capacidad creativa, obligó a un superior a interpretar el significado de inamible según el contexto; pues el jefe temía preguntar y poner su ignorancia en evidencia delante de “El Guarén”, su subalterno. Lo más impactante es que del significado dependía la pena del joven capturado. Al asumir un significado, lo condenó y el muchacho acusado, de nombre Martín Escobar, fue a parar frente a un prefecto, que ante el desconocimiento del término continuó el proceso y mandó a Martín ante el juez que tampoco conocía la palabra inamible y lo condenó a 20 días de cárcel, conmutables.
Pero las dudas siempre matan cuando sobre ellas se toman decisiones y cuando el jefe (que trató de borrar la evidencia de su error tirando tinta sobre los reportes policiales donde aparecía la palabra inamible), el prefecto y el juez se percataron de su error al preguntarle a “El Guarén” qué había sucedido con Martín, los tres para lavar su culpa le envían a Martín 20 pesos cada uno. Este usa 20 para conmutar la pena y al ver los otros 40 se dice mientras los contempla con amor:
Cuando se me acaben, voy al cerro, pillo un animal inamible, me tropiezo con “El Guarén” y ¡zas! Al otro día en el bolsillo tres papelitos iguales a estos…
Definitivamente, la ignorancia es como un tesoro: hay que ocultarla…
*(Profesora de la U. de Panamá)
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