‘La Isla Mágica’
Un centenar de historias concatenadas, dibujadas a veces en claroscuros, otras en bocetos que se van poblando de color...
‘La Isla Mágica’
La Isla Mágica (Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró 1977, sección novela) es un elaborado sistema de senderos que se bifurcan en curvas tenues o en rectas abruptas, pero todos y cada uno, establecida cierta geometría creativa, conducen a una misma luz: el conocimiento, la causa, el efecto de ciertas acciones que conforman el paisaje y el perfil de situaciones y personajes, respectivamente. Se trata de un ejercicio de creación-imaginación expresado en una narración elaborada con mano maestra. ¿Alguna duda? Y conciencia de trascendencia.
Un centenar de historias concatenadas, dibujadas a veces en claroscuros, otras en bocetos que se van poblando de color para completar una imagen fractal, caleidoscópica de la isla que sustenta la infancia y la adolescencia, tanto del protagonista Juan Felipe Durgel (Chompipe) como del poeta que la canta.
Una Semana Santa extendida, que acontece mientras crece el siglo XX, es el entramado de esta novela que se debate con mirada crítica entre la realidad y lo mágico, lo divino y lo pagano, la vida y la muerte. La dicotomía es quizá uno de los pertrechos de que se vale el autor para confrontar a su lector, quien se verá arrastrado decálogo tras decálogo.
Sinán explora el denominado donjuanismo, ese mito del alma humana, pero lo tropicaliza en la personalidad del isleño lúbrico que es arrebatado por la sensualidad. El hombre es un buscador de tesoros y su máxima es la búsqueda, no el hallazgo.
Todo el lenguaje utilizado en La Isla Mágica está justificado, plenamente, en el conocimiento de los personajes que mueven el engranaje de lo narrado. Lo mismo pudiera ocurrir con alguna nota de color que pudiera resultar díscola al lector menos avezado. No se puede entrar con descuido a estas páginas, en las que el humor y el amor evanescente flotan creando atmósferas de sarcasmo.
Desde el Contrapunto simbólico en memoria del héroe hasta Una isla mágica para un pueblo mesiánico se cruza una exploración matemática de los Diez Mandamientos. La lectura del libro es una provocación para concentrar claves en la niebla de una Semana Santa centenaria que dura siete días exactamente.
A juzgar por algunos documentos del maestro, que reposan en el Memorial que lleva su nombre, en la Universidad Tecnológica de Panamá, la novela es reveladora de la meticulosidad con la que trabajaba su obra. Nada faltará porque así lo quiso el demiurgo y nada sobrará porque tuvo el cuidado y la inteligencia de consultar, comparar, seleccionar, escoger cada referencia, hecho histórico, frase hecha, nombre, referencia bibliográfica o pasaje bíblico, para entregarnos el verdadero monumento a la narrativa panameña. Lo demás es silencio.
Si Rogelio Sinán es el poeta por antonomasia, La Isla Mágica es epítome de la novela panameña.