No hay silencio que no termine
- Redacción díaD
La ex candidata presidencial explica que el libro ha supuesto para ella una forma de "reencontrarse con sus propias medidas" y todo un trabajo de constancia, ya que todos los días escribía a mano la obra, desde las 9 a.m. hasta las 5 p.m.
Ingrid Betancourt se sumó esta semana a Clara Rojas, Luis Eladio Pérez y Jorge Eduardo Gechem Turbay, entre otros ex rehenes de la guerrilla colombiana que decidieron contar al mundo su experiencia mientras estuvieron en medio de todo y de la nada.
Habrá que esperar un poco para conocer la opinión de la crítica sobre el fondo del libro, pero comercialmente hablando seguramente será un éxito porque, si algo ha demostrado la ex candidata presidencial de Colombia, es que despierta pasiones.
El libro, intitulado “No hay silencio que no termine”, se publicó oficialmente esta semana en catorce países.
Una fuente en Panamá dijo que la obra costará en nuestro país aproximadamente 42 dólares.
Pero más allá de la calidad y el precio, No hay silencio que no terminees una especie de catarsis para Betancourt, quien simultáneamente con la presentación del libro debió atender, mediante sus abogados, una reclamación de su marido Juan Carlos Lecompte, quien pretende hacerse de la mitad de sus bienes, alegando que el matrimonio entre ambos “está totalmente vigente”, ya que la demanda de divorcio todavía no se ha resuelto.
"Me encuentro serena. Este libro ha sido también mi terapia. Me dije: necesito reconstruir todas mis relaciones. Necesito reencontrar a mi familia e hijos. Muchas veces en estos meses había conseguido hablar de ello, pero era difícil incluso con ellos. El libro ha sido una cura", dijo Betancourt, quien mantiene su residencia fija en Francia.
"Mi mundo era un escritorio, un montón de papeles, y alguna barra de chocolate. Escribía todo y antes de escanearlo y enviárselo a mi editorial, se lo leía a mi madre. Llorábamos juntas. Reíamos juntas. Desde enero de 2009 hasta Navidad he estado así", explica.
La ex parlamentaria colombiana, quien afirma que nunca pensó en el suicidio durante su cautiverio, asegura que este libro es además "el intento de contar cómo la vida no avanza siempre linealmente", pues, dice, no todo es blanco o negro.
"En el libro cuento que en los últimos meses me estaba dejando ir: pero esa es la aceptación de la muerte como la última forma de libertad. No, en el suicidio, nunca pensé", apunta Betancourt.
Polémica.
Un detalle que se conoció antes de la publicación de "No hay silencio que no termine" fue que, en el libro, Ingrid Betancourt revela que su compañera de secuestro, Clara Rojas, planeó su embarazo en cautiverio y aunque no identifica al padre de su hijo da algunas pistas sobre él.
El diario "El Tiempo" reseñó algunos apartes del texto de Betancourt, que fue presentado esta semana en 14 países y en seis idiomas.
La ex candidata presidencial narra en su libro que con el tiempo ella se había dado cuenta de que Rojas había perdido el interés en huir porque según le explicó ella, "ya no quería escaparse porque quería tener hijos".
"Y el esfuerzo de la huida podía perturbar su capacidad para concebir", dice Betancourt en su libro, según "El Tiempo".
Añade que en una visita del jefe guerrillero "Joaquín Gómez" al campamento donde estaban las dos rehenes, él le contó que había recibido una "inusual" petición de Rojas reivindicando "sus derechos como mujer".
"Habla de su reloj biológico y dice que no le queda mucho tiempo para convertirse en madre", añadió.
La colombo-francesa Betancourt narra que intentó disuadir a su compañera de secuestro, haciéndole ver "lo que sería la vida de un bebé recién nacido en condiciones de precariedad tan grandes, y sin saber si las FARC accederían a liberar al niño".
Sin embargo, Rojas quedó embarazada de un guerrillero, tuvo su hijo durante algunos meses en la selva y luego le fue arrebatado para ser entregado a una familia de campesinos en el departamento del Guaviare (sur).
El niño estuvo desaparecido hasta que los servicios de seguridad social del Estado descubrieron que dicha familia lo tenía en su poder después de que fuera remitido a Bogotá para ser atendido por médicos especialistas debido a problemas de salud.
Betancourt no identifica al padre de Emmanuel, como fue bautizado el niño, pero dedica después un capítulo a un "amistoso" guerrillero con el nombre de Ferney, al que en varias ocasiones encontró escondido con Rojas en el cuartucho que compartían.
Reflexiones.
La que fue la secuestrada más célebre de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de febrero de 2002 a julio de 2008, consideró que "lo peor" de su experiencia fue la relación entre los seres humanos "y en particular el trato recibido por parte de los secuestradores".
Preguntada por las tensiones vividas entre los propios rehenes, algunos de los cuales ya escribieron hace tiempo su visión de los hechos y no siempre la dejaron en muy buen lugar, la ex candidata a la presidencia de Colombia dijo haber retenido principalmente "la historia de la fraternidad entre todos en diferentes momentos".
Algo que convirtió "este período de mi vida en un gran aprendizaje", agregó.
Al respecto, dijo que "sus compañeros de infortunio", con quienes a veces fue "difícil vivir", fueron también sus "ángeles" y los que le permitieron "mirar hacia el cielo".
Fueron, dijo, los que "me sacaron del barro y me pusieron en un lugar en el que me sentía un ser humano", resaltó antes de concluir que debía a "mucha gente" el haber salido viva y entera de esa experiencia "tan dura".
"Sola no me habría sentido capaz", subrayó Betancourt, quien resaltó que sin el amor de sus hijos y de su madre, "esa voz que me conectó a la vida", tampoco lo habría logrado.
La ex senadora no entró en detalles sobre las violencias vividas que relata en su libro ni sobre "las muchas cosas" que hacían que la situación fuese "horrible", pero sí comentó cómo se apoyó en el "concepto de dignidad", que si bien era muy abstracto "estaba muy presente".
"Pienso que había Dios, la fe; la idea de que no era una coincidencia, una falta de suerte lo que vivía, que había una razón, algo superior, que incluso si no entendía lo que me ocurría, habría respuestas", manifestó Betancourt.
Dijo haberse apoyado en "la conciencia de estar viviendo momentos inauditos", sobre los que debía dar testimonio, pues los colombianos tenían que saber lo que ocurría, y "el mundo también tenía que comprender".
Conflictos.
No hay silencio que no termine", editado por Aguilar, llega a las librerías en medio de la controversia desatada en las redes sociales y la prensa de Colombia, que se ha alimentado por las recientes declaraciones de Betancourt.
La mayoría de los medios y de las redes sociales preguntan estos días sin cesar a los colombianos si están dispuestos a leer el libro de Betancourt, quien también tiene nacionalidad francesa y, tras su rescate, salió del país y nunca regresó.
Las desavenencias de la sociedad colombiana con Betancourt se plasmaron ya en el pasado mes de julio, cuando la ex rehén presentó una acción de conciliación contra el Estado para solicitar una millonaria indemnización por sus años de secuestro, aunque decidió retirarla tras el aluvión de críticas recibidas.
En ese momento, sus compatriotas la llamaron desagradecida. Ella, en la única entrevista que ha concedido en el país, al diario El Espectadory difundida el domingo, puso el dedo en la llaga al calificar a la sociedad colombiana de "despiadada" y "enferma de ira".
Al tiempo, su segundo esposo, el publicista colombiano Juan Carlos Lecompte, con el que está en pleno proceso de divorcio, anunció que solicitó el embargo de las regalías del primer libro de Betancourt, "La rabia en el corazón", y también del nuevo, así como de un apartamento que la ex candidata presidencial tiene en París y una casa en Estados Unidos.
Lecompte justificó, en declaraciones a la emisora La FM, su actuación en que se trata de un "trámite normal" del proceso de liquidación de bienes adquiridos durante el matrimonio.
Recordó, asimismo, que fue Betancourt quien interpuso la demanda de divorcio en enero de 2009 y que en la actualidad no tiene "ningún contacto" con ella.
"Jamás tuve dos, tres, cuatro horitas, los dos solos para hablar de la separación", se lamentó el publicista, quien plasmó en un libro su "gélido" reencuentro con la ex rehén y los pormenores de su separación.
Al igual que con su ex esposo, Betancourt tampoco mantiene relación con su antigua amiga Clara Rojas, secuestrada junto con ella cuando hacían campaña para las elecciones presidenciales.
Además de detallar las peripecias de su cautiverio, sus intentos de fuga y la humillación con que los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tratan a los rehenes, Betancourt cuenta en su libro que ahora va a misa todos los domingos y vive una "reconquista cotidiana".
Todo lo anterior puede explicar aquello de que el siguiente paso, después de este segundo libro, es "reconstruir" sus relaciones y "reencontrarse" con su familia e hijos.
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