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El contagio que podemos controlar
- Sigal Barsade
Mientras los líderes médicos y de salud pública trabajan tanto como pueden para controlar el avance del nuevo coronavirus, deberíamos escucharlos y atender sus consejos.
Usted está asustado. Su familia está asustada. Todos a los que parece conocer en redes sociales están asustados, y con buena razón: La situación es incierta. No se siente en control. Todo está cambiando, y rápidamente. Entonces, ¿qué hacer?
Mientras los líderes médicos y de salud pública trabajan tanto como pueden para controlar el avance del nuevo coronavirus, deberíamos obviamente escucharlos y atender sus consejos. Sin embargo, los expertos en inteligencia emocional también tienen algo poderoso qué ofrecer: una forma de ayudarnos a manejar un tipo diferente de contagio durante este difícil periodo – el miedo.
Hemos sabido desde hace mucho que el pánico se esparce, pero recientemente hemos logrado entender el contagio emocional, el mecanismo por medio del cual las emociones de las personas (positivas o negativas) se “vuelven virales” dentro de los grupos, influyendo en sus pensamientos y acciones. Comienza cuando automáticamente imitamos las expresiones faciales, lenguaje corporal y tono de voz de otras personas – lo que estamos diseñados para hacer desde la infancia. Lo que sucede a continuación también es “infeccioso”: A través de una variedad de procesos fisiológicos y neurológicos, realmente sentimos las emociones que imitamos — y actuamos con base en ellas.
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Cuando tiene una razón legítima para preocuparse, como sucede ahora, es incluso más probable que sea influido por el miedo de todos los demás. En efecto, usted se “contagia” de su ansiedad y la transfiere a otros, que la reflejan hacia usted. Aunque los sentimientos son más contagiosos en persona, también pueden ser transmitidos por correo, teléfono o cualquier interacción constante a distancia con otras personas.
Sin embargo, no estamos indefensos. A continuación, algunas estrategias para ayudarlo.
De entrada, reduzca el involucramiento en espacios donde el miedo se alimenta de sí mismo en lugar de recurrir a los hechos – las redes sociales, por ejemplo, o conversaciones con personas que especulan y hablan de catástrofes en lugar de compartir evidencia. Manténgase alerta, pero sea prudente acerca de sus fuentes. Recurra a expertos confiables en temas médicos y conductuales: su doctor o enfermera, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, la Organización Mundial de la Salud, los Institutos Nacionales de Salud. Haga lo que estos expertos aconsejan -pero no asuma que necesita hacer más de lo que están aconsejando, pues ello podría intensificar las emociones negativas en usted y en los demás.
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Segundo, del mismo modo en que está tratando de proteger del contagio viral a usted mismo y a todos los demás por medio de una higiene ejemplar, trabaje activamente para contener el contagio de la negatividad emocional al ejercer una buena higiene emocional. Trate de mantenerse tranquilo utilizando el método que mejor le funcione. Las personas también imitarán esa emoción. Eso puede llevar a un contagio emocional positivo, que como muestra mi investigación, es tan fuerte como la variedad negativa.
Ejercitarse, hacer trabajo voluntario y mostrar amabilidad, la meditación, y las conexiones positivas de alta calidad con otras personas — incluso si son virtuales — pueden mejorar su ánimo. De forma similar, expresar deliberadamente optimismo y gratitud con el objetivo explícito de sentirse mejor puede contribuir a nuestro bienestar de largo plazo. Necesitamos ese contrapeso durante este tiempo difícil, y en línea hay recursos gratuitos, basados en investigaciones para ayudarlo a hacer estas cosas.
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Quizá durante un tiempo no exista una vacuna o tratamiento efectivo para el COVID-19. Sin embargo, tenemos el poder para actuar donde podemos. Reducir el contagio emocional negativo – e impulsar el positivo – nos ayudará a todos a sortear esta impredecible tormenta, juntos.
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