Editorial
Expansionismo ruso
La amenaza de satelización de Ucrania y Crimea reproduce el sistema de dominación política y económica que impuso el gobierno comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas
La amenaza de satelización de Ucrania y Crimea reproduce el sistema de dominación política y económica que impuso el gobierno comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en el periodo entre 1922 y 1991. El desplazamiento de fuerzas militares en el territorio de Ucrania y Crimea responde, según el análisis geopolítico de Estados Unidos y la Unión Europea, al recrudecimiento del expansionismo territorial ruso planeado por el régimen dirigido por Vladímir Putin en la estrategia de reconstrucción de la URSS.
El temor de la pérdida del control del corredor ucraniano, clave para el transporte del gas que Rusia exporta a los países de Europa Occidental, ha precipitado el intervencionismo militar acompañado de manipulaciones políticas para remover al nuevo Gobierno de Kiev y realizar a la carrera un referéndum planeado para separar a Crimea de Ucrania y apoderarse de la península estratégica para la salida al Mar Negro.
El estallido de la crisis en los estados postsoviéticos de Europa Oriental configura el escenario de una conflagración bélica de Rusia con las potencias occidentales equivalente a lo que podría ser una tercera guerra mundial. Estados Unidos y Gran Bretaña estiman que Rusia viola el Protocolo de Budapest de 1994, firmado por las tres naciones para garantizar la integridad territorial de Ucrania. La implosión política de la URSS dejó en Ucrania el arsenal más importante de armas nucleares en una flota cargada de misiles de largo alcance.
El acuerdo de Budapest fue suscrito para definir a la nueva República de Ucrania como una nación desnuclearizada. Pero la implantación de un gobierno prorruso pondría bajo control ruso este arsenal nuclear. Ucrania, más adelante, se cubrió la espalda con la Carta de Asociación Distintiva firmada con la Otan, que la Rusia de Vladímir Putin busca desmovilizar.
La Otan ha reaccionado ante los movimientos rusos y en una reunión del jefe del comando general, general Anders Fogh Rasmussen con el nuevo premier ucraniano Arseni Yatseniuk exige el reconocimiento a los puntos sustantivos de la asociación militar.
La intervención rusa en los asuntos internos de Ucrania y Crimea ha puesto a sonar las alarmas en los estados postsoviéticos que hoy son repúblicas independientes: los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania; las repúblicas de Asia Central, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán; Armenia, Azerbaiyán, Georgia, en el Cáucaso; Bielorrusia, Moldavia y Ucrania, en la región de Eurasia.
El control del complejo gasífero de Ucrania y las instalaciones portuarias de Crimea se yerguen como el pretexto geopolítico para anexionar las dos repúblicas autónomas. Las ventas de gas suman miles de millones de euros del principal rubro de exportaciones rusas.
Barack Obama y el dirigente ucraniano se reunirán en Washington para encontrar una resolución contra la intervención militar rusa en Crimea; no se excluye que pueda discutirse la ayuda militar ya planteada con el desplazamiento de una flota de portaviones en el Mar Negro. La Casa Blanca considera ilegal el referéndum y advierte que no reconocerá la anexión de la península de Crimea a Rusia. Por su lado, Rusia califica el referéndum como legítimo, en la confianza de que autorice la absorción de la península.

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