Lo del príncipe era puro cuento

Soñar con encontrar un príncipe azul (ahora suele llamársele el hombre ideal) le ocurrió y le sigue ocurriendo a millones de féminas de todo el mundo, de todas las culturas.

Sí. No solo a Blancanieves, Cenicienta, la princesa Aurora, princesa Ariel, princesa Bella, princesa Jasmín, Rapunzel o cualquiera de los otras beldades de los cuentos de hadas que nacido o no en cuna de oro, pero a la cual el destino le jugara una mala pasada (que no por temporal deja de haberle hecho mella, sacado un mar de lágrimas y haberle hecho pasar en vela más de una noche pensando en cuándo acabaría lo que parecía una pesadilla) y las colocaba en tales aprietos que nadie creería que antes hubiesen -muchas de ellas o sus madres y abuelas- disfrutado de buena fortuna y tenido miles de súbditos a sus pies para satisfacerles el más mínimo capricho.

Ellas de día y de noche soñaban con ese príncipe azul. Un mancebo guapo, de sangre azul, valiente, que se enamorara perdidamente de ellas, las rescatara, las defendiera hasta con la vida y les cambiara su suerte a estas además de bellas buenas mujeres. Demasiado buenas que las malvadas y envidiosas siempre se aprovechaban de ellas, de su ingenuidad. Les encantaba victimizarlas. Ellas por confiadas caían en sus trampas.

Ese príncipe azul, que ellas ansiaban que se les cruzara en el camino, que les llenara vacíos existenciales, que las amara, consintiera, perdonara siempre y con el cual vivir feliz por siempre, sin miedos, sin inseguridades, sin ningún tipo de privaciones, es una utopía. Eso, en broma y en serio es tema de la segunda puesta en escena del recientemente inaugurado Teatro El Ángel.

En la propuesta "Se busca príncipe azul (sapos abstenerse)" Fabiola Sánchez Dorado, Mike Pilisi y Dayra Torres, de una divertida manera, llevan a muchas a concluir que es hora de bajarse de la nube y buscar a alguien de carne y huesos. Con virtudes y defectos.