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La movida radical de Givenchy
La Semana de la Moda de Nueva York comienza mañana y la marca francesa ya da que hablar tras haber decidido abrir la pasarela para que el público en general pueda asistir a su espectáculo.
Redacción / @PanamaAmerica - Actualizado:
La moda se ha vuelto más accesible que nunca. Las marcas que apuntan al mercado masivo como Uniqlo tienen diseñadores de gran categoría. Las cadenas de grandes tiendas estadounidenses como Target venden colecciones de prendas especiales creadas por empresas de diseño como Missoni. Hay reality shows sobre la vida de los diseñadores. Entonces, ¿por qué es tan raro que los diseñadores abran sus desfiles al público? Esta semana, Givenchy anunció que hará precisamente eso. El diseñador Riccardo Tisci le dará la bienvenida a personas comunes y corrientes para el debut de su colección de ropa femenina para la primavera 2016 este viernes durante la Semana de la Moda de Nueva York, que empieza mañana. En cualquier temporada, las de Givenchy son una de las presentaciones más anticipadas. La firma parisina inicia tendencias, genera conversaciones y atrae a una horda de celebridades. Esta temporada, Tisci llegará a Manhattan para presentar su colección no solo frente a la prensa y a los vendedores, sino también ante esos anónimos desconocidos que están encantados por la moda, disfrutan de su glamour y en última instancia la consumen. Las multitudes de espectadores relacionados con el mundo de la moda ingresarán al evento por una entrada diferente y se ubicarán en sus lugares habituales. Pero otros cientos de espacios estarán reservados para estudiantes locales de moda y 820 asientos se asignarán al público general en orden de llegada. Solo en ocasiones el público ha espiado por una ventana las maquinaciones de la moda en tiempo real. Grandes marcas como Gucci han realizado transmisiones en vivo de sus shows y han subastado asientos junto a la pasarela en eventos de caridad. Algunos diseñadores presentaron sus desfiles en espacios casi públicos, donde cualquiera que pasara por el lugar podía dar un vistazo a lo que sucedía. Pero Givenchy está repartiendo invitaciones, reservando asientos y recibiendo al público. La pasarela de la casa francesa sin dudas atraerá a los fanáticos de la moda más apasionados, los que leen blogs relacionados a la materia e intercambian publicaciones. Ellos son los que, con mayor probabilidad, se lanzaron a buscar información en internet en cuanto recibieron los primeros datos de esta tentadora oferta. Pero le vendría bien a la industria de la moda abrir sus puertas con regularidad y permitirle a más civiles ingresar a sus shows. Gracias al surgimiento de los blogueros, la moda rápida y el comercio electrónico, la cultura está más que nunca conectada y fascinada por la moda. Los diseñadores ya no dictan el estilo. No hay reglas establecidas sobre lo que está o no "de moda". Los consumidores crean tendencias, en su mayoría, y los diseñadores las pulen y las venden de nuevo. Sin importar dónde uno viva, el diseño de alta gama es accesible gracias a internet. Los amantes de la moda ahora compran en el ciberespacio. Nadie tiene que esperar meses, días o ni siquiera horas, para ver imágenes de un desfile de moda. Las prendas de la próxima temporada pueden verse en el momento en que se está presentando. Y poco después de eso, cualquiera puede publicar su opinión sobre esas prendas. La emoción de la moda permanece, pero la forma en que es presentada, criticada y consumida resulta más fluida. Pero hasta ahora, esta industria de la moda democrática no ha cambiado fundamentalmente su relación con la cultura. La gente no ha logrado atravesar los estereotipos para llegar a la realidad. Se pueden ver los clichés y los recursos obstinados: la moda sigue siendo misteriosa, confusa y para no poca gente, físicamente inaccesible. Cuando la editora de Vogue, Anna Wintour, u otros miembros de la industria de la moda se involucran en campañas electorales, el mundo se sorprende. Pero hay indignación cuando los dólares llegan desde Hollywood, el mundo de la tecnología o los deportes. Muchas personas, demasiadas personas, simplemente no entienden la moda, y realmente no quieren hacerlo. Tienen una enorme desconexión entre lo que ven en una tienda o en las calles de la ciudad, con lo que aparece en las revistas y lo que observan en la pasarela. Y lo que pasa en la pasarela es la destilación de la visión de un diseñador a su esencia más autoritaria. Le haría bien a la cultura tener a más gente sentada entre el público que mira un desfile de moda en vivo, tal como hacen cada año con el SuperBowl a pesar de no ser especialistas del fútbol americano. La moda debería invitar a más outsiders a sus tribunas. Hubo un tiempo en el que la moda era exclusiva y estaba dirigida a un pequeño porcentaje de la población. Pero ahora, la moda habla globalmente. Abrir las pasarelas ayudaría a un montón de gente a entender precisamente de que está hablando la industria.