Intento de golpe militar en Ecuador causan inestabilidad de Latinoamérica
Publicado 2000/01/24 00:00:00
- MEREDITH SERRACIN
Washington-El fallido golpe militar que tuvo lugar en Ecuador el viernes pasado fue sólo la última crisis del país andino, que desembocó con el juramento del vicepresidente Gustavo Noboa como el cuarto presidente en ocupar la casa de Gobierno de Quito en los últimos tres años.
Así, con el derrocamiento del presidente Jamil Mahuad, culminó una semana de protestas populares impulsadas por una sublevación indígena con el apoyo de suboficiales y tropas que después de unas horas de triunfo fueron a la vez desplazados por el alto mando de las Fuerzas Armadas.
Este más reciente y dramático episodio para un Ecuador al borde del abismo económico alza el espectro de la inestabilidad de Latinoamérica justo al mero amanecer del siglo XXI. Pero igualmente dramática fue la reacción de repudio internacional al golpe.
No hay duda de que los generales que destituyeron la junta cívico-militar que se autoproclamó regente por unas horas, tomaron bien en cuenta la advertencia del secretario adjunto de Estado en función, Peter Romero, un ex embajador ante el gobierno de Quito, que Estados Unidos y los organismos regionales e internacionales congelarían todo tipo de ayuda a la necesitada república andina, si el régimen constitucional quedaba violado.
Por otro lado, la situación de Mahuad era de evidente deterioro. Elegido en una reñida contienda llegó al poder en agosto de 1998, aplaudido por la comunidad internacional, cuya admiración fue en aumento por el esfuerzo que realizó para resolver definitivamente el conflicto limítrofe con Perú. Su papel como alcalde de Quito y una destacada preparación universitaria que culminó con un doctorado en Harvard parecían ser suficiente para contribuir a resolver la inestabilidad generada por la caída de Abdalá Bucaram, y la corta y deslucida transición de Fabián Alarcón.
No obstante, desde hace semanas, tanto en Washington como en las capitales europeas se temía que el grave deterioro de la economía ecuatoriana que la semana pasada llevó a Mahuad a declarar la "dolarización" del sistema monetario para detener la espiral de la inflación iba a desembocar en una situación análoga, la que llevó a la destitución de Abdalá Bucaram, que hace tres años salió al exilio en Panamá donde permanece hasta el día de hoy.
Según los analistas, Bucaram es uno de los perdedores del golpe contra Mahuad, ya que Noboa, un prestigioso académico de Cochabamba, es uno de sus enemigos declarados y fue propuesto para reemplazarlo hace tres años, pero prefirió continuar frente a la universidad.
El ya refrendado Noboa, que en teoría ocupara el cargo hasta el año 2003, ha anunciado en su primera declaración al país que mantendrá las draconianas medidas económicas adoptadas por Mahuad, pese a que la dolarización acarreara reformas urgentes y profundas que presumiblemente no apoyarán los más débiles: desde desmantelar la exigua protección de los trabajadores, hasta el aumento de unos impuestos que casi nadie paga.
No obstante, su reputación de hombre eficaz no fue ajena a la decisión tomada por Mahuad en su día de nombrarle su segundo, pero un distanciamiento entre los dos contribuyó a la destitución del presidente. Sus declaraciones cuando el triunvirato cívico-castrense se hizo con el poder y el jefe de Gobierno abandonó el palacio temiendo por su vida, fueron más críticas con su jefe que solidarias.
"Nunca me consultaba las acciones más importantes", señaló Noboa, de 61 años, que ofreció su candidatura para alcanzar una solución democrática, y le fue aceptada.
En tanto, no faltan quienes resaltan la crisis del país andino como un ejemplo más de la precaria estabilidad institucional que enfrenta casi toda América Latina.
"Lo del Ecuador sigue demostrando la fragilidad de los sistemas democráticos de la región", señala Arturo Valenzuela, el director para asuntos hemisféricos del Consejo Nacional de Seguridad, el órgano coordinador que asesora directamente al presidente Bill Clinton.
El funcionario, sin embargo, cuestionó la tesis de que, ante el poco progreso económico logrado por los gobiernos democráticos, los pueblos nuevamente busquen soluciones populistas, inclusive saliendo a votar por líderes militares como el general Hugo Chávez de Venezuela, que eventualmente coartaban las libertades públicas.
"No creo que esto sea un retorno a los golpes de Estado tradicionales, cuando las juntas militares asumían el poder por la fuerza implantando regímenes represivos donde los derechos humanos eran violados sistemáticamente," declaró.
Valenzuela, quien nació en Chile y fue decano del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, hizo sus declaraciones en una entrevista con Ana Baron, la veterana corresponsal del matutino argentino, Clarín, algunas de cuyas observaciones sobre el traspaso del Canal fueron citadas por este periódico el pasado mes.
Noboa, abogado y padre de seis hijos, había ocupado la vicepresidencia durante 17 meses y es tenido como un hombre trabajador e íntegro en el desempeño del cargo. No milita en ningún partido político y es un católico practicante que acude a misa cada domingo.
El presidente depuesto expresó en un mensaje televisado el sábado su apoyo al nuevo gobierno de quien fuera su vicepresidente, Gustavo Noboa, si su derrocamiento sirve para mantener vivo el sistema democrático en Ecuador.
A la vez que se supo que cuando salió del palacio presidencial para refugiarse en una base aérea, Mahuad temía por su vida.
El triste papel de varios miles de indígenas que aparentemente fueron manipulados por distintos mandos del ejército, fue captado en un editorial del matutino "El Comercio" de Quito: "El final de la toma de Quito dejó ayer en los indígenas una suma de sentimientos encontrados. De la alegría a la ira, pasando por frustración y tristeza, el curso de los hechos y su desenlace inesperado, marco en los comuneros el retorno a sus tierras.
"Hasta la medianoche del viernes los ánimos estaban cargados de fervor y las arengas combativas, en quichua y español, eran secundadas por gritos y palmas. Pero el júbilo duró lo que tardó el anuncio de la madrugada de ayer, de que las Fuerzas Armadas apoyaban a Gustavo Noboa como sucesor del depuesto presidente Jamil Mahuad.
"La decepción y la impotencia vinieron primero. Vargas, presidente de la Conaie, habló a las 08:12 a sus compañeros y en su discurso se podía percibir la derrota: "hemos sido traicionados por el alto mando de las Fuerzas y sabemos que dentro de unos 10 minutos entrará la policía y nos pedirá el desalojo del Congreso". Poco después de estas palabras, como si se cumpliera una profecía, un oficial de la Guardia Legislativa se acercó al podio y pidió a Vargas su salida pacífica del edificio".
Por otro lado, el matutino "Hoy" también de Quito, manifestó en su principal editorial: "El intento dictatorial recibió el rechazo de la mayoría del país y la condena unánime de la comunidad internacional. En las primeras horas del sábado, el Consejo de Generales retomó el control de los mandos militares, y las Fuerzas Armadas mantuvieron su deber ético y jurídico de preservar la Constitución.
El nuevo Presidente tiene una inmensa responsabilidad; pero construir una democracia participativa es obra de todos. Si los dirigentes de los partidos políticos, movimientos sociales, sectores productivos y gremiales no dejan atrás la cultura de la confrontación y el canibalismo político y dan paso a una actitud real de diálogo y colaboración, no será posible construir esa democracia y superar la crisis".
Así, con el derrocamiento del presidente Jamil Mahuad, culminó una semana de protestas populares impulsadas por una sublevación indígena con el apoyo de suboficiales y tropas que después de unas horas de triunfo fueron a la vez desplazados por el alto mando de las Fuerzas Armadas.
Este más reciente y dramático episodio para un Ecuador al borde del abismo económico alza el espectro de la inestabilidad de Latinoamérica justo al mero amanecer del siglo XXI. Pero igualmente dramática fue la reacción de repudio internacional al golpe.
No hay duda de que los generales que destituyeron la junta cívico-militar que se autoproclamó regente por unas horas, tomaron bien en cuenta la advertencia del secretario adjunto de Estado en función, Peter Romero, un ex embajador ante el gobierno de Quito, que Estados Unidos y los organismos regionales e internacionales congelarían todo tipo de ayuda a la necesitada república andina, si el régimen constitucional quedaba violado.
Por otro lado, la situación de Mahuad era de evidente deterioro. Elegido en una reñida contienda llegó al poder en agosto de 1998, aplaudido por la comunidad internacional, cuya admiración fue en aumento por el esfuerzo que realizó para resolver definitivamente el conflicto limítrofe con Perú. Su papel como alcalde de Quito y una destacada preparación universitaria que culminó con un doctorado en Harvard parecían ser suficiente para contribuir a resolver la inestabilidad generada por la caída de Abdalá Bucaram, y la corta y deslucida transición de Fabián Alarcón.
No obstante, desde hace semanas, tanto en Washington como en las capitales europeas se temía que el grave deterioro de la economía ecuatoriana que la semana pasada llevó a Mahuad a declarar la "dolarización" del sistema monetario para detener la espiral de la inflación iba a desembocar en una situación análoga, la que llevó a la destitución de Abdalá Bucaram, que hace tres años salió al exilio en Panamá donde permanece hasta el día de hoy.
Según los analistas, Bucaram es uno de los perdedores del golpe contra Mahuad, ya que Noboa, un prestigioso académico de Cochabamba, es uno de sus enemigos declarados y fue propuesto para reemplazarlo hace tres años, pero prefirió continuar frente a la universidad.
El ya refrendado Noboa, que en teoría ocupara el cargo hasta el año 2003, ha anunciado en su primera declaración al país que mantendrá las draconianas medidas económicas adoptadas por Mahuad, pese a que la dolarización acarreara reformas urgentes y profundas que presumiblemente no apoyarán los más débiles: desde desmantelar la exigua protección de los trabajadores, hasta el aumento de unos impuestos que casi nadie paga.
No obstante, su reputación de hombre eficaz no fue ajena a la decisión tomada por Mahuad en su día de nombrarle su segundo, pero un distanciamiento entre los dos contribuyó a la destitución del presidente. Sus declaraciones cuando el triunvirato cívico-castrense se hizo con el poder y el jefe de Gobierno abandonó el palacio temiendo por su vida, fueron más críticas con su jefe que solidarias.
"Nunca me consultaba las acciones más importantes", señaló Noboa, de 61 años, que ofreció su candidatura para alcanzar una solución democrática, y le fue aceptada.
En tanto, no faltan quienes resaltan la crisis del país andino como un ejemplo más de la precaria estabilidad institucional que enfrenta casi toda América Latina.
"Lo del Ecuador sigue demostrando la fragilidad de los sistemas democráticos de la región", señala Arturo Valenzuela, el director para asuntos hemisféricos del Consejo Nacional de Seguridad, el órgano coordinador que asesora directamente al presidente Bill Clinton.
El funcionario, sin embargo, cuestionó la tesis de que, ante el poco progreso económico logrado por los gobiernos democráticos, los pueblos nuevamente busquen soluciones populistas, inclusive saliendo a votar por líderes militares como el general Hugo Chávez de Venezuela, que eventualmente coartaban las libertades públicas.
"No creo que esto sea un retorno a los golpes de Estado tradicionales, cuando las juntas militares asumían el poder por la fuerza implantando regímenes represivos donde los derechos humanos eran violados sistemáticamente," declaró.
Valenzuela, quien nació en Chile y fue decano del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, hizo sus declaraciones en una entrevista con Ana Baron, la veterana corresponsal del matutino argentino, Clarín, algunas de cuyas observaciones sobre el traspaso del Canal fueron citadas por este periódico el pasado mes.
Noboa, abogado y padre de seis hijos, había ocupado la vicepresidencia durante 17 meses y es tenido como un hombre trabajador e íntegro en el desempeño del cargo. No milita en ningún partido político y es un católico practicante que acude a misa cada domingo.
El presidente depuesto expresó en un mensaje televisado el sábado su apoyo al nuevo gobierno de quien fuera su vicepresidente, Gustavo Noboa, si su derrocamiento sirve para mantener vivo el sistema democrático en Ecuador.
A la vez que se supo que cuando salió del palacio presidencial para refugiarse en una base aérea, Mahuad temía por su vida.
El triste papel de varios miles de indígenas que aparentemente fueron manipulados por distintos mandos del ejército, fue captado en un editorial del matutino "El Comercio" de Quito: "El final de la toma de Quito dejó ayer en los indígenas una suma de sentimientos encontrados. De la alegría a la ira, pasando por frustración y tristeza, el curso de los hechos y su desenlace inesperado, marco en los comuneros el retorno a sus tierras.
"Hasta la medianoche del viernes los ánimos estaban cargados de fervor y las arengas combativas, en quichua y español, eran secundadas por gritos y palmas. Pero el júbilo duró lo que tardó el anuncio de la madrugada de ayer, de que las Fuerzas Armadas apoyaban a Gustavo Noboa como sucesor del depuesto presidente Jamil Mahuad.
"La decepción y la impotencia vinieron primero. Vargas, presidente de la Conaie, habló a las 08:12 a sus compañeros y en su discurso se podía percibir la derrota: "hemos sido traicionados por el alto mando de las Fuerzas y sabemos que dentro de unos 10 minutos entrará la policía y nos pedirá el desalojo del Congreso". Poco después de estas palabras, como si se cumpliera una profecía, un oficial de la Guardia Legislativa se acercó al podio y pidió a Vargas su salida pacífica del edificio".
Por otro lado, el matutino "Hoy" también de Quito, manifestó en su principal editorial: "El intento dictatorial recibió el rechazo de la mayoría del país y la condena unánime de la comunidad internacional. En las primeras horas del sábado, el Consejo de Generales retomó el control de los mandos militares, y las Fuerzas Armadas mantuvieron su deber ético y jurídico de preservar la Constitución.
El nuevo Presidente tiene una inmensa responsabilidad; pero construir una democracia participativa es obra de todos. Si los dirigentes de los partidos políticos, movimientos sociales, sectores productivos y gremiales no dejan atrás la cultura de la confrontación y el canibalismo político y dan paso a una actitud real de diálogo y colaboración, no será posible construir esa democracia y superar la crisis".
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