Muebles con identidad histórica y decorativa
- Yovanska Spadafora
Las cualidades de las que gozan estas piezas permiten integrarlas a cualquier tipo de decoración. Sus cuidados son mínimos y éstos garantizan su perdurabilidad y valorización a través del tiempo.
La calidad de los materiales empleados para la confección de muebles antiguos, así como el estilo y diseño de sus proporciones, son características que marcan el rango de autenticidad y valor de este tipo de piezas.
Sin embargo, no todos estamos capacitados para diferenciar las verdaderas antigüedades de las imitaciones en el momento de elegir algún mueble u objeto decorativo para una residencia. ¿Cómo evitar entonces llevar algo carente de valor?
El criterio de selección se enmarca en un conjunto de pautas de total importancia.
Conversamos con Nivaldo Carbonell, de la tienda Arts & Antiques, quien describe que cada diseño representa un periodo determinado dentro de la historia de los muebles antiguos, por lo que reconocer la calidad de la madera usada para su fabricación, sus proporciones, su estilo, y en caso de que el mueble los tenga, las asas o tiradores y los pies, es relevante.
El comprador debe estar orientado, en primer lugar, por el estilo del mueble, el cual es representativo de cada época. Por ejemplo, si es un mueble Eduardino o Luis XV, por mencionar algunos.
Luego se busca la madera con la que fue confeccionado. En tiempos remotos, el roble, la madera frutal y la caoba, por mencionar algunos, fueron los materiales más utilizados. "Los grandes muebles ingleses de 1700 fueron famosos porque para su creación se utilizó caoba proveniente de las Américas, específicamente de países como Cuba, Honduras y República Dominicana", señala Carbonell.
El tercer punto que se debe considerar es la confección de mobiliario. Existen muebles con marquetería, incrustaciones en bronce, y dentro de este aspecto es importante la pátina del mismo, que no es más que la huella que ha dejado el tiempo sobre él.
"Este aspecto está determinado por el pulimiento, la cera, el cuidado que se le ha dado y la sensación que experimentamos al tocar el mueble".
Otros detalles como el sello de las cerraduras (si el mueble las tiene), el ensamblaje de las gavetas, los tornillos, el tapizado y el relleno del mueble, garantizan la calidad y autenticidad de las antigüedades.
Atención a las maderas.
El color que van adquiriendo a lo largo de los años no sólo lo determina el paso del tiempo, sino también la pátina. Por eso, cuando se compra un mueble antiguo, no es recomendable seleccionar aquel que tenga el tono más uniforme.
El tema de la madera no es fácil, por eso conviene saber en qué época se utilizó cada una de ellas. Amboina: se usa a partir del siglo XVIII. Su color es pálido y es similar al nogal.
Arce: de moda en Europa a partir del siglo XIX. Posee también una tonalidad pálida y la encontramos presente, sobre todo, en el mueble americano, tanto en macizo como en chapa.
Caoba: se introdujo en Inglaterra a partir del 1730, pero su origen lo hallamos en Santo Domingo o en Cuba. Las calidades varían, siendo la de color dorado la mejor, si bien destila poca calidad interior. Durante el auge del estilo victoriano se enceraba hasta que adquiría un tono rojizo.
Castaño: se usaba en los muebles provinciales franceses del siglo XVIII. Su cromatismo va del más claro al más oscuro.
Haya: el uso de esta madera marrón claro comienza en el siglo XVII y se ve favorecido por su capacidad sorprendente para no astillarse, siendo muy apreciada en la producción de muebles tapizados.
Nogal: se puso de moda en el periodo de 1660-1690, pero sería en la Inglaterra de 1735 cuando se vio potenciado su empleo. El nogal es el favorito de los muebles macizos. Su evolución fue similar a la caoba, siendo ampliamente importada.
Olivo: esta madera verde amarillenta se usaba principalmente en el XVII en Inglaterra. Su aplicación era básicamente la de chapear entarimados.
Olmo: es de tonalidad marrón y se ha usado para construir muebles de la campiña inglesa y sillas Windsor.
Pino: usado en el siglo XIX para muebles que iban a ser pintados. Se trata de una madera pálida y blanda que servía para forro de cajones, tableros y partes posteriores de muebles.
Roble: predominó en Gran Bretaña desde la Edad Media hasta finales del XVII. Es una madera dura y granulosa.
Tejo: es de color castaño rojizo y se usó en los contrachapados de los mejores muebles de la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII.
La importancia de los cajones.
También es importante prestar atención a la construcción y a las proporciones. Por ejemplo, los tableros superiores que conforman los muebles estarán formados por dos o más tablas de madera y tendrá algunas grietas.
Se debe prestar atención personalizada a cada uno de ellos, sin olvidar que pueden haber piezas sustituidas.
Los revestimientos han de ser de roble o pino. Así, mientras que los del XVII son recios y su grosor es de hasta 2 cm., a partir del XVIII y hasta el XIX pasan a medir 0,5 cm. Las juntas en las que se ensamblan los cajones son bastante rústicas y anchas en el XVII, aunque a partir de ahí ya se fueron aligerando.
Los que estaban de moda en el XVII tienen tres ensamblajes con cola de milano. Hay que observarlos con cuidado y cotejar que cada ensamblaje se corresponda en cada cajón para evitar falsificaciones.
En cuanto a los fondos de cajón, observaremos que, al igual que con el tablero superior, han de tener grietas. El acabado del fondo, en muchas ocasiones no ha sido pulido, excepto en muebles del siglo XIX que ya presentan un débil pulido.
Tras observar los cajones, los tiradores también nos dan pistas sobre la autenticidad de la pieza. Los tiradores primitivos se fijaban con una chaveta: una pieza que se introducía por el agujero practicado en el cajón y luego se abría y remachaba para asegurar el tirador. Pero a partir del XVII las asas se empiezan a fijar con tuercas y tornillos.
Es importante también fijarse en que las partes móviles del cajón han tenido que dejar una pequeña marca en el mueble. Otro detalle que puede servirnos para identificar un mueble por sus piezas es que las tuercas para asegurar las asas en el siglo XVIII eran circulares, mientras que las modernas son hexagonales.
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