La violencia, historia repetida que sigue matando deportistas en América
- Redacción Deportes
La muerte a tiros con escasas horas de diferencia de un boxeador mexicano y un futbolista colombiano ha devuelto a las noticias una historia repetida de violencia en América que también ha dejado decenas de víctimas entre deportistas.
El boxeador Rafael Guzmán, quien en mayo del 2008 ganó el título vacante de peso ligero del mundo hispano, murió el martes en Guadalajara en la puerta de su casa al recibir ocho tiros de dos individuos se que movilizaban en un automóvil.
El futbolista colombiano Edison Chará, delantero del Dalian Aerbin chino, murió un día después de un disparo en la cabeza cuando jugaba cartas en compañía de varios amigos en la localidad de Puerto Tejada, suroeste de ese país.
Las autoridades aún investigan los móviles así como los responsables de los asesinatos de Guzmán y Chará.
En estado similar están los casos de deportistas muertos en atentados de desbordada sevicia y sin aparente nexo con el deporte.
El exfutbolista mexicano Ignacio Flores fue asesinado el 10 de agosto de 2011 por desconocidos que le dispararon más de 70 veces al vehículo en el que se movilizaba por la autopista que une a Ciudad de México con Cuernavaca.
El delantero del Chorrillo Javier De La Rosa, de 21 años, fue acribillado el 6 de mayo pasado a la salida del estadio Javier Cruz de Ciudad de Panamá, tras un partido contra el Tauro.
El cuerpo descuartizado del futbolista guatemalteco Carlos Mercedes Vásquez, del Malacateco, fue hallado el 28 de noviembre de 2010 en la población de Malacatán. Vásquez había sido secuestrado dos días antes mientras departía con otros compañeros de equipo.
La noche del sábado 18 de septiembre de 2010 un grupo de delincuentes abrió fuego contra el futbolista salvadoreño Nelson Rivera y dos compañeros más cuando regresaban a San Salvador desde Metapán tras enfrentar al UES en partido de la Liga local.
Rivera murió el 3 de octubre por la gravedad de las heridas.
El paraguayo Salvador Cabañas, entonces jugador del América mexicano, recibió un balazo en la cabeza el 25 de enero de 2010 en un bar de Ciudad de México. El pistolero ha sido identificado como un narcotraficante.
A pesar de su recuperación, la carrera futbolística de Cabañas terminó. Los médicos lograron sacarlo de la muerte, pero el proyectil quedó alojado en su cabeza.
El entrenador colombiano Everth Hinestroza murió a bala en pleno estadio Armando 'Pelé' Dely Valdés, de la ciudad panameña de Colón, frente a unos 200 niños el 22 de junio del 2008.
El defensa del Alianza panameño David Pontiles murió de varios disparos que dos menores le hicieron cuando conversaba con amigos, el 21 de mayo del 2008.
El centrocampista colombiano Martín Zapata, subcampeón con el Deportivo Cali de la Copa Libertadores de 1999, falleció durante una riña en un bar el 22 de abril del 2006.
En la misma ciudad de Cali también murió a tiros, el 12 de febrero del 2004, su compatriota, Albeiro 'el Palomo' Usuriaga, exjugador del Independiente argentino y el Málaga español.
El exguardameta de la selección hondureña Milton Flores fue asesinado a tiros el 19 de enero de 2003 en la ciudad norteña de San Pedro Sula, cuando se encontraba en su vehículo.
El boxeador Rusbel Gutiérrez, campeón venezolano juvenil de la categoría pluma (60 kilos), fue asesinado el 5 de septiembre de 2001 en un hecho insólito. Según las investigaciones de la policía, se negó a guardar un minuto de silencio en homenaje a un delincuente.
El jinete Abel Castellano, uno de los mejores de la hípica venezolana, fue asesinado dentro de un taxi de su propiedad cuando llegaba a su residencia, en Maracaibo el 1 de julio de 2000.
El beisbolista venezolano Roger Blanco, prospecto de los Bravos de Atlanta, recibió tres impactos de bala el 30 de noviembre de 1999 durante un asalto.
Ese mismo año, otro pelotero venezolano, Asdrúbal Infante, novato de 18 años de los Tigres de Detroit, fue tiroteado por ladrones para quitarle sus pertenencias.
La muerte del internacional colombiano Andrés Escobar sacudió al mundo del balompié el 2 de julio de 1994.
Diez días después del regreso de la selección colombiana tras ser eliminada del Mundial Estados Unidos'94, Escobar fue asesinado en un bar en las afueras de Medellín por una persona que antes lo increpó por un gol en contra cometido por el jugador en el partido que perdieron por 2-1 contra los anfitriones.
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